viernes, 23 de enero de 2015

GRECIA CONTRA PERSIA




Prólogo. A mitad del –VI, los griegos pudieron extenderse sin ser molestados; incluso los fenicios les cedieron el puesto sin luchar y hasta dejaron libre la vía del comercio del mar Egeo, donde reinaba ahora Atenas, desde la caída de Creta.
-a mitad de ese siglo,  los griegos se vieron sometidos a la autoridad al rey  persa.
Darío, un rey culto, al principio gobernó con tacto y humanidad, pero los griegos no podían tolerar su falta de libertad. No soportaban arrodillarse frente a ningún soberano. Querían vivir según sus propias leyes. El rey conocía el arte de dividir para gobernar. Cuando los jonios se rebelaron, comenzó con una política hostil.
Diez años luego de la caída de Egipto, Darío invadió Bizancio, puerto que se abría hacia el mar Egeo y hacia los comerciantes griegos; el comercio que llegaba del mar Negro se cortó; ésta era la causa del rencor griego. Cuando los jonios se rebelaron, comenzó con una política hostil. Nada podían las colonias griegas con el Imperio persa.
Esparta no escuchó la petición de ayuda. La suerte de los jonios estaba echada. Sometidos los rebeldes, encargó a su sobrino una expedición a título de represalia. Llegó el momento de Atenas. Tenían buques de guerra y caballos y hombres. La única posibilidad era lograr en tiempos breves una poderosa flota naval. Poseían veinte navíos y poseían otros cinco en otra ciudad
 Finalmente, Atenas y Esparta estrecharon lazos para defenderse mejor.
Una impresionante flota persa con tropas tomó el mar Egeo.  La lucha sería en Maratón;  Atenas y Esparta tenían entre 20.000 a 15,000 hombres.  Herodoto  narró estas guerras aunque nunca especificó la ventaja  de los persas,  sí que contaban con 600 barcos.  Los griegos los encerraron de tal modo que la caballería no pudo actuar so peligro de matar a sus propios combatientes. Fue una estrategia perfecta, pues los persas no poseían armas para luchar cuerpo a cuerpo; los arcos y los sables, puñales y espadas no servían contras las largas y célebres lanzas de los griegos, protegidos además con corazas. Luego de cierta resistencia,  los persas  escaparon hasta el lugar de desembarco. Allí hubo un combate definitivo, donde los atenienses se hicieron de siete barcos enemigos, suficientes para dar por finalizada esta lucha.  Han encontrado en ese sitio una cantidad de huesos, donde se percibe la gran derrota de los persas.
 Habiendo obtenido tal victoria, los griegos respiraban confiados.
Segunda guerra médica: las Termópilas y Salamina
Los persas se preparaban con cuidado para la próxima expedición. La derrota no podía quedar sin revancha: no podía quedar impune.
Jerjes, el hijo de Darío, luchaba  contra la libertad e independencia de todo el pueblo griego. No era sólo vencerlos sino conservar el comercio de los fenicios. La independencia griega atacaba sus fronteras.
La guerra mostraría si los griegos podían aún defender su libertad; de algún modo hubo una presión del Imperio persa y la independencia intelectual como política había perdido energía. Había una mayor opresión del pensamiento  libre  de los griegos y de su cultura occidental. Tebas sentía un placer oculto, frente a la posible caída de Atenas. Pensaron que la fuerza persa sería invencible.
Esparta salvó sin duda a la civilización occidental, siendo la columna vertebral militar  de Grecia; los atenienses no eran militares ni poseían la disciplina espartana; sólo eran igual de valientes y sostenían que nadie podía ser privado de los derechos que  concedía la ley. Los persas los subestimaron; tenían un  ejército  de 60 a 70.000 hombres y mil navíos, pese a no encontrar el modo  de maniobrar ni alimentarse.  Estaban peor equipados que los griegos; tenían solamente  lazos para capturar al enemigo y conducirlos hasta las naves.
Los Inmortales eran el cuerpo más selecto de soldados persas; tan pronto uno caía era reemplazado de inmediato por otro. Habían construido dos puentes de barcazas  para que las tropas pasaran de Asia a Europa, pero una tempestad los destruyó. Jerjes indignado  mandó a ejecutar a quienes los construyeron; decidió igualmente atacarlos: medos contra griegos; murieron muchos medos y, aunque envío a los Inmortales no tuvieron éxito, porque luchaban en un corredor angosto con lanzas cortas. Ser superiores en número de nada les sirvió. La armada griega resistió a la flota persa y ésta tuvo que retirarse con enorme pérdidas.
El combate duró dos días.  Los griegos los esperaban en su puesto con los espartanos y 1100  beocios. Combatieron hasta la muerte  y los persas fueron derrotados. Las pérdidas de ese imperio fueron grandes;  no pudieron emplear la caballería en un angosto pasadizo rodeado de  bosques impenetrables. Un traidor condujo a Jerjes por el   pasaje  estrecho que les ocasionó la derrota.
Los de Esparta les facilitaron la salida, lo cual fue una victoria moral.  Jerjes preguntó como era posible que los hubieran vencido y  un persa le respondió; tienen un dueño que no les permitió huir ante el enemigo y permanecer en su puesto; ese dueño es la ley.
Cuando finalmente los persas pudieron pasar por las Termópilas, toda  Grecia central se les entregó. Debieron presenciar la destrucción de Atenas y el incendio de la Acrópolis.
 En Corinto, se fortificaron para defender la península. Un oráculo  habló de un muro de madera que salvaría a Atenas, cuyo significado dio a entender era una flota y  entablar una batalla por mar. Entonces un griego quiso atraer la flota persa, anclada en Atenas para darle batalla en Salamina.  Debían decidirse, antes que llegaran las tormentas de otoño.  El rey persa sabía que los griegos saldrían de la bahía de Salamina para entrar en el Egeo y los atacaron de noche: los helenos no tuvieron elección; ambos bandos lucharon con gran desprecio hacia la muerte. Jerjes se hizo instalar un trono en lo alto de la colina para presenciar desde allí los combates.  Los griegos eran más organizados y tenían un plan; empujar  los barcos persas unos contra otros para no dejarles libertad de movimiento. El plan fue un triunfo y llevó  la flota persa al caos. Por la noche terminó el combate, dejando barcos averiados y cadáveres por todos lados; los persas perdieron la mitad de su flota y las bajas fueron mayores; no sabían nadar, mientras los griegos podían ganar las costas  nadando hasta Salamina. El resto de la marina del imperio persa se retiró; fue un gran triunfo de los atenienses. Plutarco describió así el éxito: “los helenos no temían el combate ni la majestuosidad de los barcos enemigos ni sus gritos de guerra podían atemorizarlos, porque sus hombres sabían defenderse cuerpo a cuerpo y tenían el valor de atacar al enemigo.”
Allí se dieron cuenta que el consejo al rey persa fue el acertado; eran marinos, antes que soldados de infantería: occidente pudo vencer al déspota oriental. Éste quería llevar la guerra a Asia, pero Esparta temía exponer el Peloponeso y rechazó el proyecto. Los espartanos obligaron a los griegos, al año siguiente y en su tierra, a una nueva batalla. Jerjes, al frente esta vez de su ejército, regresó por donde había venido pero dejó la mayor parte de sus fuerzas en Grecia- Las tropas de Jerjes fueron diezmadas por el hambre y las enfermedades y por las fuertes lluvias de otoño. Sin embargo una flota que los esperaba pudo transportar el ejército al Asia. Los persas habían sido vencidos, pero el rey contaba con los recursos para rehacer sus fuerzas sin demasiado problema. Tenía suficientes navíos para enfrentar una vez más la flota helénica y sus tropas ocupando Grecia hasta el istmo de Corinto. La sumisión del Peloponeso era cuestión de tiempo. Jerjes pasó el invierno no demasiado lejos,  para impedir una nueva rebelión de los jonios.
El ejército persa emprendió el camino saqueando todo a su paso. Los habitantes buscaron protección en Salamina. Incendiaron Atenas por segunda vez. Los  espartanos no deseaban entablar otra nueva lucha, pero los atenienses los amenazaron y la mayor parte de los otros Estados enviaron sus fuerzas. Al conocer que el ejército del Peloponeso se había puesto en camino, los persas se replegaron hacia Beocia y Tebas, donde las tierras favorecían a la caballería. El guía de los helenos esta vez era espartano, de gran sangre fría en los momentos culminantes; ahora tenían más o menos la misma cantidad de soldados, aunque  sin los caballos, El orden, la fuerza espartana los ayudó. Con pocas armas, los persas no pudieron romper las líneas de la infantería espartana, señal de derrota para el imperio. El botín eran cuantioso: enormes cantidades de oro y plata fue repartido entre los Estados que participaron de la guerra. Los atenienses también los derrotaron en el campo fortificado por su adversario, el yerno de Jerjes.
El fin estaba próximo; fue la guerra entre el arco y la lanza, dijo Esquilo. De allí en adelante los griegos pudieron vivir en paz. Oriente renunció a atacarlos. Grecia  tuvo paz  por lo menos dos siglos. Fue una batalla decisiva donde no combatieron todos los Estados  griegos, a excepción de dos de los dos, los más poderosos, ayudados por otros más pequeños. Una buena noticia les llegó a los helenos; la flota persa se aniquiló en una península,  cerca de la isla de Samos. Las Cicladas fueron también protegidas por los helenos; Los persas sentían miedo por sus vencedores desde la batalla de Salamina y evitaron otro encuentro por mar, aunque tenían tres veces más barcos que Grecia. Se atrincheraron, rodearon el fuerte, pero los griegos no se impresionaron; solamente los importaba salvar el campo enemigo. Así finalizó el sueño del imperio, sin doblegar a la marina. Incendiaron  su flota, con la cual pretendían dominar occidente.

¿Por qué terminó trágicamente para Atenas? Por desear conquistar Sicilia, la magna Grecia, como la denominaban, isla  de una riqueza natural  desconocida para ellos. Se apartaron de la política moderada de Pericles y lo  peor error fue defenestrar al instigador de la empresa, en un momento álgido; fue una decisión sin marcha atrás.
Aunque hubieran tenido éxito, Sicilia estaba demasiado lejos y era muy grande para gobernar. Tampoco tomaron parte en las contiendas; estaban ocupados en defenderse de los cartaginenses, aliados a los etruscos, los más poderosos de Italia por tierra y mar.  Suegro  y yerno unidos, aniquilaron al ejército de Cartago el mismo año que la batalla de Salamina. Hubo un tratado entre Persia y Cartago para unirse en contra de los griegos y desde oriente entrar en la lucha con el fin de destruir la cultura griega, que se expandía cada vez más rápido.
Seis años más tarde se encontraron al oeste de la actual Nápoles, con la flota etrusca, Esta victoria le valió a Siracusa -en Sicilia- el dominio del mar Tirreno, así  como Atenas  tenía el poder del Egeo. Siracusa debilitó tanto al ejército cartaginenses, que pasaron varias generaciones hasta que pudieran tomar una política agresiva contra los griegos. Esa batalla liberó a los latinos del dominio etrusco. La cultura griega logró la independencia en el este y el oeste.
Los griegos atacan a los persas
El triunfo de vencer a los persas y a Cartago y que dependiera de sus armas era un acontecimiento  jamás visto.  La evolución de Occidente dependía de los helenos. Nació entre ellos un fuerte nacionalismo y un sentimiento de superioridad bien merecida  frente a los bárbaros de Oriente.(todo lo que no fuera griego era considerado bárbaro)
 Fue bienvenida la ayuda militar de Esparta, aunque la victoria sobre los persas se debió a Atenas; logró la entrada al mar Negro para  comerciar, poniendo fin a la dominación persa del Bósforo. El liberador fue el soberbio Pausanias. Se convertiría en traidor. Aceptaba sin ganas las leyes de esparta, después de haber visto el esplendor y prodigalidad  del imperio persa. Decidió ser el amo de Grecia. Cuando los espartanos lo supieron, quisieron relevarlo de sus funciones; los representantes de las islas jónicas y de las ciudades griegas -liberadas en Tracia- ofrecieron su hegemonía a los de atenienses, que aceptaron encantados, con el fin de liberar  a los griegos de Asia Menor y del dominio persa.  Los espartanos se vieron liberados y  eludieron la guerra naval que les hubiera costado cara: rehusaron participar en las expediciones. Esparta era demasiado rígida para esos tiempos. Mientras había que defender a Grecia contribuyeron con valor y se cubrieron de honor, pero esta vez los atenienses se pusieron al frente del ataque.
 Esparta le quitó el mando a Pausanias. En el mismo momento dejó Esparta y marchó a Bizancio, en donde se proclamó tirano y reinó varios años; se aproximó al rey de Persia,  que le cedió otro principado cerca de Troya. Todo político experimentado era bien recibido en Persia. T… se desenmascaró y aseguró al gobierno de Troya que Atenas estaba amurallada. Los espartanos no osaron vengarse; los convenció de que fortificasen el puerto del Pireo, aunque el odio de los espartanos por el traidor era enorme,  no se animaron a vengarse y matarlo, porque  había cubierto su retirada; tenía rehenes y respondería con su vida.
Las relaciones entre Esparta y Atenas se enturbiaron. El nuevo rey de Esparta le ofreció a T un principado en Asia menor, donde se retiró hasta su muerte. Dicen que se suicidó para no ayudar al rey persa en la conquista contra su poderío. Artajerjes quedó por fin libre de atacar a los griegos y T prefirió envenenarse. Los dos eminentes defensores de la libertad helena terminaron con una muerte trágica;  su hijo -a quien Platón despreciaba- murió en la miseria.

 GUERRAS Médicas             

Los atenienses lucharon con valor; habrían podido salvar su independencia, si los persas no hubieran intervenido en el -405. -IV
Cuanto más se prolongó la guerra entre hermanos -Atenas y Esparta-  más cruel todavía, más lejana de los principios morales griegos (la moderación y la armonía) principios que desde ese momento fueron tenida por debilidad, aumentando la falta de escrúpulos y la dureza que predominaban como signos de virilidad y coraje de los espartanos.
Las Guerras del Peloponeso 
Levantaron guerras civiles en la Hélade. Los  democráticos atenienses confrontaban con la oligarquía de Esparta. Confiscaron los bienes, hubo incendios entre enemigos. Los hombres se inclinaban a la violencia. El pueblo heleno enloqueció.
La Primera guerra  Atenas contra Esparta: duró diez años.
Esparta y la liga del Peloponeso. Invasión militar del Ática.
La Segunda  guerra duró siete  años
Atenas y sus aliados contra  Esparta y sus aliados. Expedición a Sicilia, Traición de A…  y su muerte.
Tercera  Guerra - 414  - 404
Atenas  sin ningún aliado contra  Esparta (Corintio, Tebas) y sus aliados (Bizancio). Bloqueo de Atenas por hambre.
La ciudad entera trabajó armando cien navíos nuevos y modernizando a otros. Triunfo de Atenas; recuperó su flota, bloqueada en la isla de Lesbos por los enemigos vencidos. Hubo una terrible tempestad; navíos averiados; mil hombres murieron en la tormenta; buscaron un chivo expiatorio; seis jefes fueron sentenciados a muerte, sin proceso. Sócrates lo denominó un asesinato con apariencia de un juicio. Le respondieron que la voluntad del pueblo era ley (lo cual demuestra la decadencia de la política ateniense en ese momento). Luego se dieron cuenta del error, aunque los verdaderos culpables huyeron. 
La victoria de Lesbos abrió una nueva propuesta de paz, que Atenas  rechazó. Esparta bloqueó el trayecto, impidiendo que el trigo llegara por el mar Negro, además de capturar la flota. No podían construir una nueva y la suerte de los atenienses estaba echada. Se preguntaban qué destino les esperaba. ¿Los someterían por el hambre o por las armas?
La armada de Esparta bloqueó el litoral. Murieron de hambre muchos y Atenas debió pedir la paz no sólo con Esparta sino con los corintios y tebanos, que odiaban a los atenienses. No tenían derecho a venderlos como esclavos, por ética, a un pueblo que los había salvado  del peligro contra los persas.  Si los perdonaban,  algún día podrían serles útiles para luchar contra Corintio y Tebas. Si los hubieran destruido, no habría quedado piedra sobre piedra en la Atenas de Pericles.
Debieron abandonar sus posesiones más allá de las fronteras, destruir la muralla construida para proteger la ciudad de Atenas  y entregar la flota, salvo doce barcos y ayudar en lo sucesivo  a Esparta por tierra y por mar. 
No debían temer: habían ganado su libertad gracias al oro del rey persa.

¿Por qué terminó trágicamente para Atenas? Por  el deseo de conquistar Sicilia, la magna Grecia, como la denominaban; la isla  de una riqueza natural  desconocida para ellos, donde todo florecía o daba fruto. Los cereales crecían a granel.
Apartándose de la política moderada de Pericles, el peor error fue defenestrar al instigador de la empresa, en un momento álgido; fue una decisión sin marcha atrás.
Aunque hubieran tenido éxito, Sicilia estaba demasiado lejos y era muy grande para gobernar.