Pese a su superficie, Rusia posee un litoral europeo reducido, que bordea el Océano Ártico y el mar Blanco. Posee una red fluvial de ríos navegables; el Volga, de 3.700 Km. con numerosos afluentes. El Oka, con sus 1550 Km. y también numerosos vías fluviales; el Rin posee 1300 Km. El Volga tiene la desgracia de desembocar en el mar Caspio, no en el Mediterráneo. Muchos de estos ríos en invierno permanecen helados como también el mar Blanco. El Dniéper es el mayor río que desemboca en el mar Negro, donde se corta en varias cataratas. El Volga, el Dniéper y el Neva son arterias primordiales para el tráfico económico. El primero desemboca en la antigua capital de Kiev, El Volga en Moscú y el Neva en San Petesburgo.
Los pueblos eslavos abandonaron sus lugares de orígenes y se extendieron hacia el Este. Las invasiones germánicas en occidente provocaron ese vacío.
Cuando finalizaron las migraciones -a fin del S VII- ocuparon la llanura de Europa Oriental, tierra fértil atravesada por numerosos ríos. Vivían de la agricultura, de la pesca, de la caza de animales, de sus pieles, del alquitrán, de la miel y de los cirios para las iglesias. Eran paganos, practicaban la poligamia, rendían culto a las fuerzas de la naturaleza, al trueno, al relámpago, pero también a los elfos y gnomos; ofrecían sacrificios de animales a los dioses y a sus antepasados. Sentían pasión por el canto y la danza y eran hospitalarios. Al norte del Cáucaso y del mar Caspio, el imperio de los cosacos protegía a los eslavos de las invasiones de los pueblos nómadas asiáticos.
Cosacos y rusos.
Los primeros eran de origen turco que adoptaron la religión de los judíos en el S VIII. Era un centro comercial entre Europa y Asia. Los cosacos pasaron al mar Negro y llegaron hasta Bizancio, con quien iniciaron el comercio; fueron los primeros en conectarse con los árabes y con los primeros rusos.
Otro pueblo entró en acción: los cosacos -en el Norte- con una organización política. Eran suecos, vikingos, marinos y comerciantes de rubia o rojiza cabellera, que los eslavos llamaron rusos y fundaron el Estado de Rusia.
Novgorod y Kiev, en ese entonces era donde residía el gran príncipe; ambas ciudades fueron mercados a lo largo de los ríos que unen el Báltico con el mar Negro. Los rusos introducen el comercio, sin dejar por ello la caza ni la agricultura. El gran príncipe protegía las ciudades mercantiles y las rutas del comercio. Para alimentar las tropas ideó impuestos que se pagaban con pieles, cera y miel, que a su vez exportaban.
Kiev fue esencialmente comercial, Alemania entró en relaciones diplomáticas con los rusos. El gran príncipe cargaba enormes barcos con cincuenta hombres cada uno y otros mercaderes se unían a ellos; seguían la tradición de los vikingos, navegaban ríos hasta el mar Negro, donde llegaban hasta Constantinopla. Exportaban esclavos y pieles. Hasta el S XII no hubo mayormente productos agrícolas.
Los primitivos rusos dominaron las tribus eslavas con reesfuerzos de Suecia, pero las migraciones se agotaron: las comunidades germánicas fueron absorbidas por los eslavos que hablaban su lengua.
El principado de Kiev
Vladimir fue el primero en imponer el cristianismo; al principio de su reinado fue un déspota, capaz de sacrificios sangrientos; apasionado por las mujeres, intentó hacerse musulmán pero desistió.
Vladimir II y la decadencia de Kiev: origen de Rusia
El nieto de Yaroslav detuvo por un tiempo la decadencia del primitivo imperio ruso. Luchó contra los enemigos del exterior. Fue el más valiente de los príncipes moscovitas. Protegió a los campesinos con leyes contra los terratenientes; era un soberano humano que protegía a las viudas y a los huérfanos; sentía pena por los pobres y creía que el reino era un poder político transitorio otorgado por Dios. Muere a mitad del S XII.
Se independiza el imperio en nuevos y diversos principados.
Kiev sucumbe como Roma. En esa ciudad se encuentran las iglesias más bellas con mosaicos espléndidos y sus principales monasterios, siendo un centro cultural importante.
Dominación tártara
En el S XIII, Gengis Khan invadió Rusia meridional a la cabeza de bandas salvajes; estableció un estado mongol llamado Horda de Oro, que sometía a los principados rusos y asediaba a Kiev, capital del imperio.
En el S XIV pasó el poder a Polonia y fue llamada la pequeña Rusia, pero a mitad del S XV continuaron las invasiones de los tártaros.
Durante dos siglos y medio los rusos no tuvieron contacto con Occidente. No tenían libertad y debían pagar impuestos al Khan, que se imponía por el terror. A los jóvenes rusos se los reclutaban para pelear. Las mujeres más bellas eran llevadas a su harén. Los príncipes rusos debían presentarse en la Corte para rendirle tributo y sumisión. Los sufrimientos del pueblo ruso, sometido a los mongoles, aumentaron con las malas cosechas, más la hambruna y para colmo la peste negra, que diezmó a la población, al mismo tiempo que azotaba a Europa.
Novgorod, ciudad mercantil, escapó del yugo y conservó su vitalidad política y económica por estar aislada con bosques y marismas que la hacían inaccesible por el Sur. Estuvo a salvo de las invasiones tártaras y solamente les pagaba un tributo. Eran emprendedores; explotaban cera, pieles y cueros. Fue la capital desde el Océano Ártico hasta los Urales, en el límite con Siberia. Conocían la moneda y tenían comercio con Bizancio y Asia, hasta los pueblos bálticos. Vencieron a los suecos, a los finlandeses y noruegos, aunque debían subordinarse y pagar el impuesto al gran Khan.
Alejandro, llamado el héroe de Neva, salvó a Rusia de la desesperación. Los moscovitas llegaron a socorrerla; pensaban invadirla por su lugar geográfico favorable, como una especie de Mesopotamia que la convertía en el mejor punto defendible de cualquier invasión bárbara. Esta fortificación atrajo a los campesinos, lo cual aumentó su población y las rentas del príncipe.
Iván III, ½ S XIV
Muchos refugiados de la pequeña Rusia se establecieron junto al Volga y se relacionaron con la gente de Finlandia, se fusionaron con los eslavos y fueron llamados los grandes rusos, los cuales impondrían su hegemonía. Moscú reemplazó a Kiev; se encuentra situada en el afluente de Oka -que nace en el Volga-.
Los boyardos residían allí; sería el principio de peleas y crímenes entre la dos familia que intentaban gobernar. El príncipe Dimitri, a fines del XIV, derrotó al Khan tártaro. Los tártaros no se repusieron jamás, debilitándose por completo.
Moscú se impondrá como capital; fue fundada en el SXII; dos siglos después era una ciudad mercantil que seguía pagando tributo, aunque los moscovitas lograron rebelarse contra ese pago injusto, gracias al príncipe Dimitri en esa ciudad. Fueron cien años de luchas por su libertad.
Iván III venció a los mongoles. Se hizo coronar Zar -que en ruso significa César- convirtiendo a Moscú en una ciudad imperial. Sus arquitectos construyeron diez y nueve torres, además de palacios, iglesias y una muralla.
Iván se casó con Sofía, sobrina del emperador de Bizancio y con la caída de Constantinopla, Moscú fue la heredera del imperio romano de Oriente, siendo considerada la tercera Roma. Agregó a su escudo el águila bicéfala de los bizantinos. La orgullosa zarina impuso en Rusia el rígido ceremonial de la corte bizantina; hasta ese momento el príncipe era considerado el mayor terrateniente del país, pero lo nueva etiqueta de la corte lo convirtió en un ser excepcional.
Iván III fue la primera monarquía absolutista, distanciada de su pueblo, que sólo podían arrodillarse frente al paso del monarca divino. Fue un excelente diplomático, dejando libre al adversario para luego vencerlo con astucia. Su mayor enemigo era el ducado de Lituania, que aprovechaba las invasiones tártaras para dilatar sus fronteras a expensas de los rusos y polacos. Danzig, al noreste, cerca del Báltico, le otorgó un puerto importante. Logró un poderío mayor, gracias a unirse con Polonia, a fin del S. XIV. Lituania fue una amenaza constante para Rusia, cuando se unió a los polacos.
Durante el reino de este zar, los rusos pudieron ensanchar su territorio hacia el oeste, disminuyendo notablemente el poder de los lituanos y polacos. El Dniéper pasó a ser la frontera occidental de Rusia.
Iván III ensanchó las fronteras, venciendo a los caballeros teutónicos, -Orden de caballería alemana en Tierra Santa, a fines del S XII- expulsada de Palestina por los musulmanes. Con suma habilidad logró que trescientas carretas llenas de oro, plata, piedras preciosas y otros tesoros se desviaran hacia la capital, logrando transplantar el comercio a Moscú; invitó a los extranjeros comerciantes a desarrollar su tráfico con Moscú y de este modo Novgorod perdió su importancia comercial.
El estado tártaro
Cuando murió Iván III, luego de cuarenta y tres años de reinado, subió Basilio que -al casarse en segundas nupcias con Helena- tuvo un hijo, Iván IV el Terrible, nieto de Iván III.
Basilio murió, cuando su hijo tenía tres años. El reino estaba en manos de su madre, que murió asesinada cuando él tenía ocho. Hasta cumplir catorce años hubo catorce crímenes por el derecho al trono. La rama de los boyardos luchaba por el poder; finalmente vencieron e Iván IV el Terrible fue coronado Zar de todas las Rusias; reinó desde los diez y seis años en un ambiente similar y cruel al de su infancia. Fue el más déspota y cruel de los tiranos.
Le gustaba cazar, leer y escuchar misa diaria. Construyó La Catedral de San Basilio -en honor de su padre- y se casó con su amada Anastasia. Fue su período calmo. Cuando Anastasia dio a luz por sexta vez y muere, el Zar se convirtió en un ser cruel, torturando y asesinando. A los treinta años dejó el poder y abandonó Moscú. A pedido del pueblo regresó, pero exigió un poder autócrata.
El terror comenzó; creó una policía de seis mil hombres con caballos y trajes negros, que durante ocho años aterrorizó a los pueblos. Cuando los tártaros de Crimea atacaron, no pudieron defenderse y Moscú volvió a ser quemada.
En 1581, el zar mató a su hijo y a su nuera en un ataque de furia; luego lo lloró con desconsuelo. El 16 de marzo murió de repente fulminado.
El imperio era un caos; el pueblo comía pasto, raíces o carne humana. Además de las invasiones tártaras y las revueltas de los campesinos, soportaron las invasiones suecas. Finalmente lograron expulsarlos.
A su muerte subió Miguel, de diez y seis años, un pariente lejano con una gota de sangre Romanov; allí comenzó esta dinastía.
Alejo, hijo de Miguel, fue el segundo zar de los Romanov. Antes de morir, la regente Sofía hizo coronar para conservar el control a Pedro I -de diez años- a su hijo, débil y enfermo, medio hermano de éste. Pedro abandonó el Kremlin con su madre; adolescente, inició la construcción de casas de madera en San Petesburgo con trescientos ayudantes. El zar intentaba ganar el poder. Sofía no podía ignorar a Pedro que, con sus diez y siete años, medía 1.99 y a quien dos regimientos rusos protegían: finalizaron por apoyarlo a Pedro. Sofía fue forzada a entrar en un convento, aunque todavía su hijo y Pedro reinaron conjuntamente unos pocos años, hasta la muerte de Iván.
Pedro fue soldado, marinero, y reformista. Asesinó a todos los que habían matado a su familia. En Rusia hubo dos familias potentes que se pelearon siempre por el poder y lo hacían con suma crueldad. Por ejemplo los tiraban desde lo alto y los perros hambrientos los comían al caer.
A Pedro I le fascinaba todo lo moderno. Para él, el futuro de Rusia estaba en Occidente; era un enamorado de las embarcaciones e hizo construir una flota; Rusia no tenía costas y el zar deseaba un puerto marítimo, una ventana al mundo. A los veintitrés años lo logró. Pese a que los rusos fueron vencidos por los turcos, Pedro I hizo construir una flota y conquistó un puerto en el Mar Negro.
Partió hacia Europa por un año y medio y con doscientos noventa hombres; le interesaba conocer todo lo relacionado con lo naval; fue a Holanda donde aprendió e incluso construyó una fragata con sus propias manos. Viajó a Inglaterra donde, como buenos rusos, se emborrachaban y destruían las mansiones en sus orgías: los ingleses los temían.
En Rusia había problemas en el reino y tuvo que regresar, con tristeza; Moscú era deficiente, comparada con Europa; soñaba con una Rusia occidentalizada y ser considerado europeo. Creó un puerto en el Báltico.
Suecia peleó durante veinte años contra los rusos; los suecos habían invadido parte del suelo ruso; Moscú fue incendiada por segunda vez; el ejército ruso atacó en pleno invierno a los suecos y éstos -minados por el frío y la hambruna- fueron derrotados.
Pedro I se mudó a San Petesburgo; tenía veintitrés años; galopaba diariamente para gobernar desde Moscú. Construyó hospitales, museos, una nueva armada y un ejército y hasta una nueva corona al estilo europeo, la cual se usaría en todas las futuras coronaciones. El zar deseaba una alianza con Francia, donde reinaba Luis XV pero París no sentía interés.
De repente muere Carlos XII en Suecia. Siguieron las muertes durante tres veranos en el litoral de Suecia, aunque los territorios adquiridos en la costa del Báltico permitieron a Moscú mantener mayor contacto con los occidentales.
Cuando Pedro I fue coronado zar, Rusia estaba inmersa en las tinieblas del Medioevo; era un país agricultor y nada conocían de ejércitos, naves o armas. El zar creó un ejército disciplinado, con cien mil hombres más otro ejército con cosacos y tropas irregulares. Creó también la flota rusa con cuarenta y ocho navíos y ochocientas galeras. La disciplina era rigurosa: quien se retiraba, debía morir.
Necesitaba mucho dinero para equipar la armada y la marina. Aumentó la economía rusa y el mercantilismo; se ocupó de hacer crecer el comercio y la industria; las ciudades se volvieron autónomas y los burgueses no debían hacer el servicio militar; creó nuevas industrias y acogió amistosamente a los extranjeros inmigrantes; la mayoría obreros, artesanos y profesionales. Convenció a los cosacos y campesinos de criar carneros de una raza mejor; obligó a los agricultores a emplear la guadaña en la ciega de cereales. Crecieron las fábricas para curtir e hilar, así como los talleres mecánicos y astilleros, que dieron trabajo a cincuenta mil obreros. La importación aumentó, pese a que los productos nacionales no estaban todavía a la altura de los extranjeros.
Los mineros fueron favorecidos gracias a la mano de obra de los prisioneros de guerra extranjeros; tenían hierro suficiente para cubrir sus necesidades e incluso para exportar. La fábrica de armas -fundada por un técnico holandés a principios del XVII- proveía de armas de fuego a todo el ejército y la flota.
Su proyecto más importante fue concentrar todas las rutas de importación y exportación desde San Petesburgo, mejorando las comunicaciones entre la capital y el interior del país a través de caminos y canales. Abrió un canal que acortaba el trayecto de San Petesburgo a Novgorod, evitando otros trayectos peligrosos.
Fue el primer zar comerciante de Rusia, La familia Romanov se reservaba el monopolio mercantil de la sal, el alquitrán, la potasa, la seda de Persia y las pieles de Siberia. La corte de Pedro parecía una inmensa oficina comercial, donde se discutían los precios de las diferentes mercaderías.
Reformó la actividad económica sin pensar mayormente en el pueblo. El bien de la nación era su leitmotiv para elevar el nivel económico ruso, pero los campesinos trabajaban más sin recibir por ello compensación alguna; morían millones de hombres por exceso de trabajo, llevando una vida miserable: parecían bestias de carga. El pueblo estaba totalmente oprimido por los impuestos, el derecho de moler o de pescar, los derechos a la sal, el vodka y el tabaco. Muchos campesinos pasaron a ser mendigos; otros murieron. Azotaban a los morosos: todo eran palos, sanciones, o amenazas, Eran personas habituadas a vivir en las peores condiciones infrahumanas. Los campesinos hubieran preferido no tener hambre que abastecer tantos cañones, fusiles y alimentar al ejército.
Pedro I no consideraba que los altos puestos públicos debieran ser reservados a la nobleza; le interesaba más la eficiencia que el origen social. Un soldado podía elevarse al rango de general o llegar a ser mariscal y cuando llegaba a ese grado en su carrera militar era inmediatamente ennoblecido.
Se interesó por las mujeres; las sacó de los hogares, encerradas casi como las orientales en un estado de semiesclavitud, pese a ser todavía incultas, sin un papel definido en la sociedad; pretendía elevarlas al mismo grado que las mujeres occidentales aun que necesitaban educación y cultura: la libertad solamente no les servía.
Consiguió liberar a Rusia de su aislamiento y las guerras y las conquistas de tierras no fueron en vano; mejoró la relación con Europa y la mentalidad dejó de ser asiática, adoptando costumbres europeas occidentales, pese a la resistencia de los rusos ortodoxos. La antigua Rusia desaparecía y renacía una nueva Rusia; Pedro I trabajaba a la par de su pueblo; le gustaba beber en cantinas y estar con su ejército o en el puente de uno de los barcos. Sin embargo, la vida seguía siendo durísima y la mayoría del pueblo deseaba su muerte sin comprender sus reformas; padecían hambre, frío, enfermedades.
Para el zar los monjes eran responsables de la inmoralidad que reinaba en los monasterios. Era demasiado activo para comprender la vida monacal; redujo templos, confiscó sus bienes y mantuvo severa vigilancia sobre las comunidades; muchos fueron transformados en hospitales, refugios para mendigos, inválidos, asilos de ancianos o escuelas.
Abatió el poderío de la iglesia y reformó la administración del Estado; similar a Suecia instituyó un senado con doce colegas, aunque no fue fácil encontrar senadores capaces y colegas competentes; muchos eran iletrados o indignos de confianza. Pedro no pudo inculcarles el sentido del deber.
La energía del zar era inagotable, A veces, cuando era necesario, acudía a los ritos pero también era partícipe de las orgías; podía embriagarse durante toda la noche y ponerse a trabajar al día siguiente sin el menor signo de cansancio.
Convirtió a Rusia en una gran potencia. Tuvo el mérito de aproximar Oriente a Occidente, alentar el comercio, tener un ejército y una marina colocar hombres capaces y no nobles inútiles en los cargos de importancia, pero no mejoró por ello la vida de los campesinos. Tuvieron que pagar con un mayor esfuerzo, para mantener los gastos y alimentar a la milicia y a la marina.
Acabó con la xenofobia y relacionó Rusia con Occidente, Imponiendo su estilo reformista.
El mundo eslavo participó de la vida europea. El ruso fue un ciudadano en el mundo. Realizó enormes progresos pero a costa de su despotismo, sin tener en cuenta las necesidades de los más pobres, que eran millones.
Se casó en secreto en 1712 (principio del S XVIII) con su amante desde hacía varios años. Tuvieron dos hijas Ana e Isabel y años después nació un varón. Cuando Pedro tenía uno de sus temibles arrebatos de ira ella sólo podía calmarlo. La zarina salvó a muchos rusos del látigo o la horca, aunque les hacía pagar por su ayuda. En una derrota rusa puso a disposición sus joyas y su dinero; esta decisión salvó a su marido y al ejército de una catástrofe.
Su hijo mayor y heredero –Alejo- fue separado de su madre Eudoxia, a los ocho años; ésta entró obligada en un convento. Alejo odiaba a su padre. El zar se sentía decepcionado; era indolente, no sentía interés por nada; fue educado a la antigua usanza rusa; su padre no se preocupó por él. Era su antítesis. Fue tarde cuando intentó educarlo para ser su colaborador y el futuro soberano; el zarevich le tenía temor y odio. Su padre lo golpeaba a menudo y la relación empeoró. Lo acusaron de intentar una revuelta pero con ayuda pudo huir a Nápoles; el zar lo hizo espiar, lo encontró y lo persuadió para que regresara, con la promesa de no castigarlo. Al llegar a Rusia fue torturado y condenado a muerte, pero murió antes por los golpes de látigo –el Knut- en 1718. Partidarios de Alejo murieron en espantosos suplicios y también el confesor del zarevich murió del mismo modo.
Hasta su primera mujer, Eudoxia, fue acusada de poner a su hijo contra él; la interrogó personalmente, golpeándola y arrastrándola por los cabellos y amenazándola de muerte, La trasladó a otro convento totalmente aislada y sometida a la más rigurosa vigilancia; algunas monjas que se ocupaban de ella fueron torturadas hasta la muerte, a la usanza rusa.
Tuvo un hijo con la hija de un comerciante de Lituania, once años menor -a quien hizo coronar con el fin de tener un nuevo heredero. Muere Petenka, de un año, a quien lo lloró sin consuelo; pensaba darle todo el amor y la educación que le negó a su hijo Alejo. Lo adoraba.
Un día de otoño gélido, quiso participar del salvamento de unos náufragos y contrajo una congestión pulmonar de la cual no se curó. Murió a los 53 años en 1725. De sus quince herederos sólo vivían las dos niñas de la última zarina.
Isabel, hija de Pedro, fue coronada emperatriz a los quince años, aunque durante diez y seis años el trono fue ocupado por su madre. Isabel subió al trono recién a los treinta y dos años; tuvo el desatino de nombrar heredero a su inepto sobrino Pedro, que odiaba todo lo que fuera ruso; decepcionada de ese sobrino deficiente, lo casó con Catarina, cuando éste tenía quince años; era inteligente, culta, le fascinaba la política, leía con pasión y se hizo ortodoxa por convicción. Amaba Rusia, hablaba perfectamente la lengua y ansiaba el poder. Estaba ligada a Occidente, por ser alemana. Luego de ocho años de jugar con soldados de plomo con su marido en la cama nupcial, concibió un hijo. Al morir la emperatriz Isabel, subió Pedro II, que hizo sólo desastres. Rusia se hallaba sumergida en una guerra civil, como consecuencia de su inoperante marido, -quien sufría cuando los rusos peleaban con sus queridos alemanes-. Amaba a su país de origen férreamente. Al morir su tía su sobrino el zar obligó a los soldados rusos a vestirse como alemanes, mientras los sacerdotes debían vestirse a la usanza de los luteranos. Nunca se convirtió a la Iglesia Ortodoxa. Siguió siendo protestante y jamás pronunció una palabra en ruso.
Catarina, apoyada por su amante Orlov, logró en una revuelta hacer asesinar a su marido, aunque se dijo que murió de un ataque. Se hizo coronar emperatriz, demostrando ser devota a Rusia, además de ser muy competente.
Comenzó La Reforma: trajo grandes maestros europeos y convirtió L´Hermitage -en San Petesburgo- en tres palacios unidos, (uno es el museo de arte). Hizo comprar obras de arte en Europa, abrió escuelas y universidades, desafiando las tradiciones. Hizo construir una estatua a Pedro el Grande. La aristocracia la aplaudió y la aceptó, porque amaba a Rusia; hablaba ruso perfectamente, era liberal y enciclopedista. Sabía que los nobles la sostenían; al comenzar su reinado, hubo una revuelta campesina, que Catarina sofocó y, desde ese momento, se convirtió en un gobierno absolutista. Se negó a darles la libertad a los siervos: el mar Negro era su obsesión.
Orlov, su antiguo amante, le cedió el lugar junto a Potenki, un gran estadista. Potenki conquistó Crimea, una península en el Mar Negro; feliz, la emperatriz lo nombró Príncipe de la región. Con este triunfo, se convirtió en la mujer más poderosa del mundo, desde Polonia hasta Alaska.
Cuando estalló La revolución en Francia tuvo pánico de que se extendiera a otros países y perder el poder. -Estalló La Revolución Francesa. La aristocracia fue derrocada; en los cuatro años del Gran Terror, murieron trescientos mil seres guillotinados.
El general Napoleón estaba en la campaña de Italia y era un general de veintiséis años, todavía no un peligro. La emperatriz amaba Francia; mantenía correspondencia con Diderot, que pertenecía al grupo de los Enciclopedistas y también con el filósofo Voltaire. Diderot aceptó su invitación para conocer San Petesburgo.
Su hijo Pablo I era inestable e incapaz. No amaba su país y jamás aprendió su lengua ni se hizo ortodoxo. Solamente pensaba en los alemanes y amaba el ejército militar; no era el heredero ideal. La Emperatriz buscó los mejores maestros de La Ilustración, pero nadie pudo cambiarle sus ideas. Se consideraba a sí mismo un alemán en tierras desconocidas, similar a su padre en todas sus falencias.
Pablo tuvo dos hijos Alejandro y Constantino, que creó la emperatriz en L´Hermitage. Alejandro era su preferido. Quería siempre tenerlos a su lado. Pablo tuvo más hijos, pero éstos vivían con sus padres en una semi fortaleza, vigilada por su madre.
Muere Catarina. Su hijo Pablo I sube al trono. Desde ese momento decretó que sólo los varones podían reinar. Tenía treinta y cinco años. Rusia no lo amaba y querían que subiera al trono su hijo mayor Alejandro, que no era tirano ni caprichoso; su reinado no duró mucho tiempo: todo lo que hizo fue desastroso. Lo mataron y Alejando I siempre se sintió culpable pues -aunque no participó- tampoco detuvo el golpe.
El zar era muy bello; culto, diplomático pero indeciso; quería una Constitución, aunque no terminaba de decidirse porque era perder el poder de un zar autócrata.
En Francia, Napoleón era emperador. Junto con el Zar firmaron un tratado de paz. Pero, a escondidas de Francia, el Zar se alió con Inglaterra -en contra de Francia- Napoleón, indignado, encontró una causa para invadir a Rusia, con medio millón de soldados; él era su comandante.
Los rusos conocían los ciclos más apropiados para la guerra en su país. El invierno llegó, cuando el Emperador invadió Moscú, los rusos se llevaron todo lo que el ejército podía necesitar e incendiaron los pueblos por donde pasaban los franceses. Al no poder abastecer a los hombres ni a los caballos, morían en medio de un frío de temperaturas bajísimas: el invierno ruso lo derrotó. Por tercera vez quemaron Moscú,
fue incendiada. Napoleón abandonó su ejército en ruinas y regresó a París, cuando vio la derrota de su campaña. Recién en ese momento los rusos aniquilaron a los franceses. Quedaron veinticinco mil del medio millón inicial: fue el comienzo del derrumbe Imperial.
El zar Alejandro quería devolver a cada país europeo su auténtico rey y eliminar los hermanos del Emperador, que no eran reales y gobernaban de modo desastroso. Como vencedor de Napoleón, Alejandro I fue a París hasta que el emperador dejó Francia y partió para Santa Helena; regresó a Rusia con reformas liberales que no logró imponer. Se fue convirtiendo cada vez más en un místico y poco después murió.
Al no dejar descendencia, quedaba en primer lugar su segundo hermano, Constantino quien rechazó la corona, enviando una carta desde Varsovia, donde residía, siendo virrey de Polonia, totalmente alejado de la corte rusa. Subió entonces el tercer hermano, Nicolás I, que había vivido con sus padres sin ser educado en la Corte.
Los Decembristas fueron un grupo que no se oponía al zar, pero sí exigían ciertos cambios. El joven Dostoievski se apasionó discutiendo con los jóvenes reformadores, que predicaban la no censura y que el emperador tuviera menos derechos y fuera más humano. Entre ellos había nobles imperiales que apoyaban a los setecientos rebeldes vencidos; sus jefes fueron enviados a los cepos y el resto a Siberia. Algunas mujeres muy valientes abandonaron a sus hijos y los acompañaron. No podían regresar de Siberia, aunque sus maridos murieran. Fue el principio de los cien años de revolución. La política era ilegal; todo se hacía clandestinamente.
Dostoievski acudió a algunas reuniones de este grupo y soportó cuatro años de trabajos forzados y dos más viviendo en Siberia, como simple soldado raso, sin poder escribir ni una sola línea que no fuera leída y supervisada por la policía durante el resto de sus días. Tuvo la suerte de no ver a su amada Rusia desangrada.
-Nicolás I fue vencido en Turquía. Una semana más tarde, el Zar muere.
Subió al trono su hijo, Alejandro II, menos cruel y más humano. Quebrantó el régimen draconiano impuesto por Nicolás I, autócrata. Alivianó los tormentos de los decembristas que con el tiempo pudieron regresar, como la princesa María Volkonsky, casada con un Príncipe Imperial con sus dos hijos nacidos en Siberia; incluso les devolvieron sus magníficas posesiones. Pero muchos habían muerto o no deseaban volver, luego de un cuarto siglo de destierro. Se establecieron, ancianos y débiles, en alguna ciudad del Norte con la familia que habían armado en el exilio.
Alejandro II modernizó el ejército de Crimea. Dos años antes de que Lincoln emancipara a los negros, Millones de siervos fueron liberados y cien millones de hectáreas del zar y de la aristocracia fueron repartidas entre ellos, indemnizando a algunos propietarios; los campesinos debían amortizar en cuotas las tierras cedidas durante cuarenta y nueve años. Pero los siervos no estaban en mejores condiciones económica: el zar les devolvió la dignidad, pero los campesinos seguían en la miseria; las parcelas eran más pequeñas que las arrendadas, cuando eran siervos; no podían pagar los préstamos por la tierra adquirida ni los impuestos y no podían adquirir el material indispensable para la agricultura; ésta decayó, sin convertirse en la espina dorsal del país, como esperó el zar.
Moderó también la censura de la prensa; puso jueces inamovibles, jurados para la primera instancia, audiencias públicas, jueces de paz. El pueblo sentía un profundo respeto por Alejandro II. Fue un liberal, pero sus reformas contradictorias llegaron tarde. Las mejoras económicas y sociales no convencieron al pueblo; hubo atentados. Estalló la rebeldía entre la juventud en los barrios de Moscú y San Petesburgo, donde discutían filosofía, influidos por occidente; los llamaban nihilistas, en 1862; otros negaban los valores y proponía abolir el poder del Estado para vivir libremente.
Alejandro II hizo reformas y aceptó compartir el poder con un Parlamento. Sin embargo, el pueblo no estaba satisfecho. Hubo dos atentados contra él. Finalmente le tiraron una granada al pasar su coche y murió. Los revolucionarios creían haber vencido.
Su hijo Alejandro III construyó la Catedral de San Salvador, sobre la sangre derramada de su padre. Odiaba la política más permisiva de su padre. Orgulloso, sin talento, vivió encerrado en un castillo en San Petesburgo por temor a las bombas o balas. Consideraba al Parlamento la gran mentira del siglo.
El conde Tolstoi le escribió una carta, donde le pidió al zar liberar a los que habían provocado el atentado del zar. Estaba en desacuerdo con los dos métodos utilizados, las reformas liberales y la represión ¿Por qué no intentarlo desde la caridad cristiana? Era el profeta de Yasnaia Poliana, la finca que poseía cerca de Moscú y donde escribió Guerra y Paz y Ana Karenina.
No estaba de acuerdo con el gobierno que mantuvo en Finlandia una política absolutista y brutal, bajo el lema una sola lengua, una sola fe, con persecuciones masivas contra los judíos, tenidos por enemigos o contra los que fracasaban en su proyecto y eran enviados a los campos de concentración a Siberia. Algunos pocos pudieron escapar hacia occidente. Solo en el exterior se podía discutir la política nacional.
Dostoievski escribió sus últimas novelas: Crimen y Castigo, El idiota, los Hermanos. Karamazov. Estas novelas posteriores revolucionaron la literatura mundial, tornándose más místico. En sus temas se interesó por los humillados, por los marginados, los oprimidos, los malhechores, los extraviados, los intelectuales como Iván o el místico Alexis. No aceptaba los ataques de Turgueniev contra la aristocracia.
El Zar hizo construir cuarenta y seis vías férreas, creando industrias y fábricas. La ciudad tenía un millón y medio de habitantes.
Hubo un primer intento de asesinarlo en 1866. Una bomba explotó ante su coche. El zar bajó para socorrer al cosaco herido y una segunda bomba lo dejó con las piernas destrozadas. Murió pocas horas más tarde.
.El Paneslavismo
Rusia era un país industrial en ese entonces con una importante red ferroviaria a principio del siglo. Producía metales; tenía minas de hulla; los obreros de seiscientos mil se duplicaron; había bancos.
La ambición era unir todos los pueblos eslavos bajo la autoridad del zar. Dostoievski y Tolstoi apoyaron el proyecto de expansión en Asia central. China cedió en el este a Rusia territorios donde construyeron un puerto.
Nicolás II, segundo hijo de Alejandro III fue el último zar. Tenía veintiséis años, indeciso y poco apto para reinar. Casado con Alexis, nieta de la Reina Victoria, Tuvo cuatro hijas y por fin nació el zarevich, un precioso bebé que -a los nueve meses- se enteraron de que padecía hemofilia, lo cual los desintegró y los hizo aún más retraídos. Su mujer, creada en Alemania era nieta de La Reina Victoria, de donde proviene este mal, que las mujeres heredan y los hombres lo sufren.
Alexis era muy tímida, no apta para el papel de zarina; quería estar en familia, con su marido, al cual idolatraba, y con sus hijos. El pueblo hambriento no la quería. La situación empeoraba. La zarina nunca hizo nada para mejorar la situación de los campesinos; ni siquiera estaban enterados en la Corte de lo que sufría el pueblo.
Un hombre medio brujo, pueblerino, rudo, maníaco sexual, ejerció enorme poder sobre la zarina, porque aliviaba los sufrimientos de su hijo cuando sufría una hemorragia. Incluso a distancia mejoraba al zarevich, lo cual ganó la confianza absoluta de Alexis. Lo consideraba su amigo y estaba bajo su total influjo.
La guerra inútil contra Japón
Fue un fracaso rotundo y sin sentido para la flota rusa mal equipada. El problema fue Manchuria. Tokio rompe relaciones con Rusia. La flota nipona, según el modelo británico, atacó a una escuadra rusa y al mes pudo rodear la ciudad. Los japoneses eran magníficos soldados con una valentía asombrosa.
El zar envió la flota rusa del Báltico pero eran barcos no aptos para largas travesías por el océano. Los oficiales eran poco competentes y los barcos necesitaban ser reparados; no tenían ninguna posibilidad de éxito. Perdieron las dos terceras partes de sus trescientos barcos en una sola batalla. Fue un desacierto impulsado por la zarina. Rasputin aconsejaba a la emperatriz: todo el pueblo lo sabía y lo detestaba. Pedían al zar que lo alejara del gobierno y de la Corte.
El zar aceptó que mediara Roosevelt por la paz. Entre los puntos del tratado, Rusia evacuaría Manchuria; por segunda vez en una década Japón derrotó al gran imperio ruso con victorias catastróficas.
El zar, por consejo de la emperatriz, dudaba en aceptar un poder con una Constitución y con un Parlamento.
En Enero ciento cuarenta mil hombres en San Petesburgo llevaron al palacio imperial una carta pidiendo al zar que creara una Asamblea legislativa, separara la Iglesia del Estado, leyes de protección laboral y el fin de la guerra contra Japón, pues se pagaba un alto precio por ella. La petición era dramática: “Estamos asfixiados por el absolutismo y lo arbitrario. Se nos trata como esclavos que sufren y callan. Se nos oprime cada vez más”.
Los manifestantes confiaban en el zar. Se dirigieron a la residencia de verano, pero la familia imperial se encontraba en otro lugar. Los esperaba en cambio el ejército con las armas cargadas. La multitud huyó pero las tropas la persiguieron hasta la noche. Al día siguiente San Petesburgo no tenía tranvías ni telégrafos ni teléfonos ni luz eléctrica. Hubo miles de muertes y dos mil heridos. Fue un domingo sangriento.
Revolución 1905
La clase media se unió al pueblo. La chispa revolucionaria se despertó en las ciudades y en el campo; hubo huelgas; atacaron residencias aristocráticas y hubo más atentados. También prendió la revolución entre los militares y la marina. Hubo motines y desertores en Manchuria. Algunos oficiales fueron asesinados.
En octubre estalló una huelga general obrera en las ciudades e industria, lo cual hizo que el zar capitulara y prometiera establecer una Constitución con un ministro como presidente, intentando restaurar el orden. Siguieron los combates en las calles de Moscú y la artillería destruyó barrios enteros.
En mayo la Duna (la cámara impuesta al zar) tuvo una primera Asamblea pero el zar la disolvió, dirigiendo una proclama y aduciendo sus derechos absolutistas. Más disturbios con prohibición de diarios, encarcelamientos, ejecuciones y deportaciones. El zar exoneró las cuotas que debían pagar los campesinos por las tierras que les había cedido Alejandro II y que los ahogaba La decisión llegó tarde.
1907
Inglaterra y Rusia firmaron un acuerdo de no meterse en los asuntos del Tíbet ni Afganistán ni en los intereses de Persia y su división en tres partes. Fue el inicio de la triple Entente, copia de la firmada por las potencias centrales. Después de la revolución y la Duma, el Partido tomó medidas para evitar otras revoluciones y elaboró un poder monárquico constitucional.
Año 1914.
Comienzo de la I Guerra Mundial. El zar asumió personalmente el mando entre 1914-1915 y mandó un ejército mal equipado a pelear contra Alemania. No quedó mano de obra para sembrar ni cosechar y la hambruna fue total; morían los soldados rusos de a millones. La industria se detuvo. El pueblo volvió una vez más los ojos hacia la revolución.
La zarina quedó como regente con la ayuda del monje siniestro; ambos no hicieron más que desastres en el gobierno. Rasputin nombraba los ministros a su antojo, negándose a nombrar a los ministros que la Duma elegía. Hubo doce ministros distintos en unos meses. La zarina confiaba ciegamente en él. El zar débil aceptaba por carta los cambios pedidos por la zarina y apoyada por Rasputin. El zar dirigía las tropas desde un tren.
Se agravó la crisis; los obreros abandonaron el trabajo y fueron al centro de la ciudad e intentaron asaltar los edificios públicos; incendiaron el palacio de Justicia y hubo doscientos muertos. El gobierno movilizó a los cosacos, a la policía montada y llamó a la infantería pero ésta, formada por campesinos, simpatizaba con los amotinados. 25.000 padres de familia se unieron a la revolución; una compañía militar se negó a disparar a las masas; otra fusiló a los jefes. Moscú y Kiev siguieron los ejemplos de San Petesburgo. Nicolás II perdió el apoyo del ejército y comenzó la anarquía.
Asesinaron a Rasputin en un atentado en el palacio de uno de los príncipes imperiales, que pudo con ayuda escapar a Francia.
Abdica Nicolás II a favor de su hijo, bajo la regencia de su hermano el duque Miguel, pero éste no aceptó el trono en esas condiciones y Rusia quedó entonces bajo un gobierno provisional. El zar regresó de inmediato y su familia y él quedaron presos primero en su residencia de verano pero luego los llevaron a Siberia.
Los rusos ansiaron la revolución por un siglo, pero cuando la alcanzaron, se asombraron. Dos organismos se disputaban el poder: la Duma y los Soviets. Los ministros huyeron; se disolvió la Duma y se formó un gobierno provisional. Se estableció el Soviet Supremo de obreros, soldados, marinos y estudiantes que vigilaban al gobierno provisorio.
Comparada con la Revolución Francesa fue menor el daño causado; además siguió otro curso: renunció a toda anexión y conquista, centrando su único objetivo en defenderse de los imperios centrales.
Lenin
Estaba en Suiza. Lo recibieron con tal entusiasmo que sorprendió incluso al líder.
El manuscrito sobre la evolución del capitalismo en Rusia le costó tres años en Siberia. Se unió al movimiento revolucionario. El gobierno había ejecutado a su hermano en un atentado.
Abandonó el país para continuar desde el extranjero la lucha y se fue a Munich. La actividad terrorista era insuficiente sin un final concreto; se necesitaba el proletario industrial; había que crearlo. Publicó un diario “La Centella”. Los exilados social demócratas rusos en Londres se interesaban por los bolcheviques que tenían el mando.
Tenía diferencias con Trotski, quien llegó a Rusia en Pascua de 1917 en un tren alemán, siendo el jefe indiscutido de la revolución, que dirigió con mano enérgica. Debía encauzar a las masas y el pueblo debía ser el modelo de propaganda dentro de una organización central contra el régimen capitalista.
La revolución bajo el mando del partido Bolchevique
Fue una revolución proletaria en un país atrasado en la industria. Obtuvo el apoyo de los campesinos y algunos simpatizantes ricos.
Los puntos más importantes de la tesis de Abril fueron.
· Era una guerra imperialista, donde el pueblo carecía de poder.
· Renuncia a las anexiones.
· Propaganda contra la guerra.
· La revolución burguesa cede el paso a la proletaria.
· Ruptura contra el gobierno provisional.
· República de los soviets para el pueblo.
· Supresión del ejército, la policía y la burocracia.
· El nuevo régimen sería una República de soviets obrera y campesina.
· Nacionalizar la banca.
Trotski interviene en la producción y distribución. Llegó a San Petesburgo pero no se adaptó al medio ruso. Lenin lo mantuvo ligado en la dirección de la revolución.
Cuando los bolcheviques tuvieron mayoría, Trotski actuaba en nombre de los soviets como presidente de Petrogrado (ex San Petesburgo) Treinta mil obreros fabriles se declararon en huelga y más setenta y tres empresas.
Lenin y Trotski coincidían en la imposibilidad de combatir en esa desorganización. Los obreros, apoyados por los campesinos, reclamaban las tierras cedidas por el zar Alejandro II y se lanzaron contra las fuerzas armadas.
En octubre, Keremski fue nombrado presidente; la mayoría de los rusos desechó una democracia al estilo occidental. Se instaló la pena de muerte; Trotski se puso al frente del ejército pero fracasó, pues jamás había mandado un regimiento.
Lenin había huido, acusado de espía alemán pero, frente a la derrota del presidente Keremski, regresó de Finlandia. Era la lucha entre ambos. Muchos creían que el Partido Social Revolucionario de los campesinos salvaría a Rusia de la anarquía. Se dejaron engañar por la opinión del Pravda. Stalin, recién llegaba del destierro de Siberia.
Ese mes hubo otra revolución y la dictadura bolchevique creció velozmente. En Abril de 1917 tenía setenta mil miembros y en agosto contaba con 240.000. Tenía 1/6 parte del Congreso general de los soviets y ¼ parte de los diputados. Lenin organizó el partido con mano férrea. Contaba con Stalin y se enfrentaba con Trotski. El movimiento se extendía de Moscú a Kiev. La paz y la tierra para los campesinos fueron las consignas. El Congreso aceptó el golpe de Estado y la tesis de Lenin que cambió el criterio bolchevique, adoptando el suyo; la tierra para los campesinos, no para los soviets y el poder para los soviets no para el Partido comunista, como se sostuvo en un principio.
Trotski obtuvo el puesto en asuntos exteriores y Stalin obtuvo la nueva comisaría. Se dictó la declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado, similar a los derechos del hombre en Francia. La Asamblea creó un comité con personas listas para defender la Tesis pero sin violencia. Obtuvieron ¼ parte de los votos. Al día siguiente se disolvió la Asamblea Constituyente.
Los aliados rompieron relaciones diplomáticas con los bolcheviques. El zar había firmado tratados secretos con ellos, repartiéndose territorios, si vencían. La libertad de Bélgica y Serbia fueron una excusa platónica. El gobierno soviético se negó a pagar las deudas, en especial con Francia. Moscú se convirtió en la nueva capital de Rusia y San Petesburgo cambió su nombre por Petrogrado.
En Europa, los gobiernos eran contrarios a los bolcheviques en Ucrania, Polonia, los Estados Bálticos y en Siberia. Los mencheviques estaban apoyados por los checos y Japón; se debía alcanzar la paz.
Lenin no podía oponerse a Europa, pues los países centrales ocupaban gran parte de Rusia. Soñaba con provocar revoluciones sociales en Occidente sin intervenir pero con su ayuda.
En 1917, en un congreso, Stalin declaró la independencia de Finlandia, porque esperaba que los obreros derrotaran al capitalismo y crearan una República proletaria. En 1918 declaró que la independencia sólo podía darse en los países socialistas. Ucrania, era el granero ruso, pero el país proclamó su autonomía y su independencia.
Los bolcheviques propusieron a Alemania y a los aliados una paz sin anexiones ni indemnización y la autodeterminación de los pueblo de disponer por sí mismos.
Los aliados no sabían cuánto tiempo Lenin se mantendría en el poder y esperaban mayor comprensión con las potencias centrales derrotadas.
Alemania reconocía la necesidad de una victoria en el Oeste, antes que EE.UU. entrara en guerra. Deseaba finalizar la guerra contra Rusia para trasladar los ejércitos al Oeste.
Los países centrales y Rusia comenzaron las negociaciones a principio de 1918, en una ciudad ruso- polaca. Lenin deseaba la paz de inmediato pues confiaba en una revolución alemana contra el káiser. Trotski no estaba de acuerdo. Si Alemania atacaba a Francia se desplomaría la revolución socialista en Europa Central. El Comité rechazó el proyecto de Lenin y dejaron a Trotski libre de llevar adelante su plan. Trotski proponía un armisticio sin guerra y sin paz; rechazó el ultimátum germano- austríaco. La negociación fracasó. Los imperios centrales lanzaron una ofensiva y lo que Lenin defendía se cumplió. Los enemigos invadieron Ucrania y llegaron a las puertas de San Petesburgo, llamada ahora Petrogrado.
Sé firmó la paz. Rusia cedía Polonia, Lituania y los Países Bálticos; aceptó la independencia de Ucrania exigiendo la venta de sus cereales en primer lugar a Rusia. Estonia y Letonia fueron estados independientes. Finlandia la obtuvo con ayuda de Alemania que estaban en contra de los soviets.
Paz con Rumania
Los aliados consideraron a Rusia aliada a Alemania y apoyaron a los bolcheviques blancos. Stalin logró con los comunistas rojos su primera victoria, si bien el abastecimiento desde Siberia quedó bloqueado. Se amotinaron los campesinos agotados por la falta de víveres, que exigían los rojos. En Moscú estallaron motines. Para evitar que el zar y su familia fueran restaurados por los blancos los asesinaron. Cuando las tropas antisoviéticas llegaron el 20, el 16 estaba toda la familia muerta.
Lenin envió a la familia real a Siberia y pocos meses después, cuando supieron que los blancos pensaban salvarlos y restituirles el poder, los rojos fusilaron a toda la familia en un sótano; les echaron cianuro y los quemaron, enterrándolos por separado. Nadie quiso ayudarlos ni protegerlos, ni siquiera el rey de Inglaterra, tío de la zarina, una de las nietas predilectas de la Reina Victoria. Nadie quiso comprometerse en la revolución rusa. luego de una guerra mundial.
Hace unos años fueron desenterrados y los llevaron a un sitio más acorde a su condición real.
Esto fue el fin de los zares de todas las Rusias y el comienzo del comunismo.
En 1918 se firmó la paz
los países centrales evacuaron a los rusos y el gobierno soviético declaró nula la paz e inició acciones contra los burgueses de Letonia y Estonia; los vencieron y declararon la guerra a Ucrania.
Soviets de obreros y soldados se estaban formando en Alemania, Hungría y Baviera.
Los aliados atacaron a Rusia: Wilson se opuso y cada uno actuó según su propio beneficio. Inglaterra y Francia fueron derrotadas y se limitaron a enviar ayuda y dinero apoyando a Polonia y Rumania.
En 1923 los soviets lograron equilibrar sus condiciones en Europa y en Asia y llegar a las fronteras antiguas zaristas con Persia y China. Trotski salvó una vez más la situación.
Guerra ruso polaca
En 1916 se creyó libre pero la redujeron. Stalin penetró en Polonia y ocupó Lituania en el norte. Polonia tuvo que rendirse a los bolcheviques; incluso Inglaterra los aconsejó pero Francia los ayudaba con instrucción bélica, y atacaron con De Gaulle al frente. La batalla de Varsovia derrotó a los rusos.
La nueva frontera oriental polaca se extendió en tierras de Rusia y de Ucrania, más allá de la fijada por los aliados.
El comunismo de guerra
Lenin organizó ese país atrasado respeto a la civilización occidental y tan pobre en industria. Las nacionalizó como también el FCC y el transporte, mina, metalurgia e industria textil. Los pequeños campesinos conservaron su tierra pero los obreros agrícolas sin tierra les quitaban los animales y las cosechas. Hubo seguros sociales, se abolieron los títulos nobiliarios de herencia, se introdujo el matrimonio civil, se separó la Iglesia del Estado, se apoyó el divorcio y los hijos naturales.
Consecuencias: el rublo de desvalorizó, el comercio interior se redujo y el abastecimiento fue difícil. No era posible en estas condiciones una revolución comunista mundial. Sin embargo hubo un movimiento comunista en el mundo.
En Marzo nació la República soviética de Hungría y en Abril en Baviera aunque fracasaron con la ocupación de las fábricas en Italia y la huelga revolucionaria en Checoslovaquia.
El segundo congreso llevó de nueve puntos a diez y ocho y luego a veintiuno como la tesis de Moscú. El ejército rojo puso fin a la intervención extranjera y a la contrarrevolución del interior. En el tercer congreso Lenin enfermó. Trotski deseaba mantener buenas relaciones con Alemania y los otros gobiernos aliados.
Nueva política económica (NEP)
Los campesinos pudieron vender el excedente en el mercado libre mediante el pago de impuestos. El gobierno juzgó que el incentivo impulsaría la producción. Fue un éxito pero afectó a la agricultura y a los bienes de consumo. El estado tenía mano firme sobre la banca, la industria pesada, el transporte y el comercio exterior. La democracia cedió ante la dictadura. Lenin exigía disciplina.
En Occidente el capitalismo resistía mejor que el zarismo. Aplazaron la revolución comunista mundial e invitaron a industriales, ingenieros, técnicos y empresarios de EE UU a colaborar en la reconstrucción del país. Luego se aproximaron a Suecia, Persia y Turquía. No se hicieron cargo de las deudas y los acuerdos secretos.
Biblioteca. Griemberg. Historia Universal, (varios tomos)
II Guerra Mundial Batalla de Stalingrado
Batalla de Stalingrado
Enfrentó al ejército alemán y a las fuerzas soviéticas durante la II Guerra Mundial. Fue el duelo límite que libraron Stalin y Hitler, batiéndose en medio de una ciudad industrial, a orillas del Volga.
Esta espantosa batalla se prolongó durante varios meses y en ella murieron un millón de personas, hombres y mujeres soviéticas; fue un giro decisivo en el conflicto: Hitler empezó su declive.
Aún hoy, no se pudo calcular con exactitud el número de muertes o heridos, pues muchos soviéticos escaparon. Con las víctimas alemanas -por ser militares- fue más fácil el cálculo. La Wehrmacht perdió unos 300.000 militares; 100.000 soldados de las tropas aliadas: rumanas, húngaras, italianas, croatas y otras: fue una de las batallas más sangrientas de la historia, alcanzando el apogeo de la violencia armada. Fue una lid a muerte entre dos ejércitos y dos ideologías diferentes, entre dos dictadores megalómanos, donde uno logró salvar a Europa del nazismo. El triunfo de Stalin llevó a la caída de Hitler que sería el germen de la Guerra Fría, en la década del 50.
Estos dos tiranos totalitarios convirtieron a los civiles en víctimas acorraladas entre la doble pinza de un führer decidido a vencer al adversario. Fue el máximo exponente de una guerra industrial, dónde terminaron enfrentándose cuerpo a cuerpo. Cuando finalizó, ambos contrincantes se encontraban exhaustos. Alemania, por la humillante derrota; La Unión Soviética, por los efectos de la revolución de 1917 y la cruel guerra civil que siguió entre los rusos blancos -que defendía al zar- y los rojos -los bolcheviques-.
Entre 1924 y 1937, Stalin realizó purgas entre los oficiales, de las cuales debe haberse arrepentido: 16.671 fueron expulsados y muchos terminaron sus días en Siberia. (Los hubiera necesitado en Stalingrado).
En 1939, el pacto de no agresión entre los germanos y los soviéticos sellaba intereses diferentes entre los dos dictadores. Uno, podría concentrar sus esfuerzos en el oeste; el otro, reconstruir su deficiente ejército. Pero el desprecio de Hitler por la inferioridad eslava lo incitó a atacar a Rusia. El führer tropieza con Gran Bretaña, potencia naval empeñada en ejercer el control del continente europeo. Hitler pensó que, conquistando Rusia, Inglaterra se vería en graves complicaciones.
La ofensiva -en el año 1941- toma por sorpresa a Stalin, quien se encuentró en inferioridad, con un ejército menos eficiente que el magnífico ejército alemán. Hitler y Stalin cometieron errores; apartaban con frecuencia los jefes a cargo de las operaciones, no tomando decisiones de peso en ese complejo e incierto final. Stalin demostró ser más fiel a sus generales y consejeros que su contrincante.
Ese año, el ejército alemán parecía invencible; derrotó en pocas semanas a Francia, siendo el enemigo más importante, pues contaba con más maquinarias bélicas mecanizada.
Los aviones de Hitler eran dueños del cielo, excepto de Inglaterra.
El führer venció en todos los objetivos que se propuso. Los alemanes
creyeron que la guerra llegaba a su fin con las victorias en el frente
occidental.
Los primeros días entre los soviéticos reinó la confusión; parecían encantados por el adversario. Se hallaban en un estado de gran excitación; el hombre de acero que gozaba de una autoridad absoluta, está dispuesto a hacer concesiones, pero Hitler no quiso parcelas de tierra ganadas sino un duelo a muerte entre los dos ejércitos.
El Reich preparó durante meses la Operación Barbarroja, como la llamó. Prevista para mayo, se postergó hasta junio por el clima, similar a la fecha elegida por Napoleón. El ejército cuenta con miles de soldados, 3.600 tanques 2.700 aviones. Dividido en tres grupo -similar a 1912- uno en el norte, otro en el centro y el tercero en el sur, distribuidos en un frente de cientos de Km.
Hitler se instala en Prusia oriental y dirige a distancia las operaciones. Stalin está en el mando, pero otro es el hombre clave en el campo de batalla. La ofensiva, la comunicación y la logística fueron superiores en los alemanes.
Se utilizaron 750.000 caballos porque tenían problema para abastecer sus tanques; un Panzer sin combustible estaba condenado a no funcionar. La fuente de energía rumana fue insuficiente y el Reich apunta a los pozos petroleros del Cáucaso: será la causa indirecta que condicionará toda la campaña.
Stalin en Moscú, permaneció en silencio. Cuando habló por radio, había perdido 600.000 hombres, un tercio de los efectivos. Antes de finalizar la guerra, serán 2.800.000 los muertos, prisioneros y desaparecidos. En el primer momento la Luftwaffe aniquiló por completo los aviones soviéticos en el frente.
El ejército ruso cede frente a los tanques que avanzan en dirección a Moscú, a una velocidad que son incapaces de seguir. Hitler cree en la victoria. San Petesburgo está amenazada por el norte, Ucrania en el centro y Crimea en el sur; después del inicio del ataque, Moscú sufre el primer Reid aéreo.
La primera etapa fue la mejor para los alemanes. Su inteligencia estratégica era superior a la de Stalin, que era lento en sus decisiones y no le gustaba pasar a la acción. Pero se apoyó en aquéllos que eran la fortaleza de Rusia: el pueblo y la hostilidad del país más el clima y la distancia .
El Reich decide acciones fútiles, siempre con la ilusión de que sus deseos se conviertan en realidad; nervioso, se siente impotente y no hay modo de disuadirlo en sus decisiones.
Stalin vuelve a purgar a los responsables militares y “promete a las tropas que caigan en poder del enemigo, purgar a sus familias de un modo poco deseable”. Intimidando así a los soldados rusos, que prefieren morir antes que rendirse se opondrán al frente enemigo. Si fueran prisioneros, tampoco gozarían de los Convenios de Ginebra, porque la URSS no adhirió a esos tratados.
Las mujeres intervendrán en una gran batalla, devoradora de vidas humanas. Otra ayuda para los soviéticos fueron los millones de prisioneros en Siberia, que se sumaron voluntariamente a las tropas soviéticas, porque consideraban un premio morir de una muerte segura que seguir en los campos siberianos.
En Septiembre, Hitler reorganiza totalmente la formación, aunque semanas después cambia su decisión, prefiriendo un movimiento en pinza, lo que fue una irreparable pérdida de tiempo. El clima se impone; las fuertes lluvias del otoño interrumpen la marcha y se deberá esperar las primeras heladas para avanzar a mitad de noviembre. Las bajas temperaturas en los primeros días de diciembre ponen fin a la campaña de 1941. Los Panzer con el hielo frenan su marcha y se complica abastecerlos. El frío, el viento y la nieve aniquilan al ejército, sin tener la ropa ni el equipo apropiado. Están a 15 Km de Moscú pero no pasarán ese límite. El ejército soviético diezmado resiste, pese a las dificultades. Hitler no logra tomar Moscú; conquistó inmensos Km. de tierra, aunque las pérdidas fueron inmensas de ambos lados. La campaña de 1941 fue la más mortal de toda la II Guerra Mundial
El ataque de Pearl Harbour -el 7 de diciembre- obliga a los EE.UU. a entrar en la guerra. Hitler aplaza su deseo de obtener la victoria en 1942 y entra en Stalingrado.
Todo ese tiempo, Stalin reorganiza su base industrial, trasladada más lejos del Ural, protegida por los bombardeos aéreos y refuerza los soldados desde Siberia con nuevas tropas de los prisioneros y con otras que luchaban en otro lugar. Stalin aguarda una nueva ofensiva alemana; quiere contraatacar en pleno invierno; no tiene intención de aguardar una nueva ofensiva. Cerca durante varias semanas 100.000 soldados en la región de Nóvgorod, de donde a duras penas escapan los alemanes, gracias al apoyo de la aviación. Esta decisión del enemigo condiciona al Führer respecto a Stalingrado. Pondrá en jaque a los soviéticos que sufrirán enormes pérdidas.
Los combates desgastan también a La Wehrmacht, sin mencionar el intenso frío con temperatura bajísimas bajo Cero y las tropas mal equipadas para enfrentar ese clima.
Las ofensivas de Stalin se perciben como fracasos en 1941, como una guerra de desgaste. Con el deshielo de marzo 1942 se suspenden las operaciones. Stalin organiza su frente en dos grupos pero sus fuerzas se concentran en defender Moscú.
Hitler cambia de estrategia y pospone la marcha a la capital; su objetivo es arrebatarle los pozos de petróleo del Cáucaso a fin de tener esa fuente de energía vital para sus ejércitos y a la vez despojándolos a los rusos de esos recursos. Para atraer las tropas soviéticas hacia el sur, debilita la defensa de la capital. Ese grupo será el que lleve la ofensiva a las órdenes del comandante Von Bock, quien toma el mando, luego de la destitución y la muerte de Rommel, a punto de conquistar el Cairo, una catástrofe para los ingleses e ideal para el Reich- quien, tomando Moscú, sería el dueño de Europa a fin de ese año. Percibe que los soviéticos agonizan. A mitad de julio se instala en Ucrania pero cambia de nuevo sus planes: el grupo B debe tomar Stalingrado y enviar luego tropas motorizadas hacia el Caspio. El grupo A debe invadir el Cáucaso y asegurar el control oriental del Mar Negro. Su entorno se muestra escéptico; Hitler se funda en la debilidad del enemigo y en el apoyo de la Wehrmacht. Está convencido de que los soviéticos no podrán resistir mucho tiempo. No era nada fácil llegar al Volga y a Stalingrado, aunque el tercer Reich está convencido de su nuevo plan.
Pero la realidad será otra. No se imaginó las dificultades con las cuales se encontrarían los alemanes en esa ciudad. Stalingrado no contará con el suficiente apoyo de los Panzer, que Hitler concentró en el otro lado.
Stalin está decidido a resistir, no importa las pérdidas y el sufrimiento de los soldados y del pueblo. El enfrentamiento se reduce. La batalla en este amplio país de miles y miles de Km. se definirá en un diminuto espacio y en una zona urbana con sólo armas blancas, las granadas y los fusiles. En ocasiones sólo piedras.
Stalingrado era en ese entonces una ciudad industrial con medio millón de habitantes, que fábrica en especial tractores; siendo un puerto importante del Volga -río que atraviesa Rusia de norte a sur y corta la ciudad en dos-. En la guerra se concentró en la producción de tanques. Algo es seguro: quien salga vencido no podrá recuperarse.
1942: septiembre, el calor es insoportable con temperaturas altas.
Se imaginan al otro día en la ciudad y refrescándose en el Volga. La aviación envía 600 aviones: 40.000 personas mueren en el acto. El general alemán planea llevar a las personas del otro lado del río, pero le es imposible frente al rechazo de Stalin. Deben defender la ciudad hasta el último suspiro; las consecuencias serán atroces para los soldados, que no respalda el Ejército Rojo:
13.500 soviéticos -entre soldados y civiles- serán fusilados durante el combate. Tienen cada uno como toda arma un fusil y municiones. Las familias son trasladadas al otro lado del río pero 50.000 quedan atrapadas en ese infierno. Los lanzacohetes montados en camiones, muy destructivos pero imprecisos, provocan más muertes y heridos. Los rusos luchan con una energía feroz, lanzando granadas y, como los animales salvajes, no se rinden.
Desde los aviones, los enemigos destruyen la ciudad, a fin de reducir a cenizas la producción industrial de tanques y minar la moral del pueblo. Hubo más muertos que en los ataques nucleares. En el pueblo quedaban diez mil habitantes, casi mil eran niños y sobrevivieron por milagro. Serafín deja su testimonio poco antes de morir en un bombardeo:
17 de sept. de 1942: “desde el domingo 13, los combates son brutales; llueven obuses (…) cinco días de bombardeo sin interrupción; es aterrador. Solo hubo alguna pausa muy breve. (…) Dormimos con miedo. Los aviones vuelan durante toda la noche sin lanzar bombas. Un avión (…) suelta lámparas sujetas a paracaídas, que ilumina todo como si fuera de día para observar. Desde que amanece reanudan los bombardeos. (…) De todos los días, el 16 de septiembre fue el más tremendo, ¡Qué horror el de ayer! ¡Qué horror!”
Las tropas alemanas también sufren muchas pérdidas, perdiendo decenas de miles de soldados muy jóvenes y sin ninguna experiencia. Perderán un millar diarios; los soviéticos perderán 2.500 hombres y mujeres.
Los soldados se aprestan a combatir al frente; Hitler debe organizar sus tropas aliadas formadas por rumanos, húngaros, eslovacos, italianos y españoles, enviados por Franco, poco confiables para proteger los flancos. El comandante se traslada en avión a Ucrania para reclamarle más apoyo y el führer se lo promete pero aguardará en vano.
“La batalla se libra por barrio, calle a calle, edificio por edificio, metro por metro”. Los germanos no están habituados a pelear de este modo y quedan librados a su suerte. Hay tiroteos de soldados escondidos en un techo, tras una ventana o en un lugar oscuro. Tiran decenas de tiros a un centenar de hombres, uno por uno, porque así tendrán más raciones de comida. Los hombres se enfrentan con granadas, lanzallamas, cuchillos y bayonetas. Todo, bajo los disparos de la artillería y de los morteros, los bombardeos
aéreos y los cócteles Molotov despedazan, reduciendo en trozos de carne, esparcidos en el suelo o contra los muros. El fuego devora casas, fábricas. Los Panzer avanzan con dificultad en las calles cubiertas de cadáveres. Se lucha hasta en las cloacas.
Los alemanes la llamaron nido de ratas. En un edificio podía haber soviéticos en el subsuelo, alemanes en el primero piso y rusos en el segundo y así sucesivamente. En medio del caos había que proveerse de comida, agua y municiones.
Antón K. Dragan, teniente joven soviéticos, describe un combate a fin de septiembre.” No éramos más de cuarenta. Sufríamos un ataque tras otro. Pensábamos que no seríamos capaces de resistir otro más, pero encontrábamos las fuerzas para seguir adelante”.
El combate duró cinco días. El sótano estaba plagados de heridos: sólo había una docena de hombres sanos: no había agua.
Los alemanes atacaron. “Desde el piso superior veíamos rostros macilentos y cansados con vendas sucias y con sangre, con sus manos firmes en los fusiles y sin miedo en los ojos”.
A unos cien metros, el soldado Hoffman lucha por un silo.
-16 de septiembre-: “Nuestro batallón más los tanques están
atacando el silo del cual sale mucho humo. El trigo se quema
en el interior: los rusos le prendieron fuego. El batallón
sufre muchas bajas. Quedan sesenta hombres en la compañía.
En el silo no son hombres, son demonios a quienes ni las
llamas ni las balas logran destruir”.
La batalla en ese silo dura hasta el 22 de septiembre: “nunca vieron combates tan crudos”. Hoffman se da cuenta de que los rusos no están dispuestos a rendirse.
-26 de septiembre.- “Después de tomar el silo, los rusos combaten con el mismo ardor. Ocultos en las casas y en los sótanos, nos disparan de todos lados: son salvajes que luchan”.
Hitler presiona a Paulus. Stalin recibe a Churchill y a un
representante de Roosevelt, que llegan con malas noticias; la
gran ofensiva en el frente Occidente, deberá esperar. Stalin está
solo para detener a los alemanes. Luchan con los medios que dispone.
El 12 de septiembre nace “La Operación Urano”. Difícil mantener alta la moral de las tropas y civiles. Stalin se mostró más hábil que su adversario. Mientras los soldados se hunden en la depresión, los soviéticos defienden “a la madre Rusia y al padrecito Stalin”.
Los alemanes sienten que Hitler los abandonó y están en lo cierto.
La propaganda lanza una campaña destinada al pueblo alemán, que muestra la invasión a un paso de la victoria y a punto de aniquilar a los rusos. Nadie verá en los cines de Berlín el infierno del cual no saldrán con vida. El optimismo del Reich contrasta con la realidad.
Hoffman escribe: “Nuestro regimiento no logró penetrar en la fábrica.
Perdimos muchos hombres. Para movernos debemos saltar sobre los muertos. Durante el día, el aire es irrespirable; no hay lugar para retirar los cuerpos y se descomponen ahí.”
Nadie tiene influencia sobre el führer. Se desdice, cambia de planes y vive en una burbuja de cristal, sumergido en los mapas y los desplazamientos, según su humor. Paulus espera órdenes que no llegan y, paralizado, es incapaz de una decisión para prepararse mejor frente al ataque del los rusos.
Stalin sigue las sugerencias y los planes de sus comandantes que retrasan diez días la ofensiva. Uno de ellos marcha de incógnito al frente, donde localizará las posiciones enemigas, acercándose a escasos metros para tomar la decisión clave, el punto exacto del impacto. El ataque se hará desde las tropas rumanas, que protegen los lados norte y sur del 6to ejército, pues no poseen buenas baterías antitanques y serían incapaces de resistir la agresión.
19 de noviembre de 1942
Los soldados se mantienen a la expectativa; nadie tenía conocimiento de la fecha. Los transportes son revisados y se les otorga los uniformes blancos de invierno. Todo examinado al mínimo detalle. Los soldados saben que será un día histórico y participan activamente.
Los alemanes no sospechan ningún cambio. La noche anterior una niebla intensa -junto a los copos de nieve que caen sin cesar- hará que el ataque sea desarrollado a ciegas. Un millón de soldados y miles de vehículos sin visión, a las siete de la mañana, marchan hacia una de las estratégicas más audaces en la guerra contra los alemanes. No imaginaban que fuera tan temprano ni tan masivo ni tan extenso.
El primer ataque cae sobre los rumanos, que resisten con valor pero, sin contar con los medios necesarios, claudican. Se ven miles de prisioneros que vagan sobre las estepas congeladas, bajo el asombro de los soviéticos. Decenas de ellos serán fusilados y siempre culparán al 3º y 4º regimiento de la derrota -que ya es evidente-.
Las tropas alemanas se encuentraban al oeste de la ciudad, donde la pinza se cerrará y los atrapará. Los que intentan escapar hacia el Este, se ahogarán en las aguas gélidas del río.
En setenta y dos horas, los rusos logran cercar al adversario. El 6to y 4to ejército tiene unos 86.000 hombres; los prisioneros son casi 300.000, de los cuales 7.000 solamente regresaron algún día a su patria. Hay 12.000 rumanos, cientos de italianos, prisioneros rusos y entre 20.000 y 50.000 voluntarios, quienes sufrirán una larga agonía.
Para Alemania, la situación es desesperante: tienen dos opciones; una, replegar las tropas y -si logran apoyo del exterior- podrían escapar; la otra es aguardar que el ejército pueda abrir una brecha en el frente, aunque la posibilidad es menor. El Reich se decide por la segunda sin vacilar, porque está convencido de que un puente aéreo será suficiente para abastecer las tropas.
Mientras tanto Stalin modifica la “Operación Pequeño Saturno”; los soldados sufren hambre en Stalingrado; los gigantescos bloques de hielo del Volga hacen muy difícil hacerles llegar provisiones y deben contentarse con vivir de sus raciones de chocolate y aguardar que el río se hiele para que lleguen los víveres de una orilla a la otra. Con el frío empeoran las condiciones y las heladas –para alegría de los soviéticos, que podrán cruzar el Volga a pie.
Para los alemanes del 6to regimiento, la situación se vuelve más intolerable. Hitler no mantuvo su promesa y unos 290.000 soldados murieron de hambre; las entregas son más petróleo y municiones que alimentos; los aviones se ocupan de repatriar a los heridos; los vuelos se hacen menos frecuentes. Los sesenta Panzer en servicio podrían escasamente recorrer diez Km. A los hombres les importa comer, una necesidad primordial.
Hoffman -antes de morir- escribe: preguntas obsesionan a todos los solados y a los oficiales. ¿Cuándo dejarán de disparar los rusos? ¿Cuándo nos dejarán dormir, aunque sólo sea una noche? ¿Con qué saciaremos nuestro hambre? ¿Cuándo Hitler se dignará a hacer lo que se necesita para liberarnos de este cerco?”
El 12 de diciembre recuperan los germanos las esperanzas, cuando Manisteis lanza una contraofensiva sólo obedecía órdenes del führer. Está aislado a unos 200 Km. del ejército con escasas provisiones.
Los rusos amenazan cercar un segundo ejército y cortar las líneas de abastecimiento; entonces, Hitler abandona la contraofensiva. Paulus queda aislado en ese lugar, como eran las órdenes del Reich. Hasta el 18 de diciembre hubo esperanzas, pero el 23 se perdió toda ilusión. Se dedicaron a preparar la Navidad para olvidar la suerte que los esperaba; los hombres morirán de hambre, frío, cantando el Stille Nacht por última vez. Unos días más tarde, Stalin pide la rendición y el Führer se niega. Los soviéticos recurren a la fuerza; lo que queda del 6to ejército no es capaz de resistir: el ejército está agotado.
El 22 de enero, Paulus quiere rendirse, pero Hitler se niega pues desea convertir la derrota en un acto heroico y a los soldados, en mártires; la rendición sería el final de la guerra con una Alemania vencida. Le otorga un título que significa: la tradición no debe deponer las armas jamás.
Para vengarse de Hitler que lo sacrificó a él y a sus hombres, se entrega sin seguir el consejo del Reich.
Las batallas siguen hasta el 2 de febrero de 1943, fecha oficial de la derrota del 6to regimiento. Testifica en Núremberg y pasa el resto de la vida detrás de la cortina de hierro, en la Unión Soviética y en Alemania del Este, donde muere el 1º de febrero de 1957, sin volver a ver a su mujer, catorce años después de la batalla.
La atroz contienda finalizó y el avance alemán también. El fracaso humillante de abandonar a su ejército es el fin de la guerra relámpago, que parecía invencible.
Rusia detiene el avance alemán, mientras EE.UU neutraliza a Japón en el Pacífico. Al año siguiente, con el desembarco en Normandía, empieza el retroceso de los alemanes. En febrero de 1945, en Yalta, los dos arquitectos de la victoria, Stalin y Roosevelt, deciden los lineamientos geopolíticos de la posguerra, con Churchill como simple espectador. Europa se vio obligada a reinventar el futuro, habiendo sido durante siglos quien controló el mundo. La guerra, consecuencia de crisis ideológicas y religiosas, que tanto hostigó a Europa, en el siglo XVII, llegó a su punto final con Alemania partida en dos.
La bomba atómica -en 1945- cambió la estrategia bélica con la amenaza de un futuro cataclismo mundial.
Bibl.: B. Arnaud, Las batallas que cambiaron la historia, Edit. el Ateneo, 1ra edición, mayo de 2016