Prólogo.
A mitad del –VI, los griegos
pudieron extenderse sin ser molestados; incluso los fenicios les cedieron el
puesto sin luchar y hasta dejaron libre la vía del comercio del mar Egeo, donde
reinaba ahora Atenas, desde la caída de Creta.
-a mitad
de ese siglo, los griegos se vieron
sometidos a la autoridad al rey persa.
Darío,
un rey culto, al principio gobernó con tacto y humanidad, pero los griegos no
podían tolerar su falta de libertad. No soportaban arrodillarse frente a ningún
soberano. Querían vivir según sus propias leyes. El rey conocía el arte de
dividir para gobernar. Cuando los jonios se rebelaron, comenzó con una política
hostil.
Diez
años luego de la caída de Egipto, Darío invadió Bizancio, puerto que se abría
hacia el mar Egeo y hacia los comerciantes griegos; el comercio que llegaba del
mar Negro se cortó; ésta era la causa del rencor griego. Cuando los jonios se
rebelaron, comenzó con una política hostil. Nada podían las colonias griegas con
el Imperio persa.
Esparta
no escuchó la petición de ayuda. La suerte de los jonios estaba echada.
Sometidos los rebeldes, encargó a su sobrino una expedición a título de represalia.
Llegó el momento de Atenas. Tenían buques de guerra y caballos y hombres. La
única posibilidad era lograr en tiempos breves una poderosa flota naval.
Poseían veinte navíos y poseían otros cinco en otra ciudad
Finalmente, Atenas y Esparta estrecharon lazos
para defenderse mejor.
Una impresionante
flota persa con tropas tomó el mar Egeo.
La lucha sería en Maratón; Atenas
y Esparta tenían entre 20.000
a 15,000 hombres. Herodoto narró estas guerras aunque nunca especificó la
ventaja de los persas, sí que contaban con 600 barcos. Los griegos los encerraron de tal modo que la
caballería no pudo actuar so peligro de matar a sus propios combatientes. Fue
una estrategia perfecta, pues los persas no poseían armas para luchar cuerpo a
cuerpo; los arcos y los sables, puñales y espadas no servían contras las largas
y célebres lanzas de los griegos, protegidos además con corazas. Luego de
cierta resistencia, los persas escaparon hasta el lugar de desembarco. Allí
hubo un combate definitivo, donde los atenienses se hicieron de siete barcos enemigos,
suficientes para dar por finalizada esta lucha. Han encontrado en ese sitio una cantidad de
huesos, donde se percibe la gran derrota de los persas.
Habiendo obtenido tal victoria, los griegos
respiraban confiados.
Segunda guerra médica: las Termópilas y
Salamina
Los
persas se preparaban con cuidado para la próxima expedición. La derrota no
podía quedar sin revancha: no podía quedar impune.
Jerjes,
el hijo de Darío, luchaba contra la
libertad e independencia de todo el pueblo griego. No era sólo vencerlos sino
conservar el comercio de los fenicios. La independencia griega atacaba sus
fronteras.
La
guerra mostraría si los griegos podían aún defender su libertad; de algún modo
hubo una presión del Imperio persa y la independencia intelectual como política
había perdido energía. Había una mayor opresión del pensamiento libre
de los griegos y de su cultura occidental. Tebas sentía un placer oculto,
frente a la posible caída de Atenas. Pensaron que la fuerza persa sería
invencible.
Esparta
salvó sin duda a la civilización occidental, siendo la columna vertebral
militar de Grecia; los atenienses no
eran militares ni poseían la disciplina espartana; sólo eran igual de valientes
y sostenían que nadie podía ser privado de los derechos que concedía la ley. Los persas los subestimaron;
tenían un ejército de 60 a 70.000 hombres y mil navíos, pese a no encontrar
el modo de maniobrar ni alimentarse. Estaban peor equipados que los griegos; tenían
solamente lazos para capturar al enemigo
y conducirlos hasta las naves.
Los
Inmortales eran el cuerpo más selecto de soldados persas; tan pronto uno caía
era reemplazado de inmediato por otro. Habían construido dos puentes de
barcazas para que las tropas pasaran de
Asia a Europa, pero una tempestad los destruyó. Jerjes indignado mandó a ejecutar a quienes los construyeron; decidió
igualmente atacarlos: medos contra griegos; murieron muchos medos y, aunque envío
a los Inmortales no tuvieron éxito, porque luchaban en un corredor angosto con
lanzas cortas. Ser superiores en número de nada les sirvió. La armada griega
resistió a la flota persa y ésta tuvo que retirarse con enorme pérdidas.
El
combate duró dos días. Los griegos los
esperaban en su puesto con los espartanos y 1100 beocios. Combatieron hasta la muerte y los persas fueron derrotados. Las pérdidas
de ese imperio fueron grandes; no
pudieron emplear la caballería en un angosto pasadizo rodeado de bosques impenetrables. Un traidor condujo a
Jerjes por el pasaje estrecho que les ocasionó la derrota.
Los de
Esparta les facilitaron la salida, lo cual fue una victoria moral. Jerjes preguntó como era posible que los
hubieran vencido y un persa le
respondió; tienen un dueño que no les permitió huir ante el enemigo y
permanecer en su puesto; ese dueño es la ley.
Cuando
finalmente los persas pudieron pasar por las Termópilas, toda Grecia central se les entregó. Debieron
presenciar la destrucción de Atenas y el incendio de la Acrópolis.
En Corinto, se fortificaron para defender la
península. Un oráculo habló de un muro
de madera que salvaría a Atenas, cuyo significado dio a entender era una flota
y entablar una batalla por mar. Entonces
un griego quiso atraer la flota persa, anclada en Atenas para darle batalla en
Salamina. Debían decidirse, antes que
llegaran las tormentas de otoño. El rey
persa sabía que los griegos saldrían de la bahía de Salamina para entrar en el
Egeo y los atacaron de noche: los helenos no tuvieron elección; ambos bandos
lucharon con gran desprecio hacia la muerte. Jerjes se hizo instalar un trono
en lo alto de la colina para presenciar desde allí los combates. Los griegos eran más organizados y tenían un
plan; empujar los barcos persas unos
contra otros para no dejarles libertad de movimiento. El plan fue un triunfo y
llevó la flota persa al caos. Por la
noche terminó el combate, dejando barcos averiados y cadáveres por todos lados;
los persas perdieron la mitad de su flota y las bajas fueron mayores; no sabían
nadar, mientras los griegos podían ganar las costas nadando hasta Salamina. El resto de la marina
del imperio persa se retiró; fue un gran triunfo de los atenienses. Plutarco
describió así el éxito: “los helenos no temían el combate ni la majestuosidad
de los barcos enemigos ni sus gritos de guerra podían atemorizarlos, porque sus
hombres sabían defenderse cuerpo a cuerpo y tenían el valor de atacar al
enemigo.”
Allí se
dieron cuenta que el consejo al rey persa fue el acertado; eran marinos, antes
que soldados de infantería: occidente pudo vencer al déspota oriental. Éste
quería llevar la guerra a Asia, pero Esparta temía exponer el Peloponeso y
rechazó el proyecto. Los espartanos obligaron a los griegos, al año siguiente y
en su tierra, a una nueva batalla. Jerjes, al frente esta vez de su ejército,
regresó por donde había venido pero dejó la mayor parte de sus fuerzas en
Grecia- Las tropas de Jerjes fueron diezmadas por el hambre y las enfermedades
y por las fuertes lluvias de otoño. Sin embargo una flota que los esperaba pudo
transportar el ejército al Asia. Los persas habían sido vencidos, pero el rey
contaba con los recursos para rehacer sus fuerzas sin demasiado problema. Tenía
suficientes navíos para enfrentar una vez más la flota helénica y sus tropas
ocupando Grecia hasta el istmo de Corinto. La sumisión del Peloponeso era
cuestión de tiempo. Jerjes pasó el invierno no demasiado lejos, para impedir una nueva rebelión de los jonios.
El
ejército persa emprendió el camino saqueando todo a su paso. Los habitantes
buscaron protección en Salamina. Incendiaron Atenas por segunda vez. Los espartanos no deseaban entablar otra nueva
lucha, pero los atenienses los amenazaron y la mayor parte de los otros Estados
enviaron sus fuerzas. Al conocer que el ejército del Peloponeso se había puesto
en camino, los persas se replegaron hacia Beocia y Tebas, donde las tierras
favorecían a la caballería. El guía de los helenos esta vez era espartano, de
gran sangre fría en los momentos culminantes; ahora tenían más o menos la misma
cantidad de soldados, aunque sin los
caballos, El orden, la fuerza espartana los ayudó. Con pocas armas, los persas
no pudieron romper las líneas de la infantería espartana, señal de derrota para
el imperio. El botín eran cuantioso: enormes cantidades de oro y plata fue
repartido entre los Estados que participaron de la guerra. Los atenienses
también los derrotaron en el campo fortificado por su adversario, el yerno de
Jerjes.
El fin
estaba próximo; fue la guerra entre el arco y la lanza, dijo Esquilo. De allí
en adelante los griegos pudieron vivir en paz. Oriente renunció a atacarlos.
Grecia tuvo paz por lo menos dos siglos. Fue una batalla decisiva
donde no combatieron todos los Estados griegos, a excepción de dos de los dos, los
más poderosos, ayudados por otros más pequeños. Una buena noticia les llegó a
los helenos; la flota persa se aniquiló en una península, cerca de la isla de Samos. Las Cicladas
fueron también protegidas por los helenos; Los persas sentían miedo por sus
vencedores desde la batalla de Salamina y evitaron otro encuentro por mar,
aunque tenían tres veces más barcos que Grecia. Se atrincheraron, rodearon el
fuerte, pero los griegos no se impresionaron; solamente los importaba salvar el
campo enemigo. Así finalizó el sueño del imperio, sin doblegar a la marina. Incendiaron
su flota, con la cual pretendían dominar
occidente.
¿Por qué
terminó trágicamente para Atenas? Por
desear conquistar Sicilia, la magna Grecia, como la denominaban, isla de una riqueza natural desconocida para ellos. Se apartaron de la
política moderada de Pericles y lo peor
error fue defenestrar al instigador de la empresa, en un momento álgido; fue
una decisión sin marcha atrás.
Aunque
hubieran tenido éxito, Sicilia estaba demasiado lejos y era muy grande para
gobernar. Tampoco tomaron parte en las contiendas; estaban ocupados en defenderse
de los cartaginenses, aliados a los etruscos, los más poderosos de Italia por
tierra y mar. Suegro y yerno unidos, aniquilaron al ejército de
Cartago el mismo año que la batalla de Salamina. Hubo un tratado entre Persia y
Cartago para unirse en contra de los griegos y desde oriente entrar en la lucha
con el fin de destruir la cultura griega, que se expandía cada vez más rápido.
Seis
años más tarde se encontraron al oeste de la actual Nápoles, con la flota
etrusca, Esta victoria le valió a
Siracusa -en Sicilia- el dominio del mar Tirreno, así como Atenas
tenía el poder del Egeo. Siracusa debilitó tanto al ejército
cartaginenses, que pasaron varias generaciones hasta que pudieran tomar una
política agresiva contra los griegos.
Esa batalla liberó a los latinos del dominio etrusco. La cultura griega
logró la independencia en el este y el oeste.
Los griegos atacan a los persas
El
triunfo de vencer a los persas y a Cartago y que dependiera de sus armas era un
acontecimiento jamás visto. La
evolución de Occidente dependía de los helenos. Nació entre ellos un fuerte
nacionalismo y un sentimiento de superioridad bien merecida frente a los bárbaros de Oriente.(todo lo que
no fuera griego era considerado bárbaro)
Fue bienvenida la ayuda militar de Esparta,
aunque la victoria sobre los persas se debió a Atenas; logró la entrada al mar
Negro para comerciar, poniendo fin a la
dominación persa del Bósforo. El liberador fue el soberbio Pausanias. Se
convertiría en traidor. Aceptaba sin ganas las leyes de esparta, después de
haber visto el esplendor y prodigalidad
del imperio persa. Decidió ser el amo de Grecia. Cuando los espartanos
lo supieron, quisieron relevarlo de sus funciones; los representantes de las
islas jónicas y de las ciudades griegas -liberadas en Tracia- ofrecieron su
hegemonía a los de atenienses, que aceptaron encantados, con el fin de
liberar a los griegos de Asia Menor y
del dominio persa. Los espartanos se
vieron liberados y eludieron la guerra
naval que les hubiera costado cara: rehusaron participar en las expediciones.
Esparta era demasiado rígida para esos tiempos. Mientras había que defender a
Grecia contribuyeron con valor y se cubrieron de honor, pero esta vez los
atenienses se pusieron al frente del ataque.
Esparta le quitó el mando a Pausanias. En el
mismo momento dejó Esparta y marchó a Bizancio, en donde se proclamó tirano y
reinó varios años; se aproximó al rey de Persia, que le cedió otro principado cerca de Troya.
Todo político experimentado era bien recibido en Persia. T… se desenmascaró y
aseguró al gobierno de Troya que Atenas estaba amurallada. Los espartanos no
osaron vengarse; los convenció de que fortificasen el puerto del Pireo, aunque el
odio de los espartanos por el traidor era enorme, no se animaron a vengarse y matarlo,
porque había cubierto su retirada; tenía
rehenes y respondería con su vida.
Las
relaciones entre Esparta y Atenas se enturbiaron. El nuevo rey de Esparta le
ofreció a T un principado en Asia menor, donde se retiró hasta su muerte. Dicen
que se suicidó para no ayudar al rey persa en la conquista contra su poderío.
Artajerjes quedó por fin libre de atacar a los griegos y T prefirió
envenenarse. Los dos eminentes defensores de la libertad helena terminaron con
una muerte trágica; su hijo -a quien
Platón despreciaba- murió en la miseria.
GUERRAS Médicas
Los
atenienses lucharon con valor; habrían podido salvar su independencia, si los
persas no hubieran intervenido en el -405. -IV
Cuanto
más se prolongó la guerra entre hermanos -Atenas y Esparta- más cruel todavía, más lejana de los
principios morales griegos (la moderación y la armonía) principios que desde
ese momento fueron tenida por debilidad, aumentando la falta de escrúpulos y la
dureza que predominaban como signos de virilidad y coraje de los espartanos.
Las Guerras del Peloponeso
Levantaron
guerras civiles en la Hélade. Los democráticos atenienses confrontaban con la
oligarquía de Esparta. Confiscaron los bienes, hubo incendios entre enemigos.
Los hombres se inclinaban a la violencia. El pueblo heleno enloqueció.
Esparta
y la liga del Peloponeso. Invasión militar del Ática.
Atenas y sus aliados contra Esparta y sus aliados.
Expedición a Sicilia, Traición de A… y
su muerte.
Tercera Guerra - 414
- 404
Atenas sin ningún aliado contra Esparta (Corintio, Tebas) y sus
aliados (Bizancio). Bloqueo de Atenas por hambre.
La
ciudad entera trabajó armando cien navíos nuevos y modernizando a otros. Triunfo de Atenas; recuperó su flota,
bloqueada en la isla de Lesbos por los enemigos vencidos. Hubo una terrible
tempestad; navíos averiados; mil hombres murieron en la tormenta; buscaron un
chivo expiatorio; seis jefes fueron sentenciados a muerte, sin proceso. Sócrates
lo denominó un asesinato con apariencia de un juicio. Le respondieron que la
voluntad del pueblo era ley (lo cual demuestra la decadencia de la política
ateniense en ese momento). Luego se dieron cuenta del error, aunque los
verdaderos culpables huyeron.
La
victoria de Lesbos abrió una nueva propuesta de paz, que Atenas rechazó. Esparta bloqueó el trayecto,
impidiendo que el trigo llegara por el mar Negro, además de capturar la flota.
No podían construir una nueva y la suerte de los atenienses estaba echada. Se
preguntaban qué destino les esperaba. ¿Los someterían por el hambre o por las
armas?
La
armada de Esparta bloqueó el litoral. Murieron de hambre muchos y Atenas debió
pedir la paz no sólo con Esparta sino con los corintios y tebanos, que odiaban
a los atenienses. No tenían derecho a venderlos como esclavos, por ética, a un
pueblo que los había salvado del peligro
contra los persas. Si los perdonaban, algún día podrían serles útiles para luchar
contra Corintio y Tebas. Si los hubieran destruido, no habría quedado piedra
sobre piedra en la Atenas
de Pericles.
Debieron
abandonar sus posesiones más allá de las fronteras, destruir la muralla construida
para proteger la ciudad de Atenas y
entregar la flota, salvo doce barcos y ayudar en lo sucesivo a Esparta por tierra y por mar.
No
debían temer: habían ganado su libertad gracias al oro del rey persa.
¿Por qué
terminó trágicamente para Atenas? Por el
deseo de conquistar Sicilia, la magna
Grecia, como la denominaban; la isla de
una riqueza natural desconocida para
ellos, donde todo florecía o daba fruto. Los cereales crecían a granel.
Apartándose
de la política moderada de Pericles, el peor error fue defenestrar al
instigador de la empresa, en un momento álgido; fue una decisión sin marcha
atrás.
Aunque
hubieran tenido éxito, Sicilia estaba demasiado lejos y era muy grande para
gobernar.