Fue un combate naval que enfrentó a una alianza
de ciudades-estado
griegas con la flota del imperio persa en el 480 a. C. en
el golfo Sardónico, donde la isla de Salamina deja
dos estrechos canales que dan acceso a la bahía de Eleusis,
cerca de Atenas.
Este enfrentamiento fue el punto álgido de la Segunda Guerra Médica, el segundo intento Persa
por invadir Grecia, que había comenzado en el 480 a. C.
Para frenar el avance persa, los griegos bloquearon el paso de
las Termópilas con una pequeña fuerza; una armada aliada, formada
esencialmente por atenienses, se enfrentaba a la flota enemiga en los cercanos
estrechos de Artemisa.
En la batalla de las Termópilas fue
aniquilada la retaguardia de la fuerza griega, mientras en la batalla de Artemisa, los helenos
sufrieron grandes pérdidas y se retiraron al tener noticia de la derrota en las
Termópilas, lo cual permitió a los persas conquistar Beocia y el Ática.
Los aliados prepararon la defensa del istmo de Corinto, al
tiempo que su flota se replegaba hasta la cercana isla de Salamina.
Aunque muy inferiores en número, el ateniense Temístocles convenció
a los aliados griegos para combatir de nuevo a la flota persa, con la esperanza
de que una victoria decisiva impidiera las operaciones navales de los medos
contra el Peloponeso. El rey persa Jerjes I deseaba
un combate definitivo, por lo cual su fuerza naval se internó en los estrechos
de Salamina y trató de bloquear a ambos, pero la estrechez de los mismos
resultó un obstáculo, pues dificultó sus maniobras y los desorganizó.
Aprovechando esta oportunidad, la flota helena se formó en línea, atacó y logró
una victoria decisiva, gracias al hundimiento o captura de al menos 300 navíos
del adversario.
Jerjes se retiró hacia Asia,
junto con gran parte de su ejército, pero dejó a su general Mardonio y
a sus mejores tropas para intentar completar la conquista de Grecia. Sin
embargo, al año siguiente, el resto del ejército medo fue derrotado en la batalla de
Platea y la armada persa, en la batalla de Mídala. Tras estos reveses los
persas no volvieron a intentar la conquista del mundo heleno. Las batallas de
Salamina y Platea marcaron un punto de inflexión en el curso de las Guerras Médicas; en adelante, las polis griegas
tomaron la iniciativa y pasaron a la ofensiva. Algunos historiadores creen que
una victoria persa en Salamina hubiera alterado profundamente la evolución de
la antigua Grecia y -por extensión- de todo el
mundo occidental, motivo por el que la batalla de Salamina es considerada uno
de los combates más importantes de la historia de la humanidad.