lunes, 6 de julio de 2015

LA ALTA EDAD MEDIA. S XI, XII,XIII



Las tres primeras cruzadas

Pedro el Ermitaño fue un exaltado de las masas oprimidas, de siervos extenuados, de vasallos en pésimas condiciones por los eternos conflictos entre los nobles, y las guerras que destruían sus magros cultivos. Los lideraba el espíritu de aventura evangélico.
1095
Cosechas pésimas, hambruna y peste en diferentes lugares. Las cruzadas fue un elevar la mirada de la tierra hacia el lejano Oriente, por donde despierta el sol. Conocer el Santo Sepulcro era una meta en la vida y al coser la cruz roja en la túnica pasaban a ser  iniciados de una nueva vida llena de aventuras.
 1096
Pedro el Ermitaño reunió  casi diez mil cruzados entre hombres, mujeres y niños. Todos deseaban liberar Jerusalén.  Por la ruta vivieron de la caridad pública y  muchos murieron por el camino. Quienes llegaron a Constantinopla  fueron llevados por barcos bizantinos a Asia menor y fueron aniquilados por los turcos.
La nobleza también reclutaba ejércitos de cruzados pero de 60. 000 sólo 10.000 poseían armas, sobre todo los normandos, siempre ávidos de peleas y el deseo de encontrarse con los bizantinos para crear un nuevo reino en Oriente.
Entre los caballeros franceses, Godofredo, duque de La Baja Lorena, encabezaba un ejército. Raimundo  ese mismo año inauguró la ruta por Asia hasta alcanzar Siria. Una cruzada   arrolló el poder de los turcos y restableció  la autoridad del emperador romano de Oriente; en otoño cruzó y sitió Antioquia, al norte de Siria, cercada por el sultán, aunque lo vencieron y se hicieron con un enorme botín de guerra. 
Ésta fue la más brillante acción de los cruzados. 
1099
Llegaron a Jerusalén, asediaron la ciudad, construyeron torres móviles y máquinas especiales para hacer boquetes en el extremo de la muralla, mientras Raimundo forzaba la puerta de Sión: faltaba la torre de David. Los cruzados finalmente vencieron y  se llevaron el oro, la plata, los caballos,  las mulas y saquearon las casas. Después fueron a llorar de felicidad frente al sepulcro de Jesús.
Al octavo día deliberaron en el modo de gobernarla. Ofrecieron a Godofredo el trono, pero el duque se negó a llevar la corona donde Cristo se ciñó la de espinas. Fue nombrado gobernador y defensor del Santo Sepulcro
Segunda Cruzada
En  los combates pelearon con coraje  para terminar siendo señores en Tierra Santa; en la guerra eran violentos y tolerantes en la paz.
En la Edad Media los racistas no existían. Peleaban contra el musulmán pero lo consideraban un igual. Tenían  mujeres  sirias, armenias o sarracenas bautizadas.  Lo mismo sucedía en  los tres siglos de lucha y convivencia hispana-musulmana, en la Península Ibérica.
El reino de Jerusalén,  por la división en Islam, necesitaba defensores nuevos.
Veinte años más tarde de su liberación, algunos caballeros franceses hicieron votos de pobreza, castidad y obediencia, jurando defender la Ciudad Santa. Se llamó la Orden de los Templarios y su divisa fue: “a vuestro nombre sea concedida la gloria”. Se expandieron velozmente gracias a las donaciones de la nobleza hasta alcanzar veinte mil caballeros valientes, llenos de amor al prójimo. Adquirieron bienes en Occidente y Palestina y sus rentas entraban por millones. Con el tiempo fueron los banqueros más importantes de su época.
Bernardo de Claraval
Medio siglo después de la primera cruzada, tuvieron problemas los cristianos en Siria, que se apoderaron de las tierras.
En Francia reinaba Luis VII  dinastía de los  Capetos, sucesores de los Carolingios,  quien hizo voto de ir a Jerusalén; era muy piadoso y  se alistaron -gracias a sus palabras y entusiasmo- nuevos ejércitos dispuestos a partir.
En Alemania convenció a los nobles de la Casa de Hohenstaufen a partir con él. Conrado fue en la segunda cruzada lo que Pedro fue en la primera.
Llegaron a Constantinopla. El emperador de Bizancio los empujó a Asia Central a un encuentro con los turcos; los alemanes fueron derrotados y los turcos los persiguieron. Se salvó Conrado y un pequeño grupo de cien hombres, al Sur de Constantinopla; llegaron agotados a Jerusalén. Fracasando en el intento de apoderarse de Damasco y regresaron ambos a sus países.
Bernardo, luego santificado, fue culpado y ultrajado. Se defendió aludiendo que la causa fue la poca fe de los peregrinos.  Hasta su muerte -en 1153- predicó el triunfo de la cruz sobre la media luna  turca.
Una generación pasaría antes de organizar la tercera.
INGLATERRA en el S XII
Enrique II  Conflicto CON THOMAS BECKETT
El arzobispo de Canterbury se lo recomendó al rey; fue nombrado canciller. Beckett era un hombre de treinta y ocho años, pura sangre Normanda, hijo de un mercader de la ciudad; fue educado como gentilhombre; cuando su familia se arruinó, se hizo clérigo del Arzobispo de Normandía.

El soberano y su servidor se hicieron inseparables. El rey apreciaba a su joven ministro, buen caballero, capaz de divertirse sabiamente y trabajador eficaz. Gracias a él, el orden se estableció.  El éxito hizo del canciller un hombre poderoso. Cuando el Arzobispo murió, Enrique II lo nombró a Beckett.  No era un monje y parecía más un soldado que un pastor, pero cuando aceptó y fue nombrado se convirtió en un asceta. Dio todo su tiempo a las obras de caridad y a la oración. A su muerte, encontraron que usaba un cilicio sobre su cuerpo, porque “un dolor evita las tentaciones”.
El Arzobispado hizo del  servidor del Rey un rebelde y luego un santo; fue un perfecto ministro y más tarde un perfecto hombre de La Iglesia.
Enrique II le pidió que un clérigo reconocido culpable por la corte Eclesiástica, fuera degradado. Siendo laico, podría haberse liberado del brazo secular. Beckett rechazó el pedido real, aduciendo que un acusado no podía ser culpado dos veces por un solo crimen. El rey furioso convocó a un concilio y -bajo amenaza de muerte- Beckett firmó las Constituciones que le otorgaban la victoria al rey.
Pero éste no se sentía comprometido por un juramento obligado. Condenado por una Corte de barones, con la cruz en la mano, vencido -aunque no domesticado- se fue y desde su refugio comenzó a excomulgar a sus enemigos.
Por más poderoso que fuera el Rey, no lo era tanto para exponerse impunemente a ser excomulgado ni a tener problemas con el Pontífice,  privando a su pueblo de los sacramentos. Enrique II se reencontró con Beckett, se reconcilió aparentemente  y le pidió que en adelante respetara las costumbres de su reino.
Apenas Beckett desembarcó en Inglaterra, le llegaron cartas del Papa, destituyendo a los obispos que durante  la querella lo habían traicionado.
El Rey se enteró de la noticia festejando la Navidad en Francia. Su furia fue enorme. Reconocía que sus hombres eran cobardes  pues permitieron que fuera burlado por el clero, para el rey de menor condición que  la realeza.
Cuatro caballeros partieron; atravesaron La Mancha en el primer barco, llegaron a Canterbury, amenazaron al Arzobispo con las siguientes palabras: “absuelve a los obispos”. Beckett, hombre  ahora de Iglesia, se negó con desprecio. Poco después, su cerebro se encontraba diseminado por las espadas, ensuciando los escalones que llevaban al altar.
Cuando el Rey supo del crimen, estuvo desesperado y se encerró durante cinco semanas. Era lo suficientemente inteligente para saber que esta muerte era una inmensa victoria para Roma. El pueblo tomó partido por el mártir. Durante tres siglos el peregrinaje a Canterbury fue permanente en la vida de los ingleses. Todos los enemigos del rey se sublevaron llenos de coraje. Enrique II prometió renunciar a las Constituciones, devolver las confiscaciones, enviar dinero a los templarios para la defensa de la tumba de Cristo, construir monasterios y combatir a los irlandeses. 
Pero su mujer y sus hijos se sublevaron contra él. Había hecho coronar rey de Inglaterra a su hijo mayor, sin otorgarle nunca el poder, y murió ese hijo con el título aunque sin reinar; también hizo coronar a su hijo Ricardo III, Corazón de León, duque de Aquitania y de Poitou,  dos regiones florecientes y muy ricas francesas que le pertenecían, de herencia por vía materna. Recomenzaron las disputas familiares, odiosas en la casa d´Anjou. Los Plantagenet tenían su genio. Enrique II mostró su energía. De Normandía viajó de inmediato a Inglaterra para aplacar la revuelta. Al desembarcar, pasó por Canterbury, descendió del caballo, se desnudó y recibió las disciplinas de los setenta monjes. Luego de este gesto, triunfó en todos lados. La nobleza cedió; sus hijos le rindieron homenaje a desgano, la Corte Eclesiástica  lo aceptó,  igual que a los monjes acusados de traición, que fueron más tarde juzgados.
Para llegar a este compromiso mal hecho, los dos hombres más destacables de su tiempo habían estropeado dos vidas y una
El Sacro Imperio Germano y el Pontífice: S ½ XII
En 1125  finaliza la dinastía de los francos. Conrado III  tiene doce años y es coronado rey de Germania. Con él ocupó el trono  los Staufen, tercera dinastía imperial desde Carlomagno.
El emperador Enrique IV le cedió su hija  por el ducado de Franconia. Tuvo que luchar contra el poder de los nobles. El fracaso de la segunda cruzada lo dejó quebrantado y tres años más tarde Conrado III murió.
Dejó a su sobrino Federico -hijo de su hermano, Federico Barbarroja- como sucesor; fue rey a los treinta años; hombre sano, fuerte, equilibrado, con talento y energía, capaz de poner fin a las guerras civiles entre los vasallos, ávidos de poder. Fue el ideal caballeresco de su tiempo; hasta los sesenta años participó de torneos. Se rodeó de personas capaces y el clero le era fiel. Siguió el ejemplo de Carlomagno en su política extranjera, con gran interés por los problemas de Italia. Deseaba convertir la Lombardía en una ciudad pródiga, y restablecer su autoridad. Al igual que en la época Carolingia, al Santo padre lo amenazaban los enemigos en su propia ciudad.
La Marcha sobre Roma
Al mando del ejército de caballeros elegidos en Alemania y Borgoña, país de su mujer, Federico  fue a Roma para defender al Pontífice. Al pasar por la región Lombardía  y Milán inspiró temor en las ciudades con su ejército. En  ese viaje elaboró el célebre código de disciplina militar.
En Roma subió Adriano IV- único papa inglés- y a Federico no le gustó la elección. El partido republicano intentó tener como aliado al emperador. Para ellos, el rey de Alemania sostenía una misión noble; sacudir el yugo pontifical y resucitar el glorioso pasado de Roma, con el fin de poder dominar al mundo. Si el emperador lo lograba, lo proclamarían Augusto y además  le otorgarían una suma importante de dinero, si juraba respetar su libertad y privilegios,
El rey   no estaba protegiendo con su espada a los romanos sino el orden y la ley de la ciudad, que pertenecía a Alemania, no gracias al  Senado sino por  derecho de la espada, por las hazañas de Carlomagno y Otón el grande.
Federico no quería comprar la corona imperial ni comprometerse con Roma. Se mostró  como aliado del Pontífice, digno de socorrerlo y defender la iglesia romana. Fue  coronado en la Basílica de San Pedro -en 1155- y regresó a su país. 
Las ciudades del Norte estaban en conflictos con Milán mientras las más septentrionales se mostraron fieles; Pavia, Cremona,  Lombardía y otras. Cuando Milán amenazó  someter esa región, el emperador realizó una expedición a Italia; pasó los Alpes con su ejército poderoso. Quería dominar el orgullo de los milaneses, y poner fin a las guerras civiles; convocó a una dieta; proclamó un edicto de paz obligatorio en las tierras lombardas: la milicia debía jurar respetarlo; si no lo hicieran, se los castigaría con multas y la confinación de sus bienes.
Los derechos de aduana y los derechos reales de las ciudades pertenecían al emperador. Pero no fue fácil ejecutar las órdenes en un país de exaltado. Hubo descontento y resistencia cerca de Cremona, que tuvo en vilo al ejército imperial. Federico mandó arrasarla y luego tornó su mirada hacia Milán. Intentó vencer por el hambre a esta ciudad orgullosa: los antiguos aliados de Milán se rebelaron también contra la autoridad imperial. El pontífice Adriano IV se enemistó con el emperador. Federico se hizo de enemigos y ni el Papa ni el emperador se necesitaban. Adriano IV intentó romper las relaciones con él y lo contrariaba ex profeso, pero murió de repente. La Santa Sede siguió enemistado con él y   el nuevo pontífice, Alejandro IV, lo excomulgó; era un estigma, aunque el emperador no era religioso.  Dolido, dio orden de saquear la ciudad y la gente tuvo que dejar sus hogares. La ciudad quedó  desvastada, salvo los templos y parte de la muralla.
La región Lombarda  se sometió por el momento a Alemania.

Federico II el Sabio. 

Primer rey moderno, nieto de Barbarroja, adelantado para su época.
A la muerte de su padre, Enrique VI, el pupilo del Pontífice quedó en Sicilia con su madre Constanza de Braganza, donde terminó sus estudios. Vivió entre las luchas del Papa Ignacio II y los adictos a su padre. Hablaba francés, italiano, latín, griego y árabe. A los catorce se consideraba la mayoría de edad en Sicilia. En deportes sobresalía en la caza, equitación, tiro al arco y esgrima. Tenía buen carácter,  alegre y vivaz,  un rostro de ojos brillantes.
El Papa se oponía a la unión de Alemania y Sicilia. Enrique VI se había casado con Constanza, que heredó Sicilia y a los pocos años y se fue a vivir allá con ese hijo. Otón, que le había usurpado Germania,  abdicó a favor de Federico II. En pocas semanas se adueñó de Alemania con la ayuda pontificia y de Felipe Augusto,  rey de Francia. Otón, hijo de una hermana de Juan sin Tierra, contaba con el socorro de Inglaterra. Pero Otón murió. Durante varios años Federico se ocupó de Alemania; fiel a Carlomagno, cumplió con su deber; luego se despidió de los germanos y regresó a Sicilia para ser coronado emperador.
Ordenó económicamente su reino, deseando un Estado poderoso. Les proporcionó fuentes de recursos directos e indirectos, mediante monopolios y concesiones. Se rodeó de sabios y poetas. La corte se convirtió en una especie de Academia. Su pasión por la cetrería lo llevó al estudio de la zoología con observaciones sobre el arte de la caza con ayuda de aves. Tenía un zoológico privado con animales exóticos que traía de sus viajes; floreció la escuela de medicina de Salerno, influida por la ciencia griega y árabe.
Federico formó parte de la Sexta cruzada; Inocencio III deseaba un resultado mejor que en la Cuarta, pero el emperador aplazaba la ida, año tras año.  Se casó con la hija del rey de Jerusalén, que le aportó la corona real de Tierra Santa. Finalmente partió y fueron diezmados por la peste. El emperador se enfermó y debieron detenerse. Impaciente,  el nuevo Papa Gregorio IX,  lo excomulgó. Estando Federico en Siria, el Papa promovió además disturbios en Alemania e Italia contra Federico. La liga Lombarda desde Milán tuvo como aliada al Pontífice; Cremona  era aliada del emperador.
Desde Siria llegaron las noticias de las victorias imperiales. El Papa invadió Sicilia  y socorrió a los lombardos, anunciando que el emperador había muerto.
El sultán egipcio, hijo de Saladino, le cedió a Federico Jerusalén, excepto dos mezquitas.  Pudo liberarla y triunfo por mérito propio.
Llegó a Italia y, con su habitual diplomacia, abrió el camino de las negociaciones para que le   levantara la excomunión. Gregorio IX debía aceptar: firmaron la paz. El emperador recopiló las leyes de Sicilia en una Constitución. Transformó los estados feudales en una organización política estatal, que tuvo un profundo influjo sobre otros países de Europa. Estas leyes reconocían los derechos de los pobres y menesterosos antes la sociedad y los derechos del Estado hacia ellos; protegía a las viudas y huérfanos; prohibía el rigor de los ricos sobre los siervos, que  ahora tenían derecho de defenderse ante un tribunal; puso fin a los caprichos de los feudos, aboliendo la servidumbre en sus tierras y, quienes lo deseaban, podían instruirse. Actúo sin piedad con las personas que engañaban al prójimo.
Luego partió  a Alemania. Enrique, de veinte años, se postró ante su padre. No se veían desde que Federico dejó Alemania para ser coronado emperador. Tenía diez y seis años de diferencia con el rey. La paz con Alemania fue fácil, no así en el norte de Italia, donde las ligas lombardas de nuevo se rebelaron, aunque Federico obtuvo  una aplastante victoria. .
Antes de levantarle la excomunión, el Pontífice exigía que evacuara los Estados pontificios. El emperador no  aceptó e Inocencio III huyó a Lyon. Proclamó que el emperador había intentado asesinarlo y la excomunión pasó a su descendencia también. Federico sufrió la calumnia. Hubo un intentó de matarlo junto a su hijo preferido, Enzo, su mejor apoyo en los combates. El veneno fue dado por el médico, pero Federico fue advertido a tiempo.
Enzo en cambio fue hecho prisionero en Bolonia con gran parte de su  ejército. Estuvo veintitrés años tras las rejas hasta su muerte. Alemania estaba gobernada por Conrado, hijo  de Federico  con Isabel, hija del rey de Jerusalén.
Alemania terminó con su poder germánico en esa región, donde el Papa terminó siendo el vencedor.
Sus tres  mujeres murieron jóvenes. Ideó una nueva campaña a Lombardía -a mitad de ese siglo- donde varias ciudades se sentían aliadas del emperador. Sin  embargo, una enfermedad  terminó con su vida, a los cincuenta y dos años.

Conrado IV y el problema de Sicilia

Inocencio IV, feliz con la muerte del emperador, regresó a Italia. Conrado IV era el hijo mayor de Federico y vivió siempre  en Alemania. Su medio hermano debía defender el reino de Nápoles y Sicilia; Manfredo tenía diez y ocho años; los defendió con energía.
Conrado IV llegó a Sicilia para tomar el gobierno. Inocencio IV se apuró a levantar las ciudades lombardas en su contra e incluso les prometió tropas.
En Sicilia  encontró  un rival enemigo en el rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de León.
Muere Conrado IV a los veintiséis años. Su hijo tenía  dos años. Manfredo, hermano de Conrado IV se proclamó rey de Nápoles y Sicilia. No quería depender de su sobrino.
Urbano IV fue nombrado Pontífice siendo un enemigo siempre de los Hohenstaufen. Encontró un rival en Carlos de Anjou, hermano del rey de Francia y fue coronado en la Basílica de San Pedro.
Muere Manfredo en la batalla de Benevento, traicionado por sus vasallos.  La reina muere  prisionera y sus tres hijos fueron encadenados. A los treinta años les quitaron las cadenas pero seguían prisioneros;  diez años más tarde murieron.
Conrado  y Carlos d´Anjou

Muerto Manfredo, nadie pudo enfrentarse con el invasor y Carlos d´Anjou, entró victorioso a Sicilia, que se doblegó sin resistir. Fue gobernada por un grupo que sólo deseaba sacar provecho y riqueza de esa isla. Carlos tenía la esperanza de apoderarse de toda Italia. El Papa estaba en desacuerdo con su crueldad contra los sicilianos y  los napolitanos; a Carlos   sólo le interesaba Italia, como base de sus futuras conquista; su sueño demencial era apoderarse también de Constantinopla para lograr la corona imperial de Oriente.
Sicilia y Nápoles contra los germanos versus Francia contra Aragón

Conradino, francés, de diez y ocho años  se puso al frente para destronar al usurpador. La mayoría lo aceptaba, pero en Nápoles fue derrotado. Huyó,  fue perseguido y  decapitado. Inspiró a varios poetas y fue tema de varias tragedias. Su muerte puso fin a los  Hohenstaufen y también  al imperio romano en Oriente. 

El castigo por la muerte de 
Constantino no se hizo esperar. La ira colmó el odio contra los franceses, que finalmente estallaron y se levantaron.
Carlos de Anjou se enteró, pero Sicilia pidió ayuda a Pedro III de Aragón en España, que planeaba ir a Sicilia para recibir la corona ofrecida, donde  fue aclamado con alegría. El pueblo se sublevó contra Carlos d´Anjou, dando muerte a los franceses. Lo mismo  sucedió en Nápoles. Carlos VII murió a los sesenta y cinco años.
Pedro de Aragón   enfrentó una invasión francesa donde salió vencedor. El rey francés murió cuando regresaba a su país.  Pedro de Aragón murió al año siguiente.
Su hijo Alfonso III quería abandonar Sicilia. Su hermano y sucesor  quería conservarla y luchó contra el hijo de Carlos d´Anjou. Tuvo que cederla. La Santa Sede se reconcilia  cediendo también Cerdeña. La casa d´Anjou se quedó con Nápoles.
Subió Federico III en Sicilia; su hermano le hizo la guerra.
Luis IX, el santo.  S XIII

En Francia, Felipe Augusto tiene un hijo  de su primer matrimonio con Isabel de Hainaut, Ese hijo, Luis VII, se casó con Blanca de Castilla a los trece años, sobrina de Ricardo Corazón de León. Se conocían de niños. A los treinta y seis subió al trono pero tres años más tarde murió. Tuvo con Blanca nueve hijos, de los cuales cuatro murieron.
 El futuro heredero, Luis IX, tenía doce años. Blanca fue la regente.  El delfín y futuro Rey era muy religioso y sólo deseaba honrar a Dios; hizo construir hospitales y hacía obras de caridad. Cuidaba él mismo a los enfermos, aún si eran leprosos.
Para devolver Jerusalén a los cristianos ideó una cruzada sin éxito. El ejército fue diezmado por el hambre y el escorbuto. Su enemigo venció. Luis IX fue cuidado por el médico del sultán y se sanó. No fue un gran militar ni le interesaba serlo.
El sultán pidió un alto rescate por el soberano francés y los soldados. Francia ya lo honraba como un santo.
Veinte años más tarde ideó otra cruzada con ayuda de Túnez (antigua Cartago) donde el cristianismo tenía adeptos, gracias al influjo de San Agustín.  Luis IX tenía también un interés económico: habían dejado de pagar el tributo que desde que Carlos
D´ Anjou  ocupó Sicilia realizaban.
En esa Cruzada Luis IX murió, a causa de una epidemia por agua contaminada y por el calor sofocante.
Subió Carlos d´Anjou; el rey acababa de morir. Carlos d´Anjou pactó con el sultán y las tropas regresaron a su patria a las órdenes de Felipe III, hijo y sucesor del rey  que traía en el cortejo fúnebre a  su padre, su mujer, un hermano, una hermana y un cuñado.
Con San Luis desapareció el último gran cruzado. Los cristianos en Tierra Santa regresaron. Dos siglos después, el ideal que sostenían  perdió todo interés.
Las cruzadas fueron tragedias. El largo viaje, el calor agobiante, la peste, las epidemias, el difícil regreso, el hambre y la falta de comunicación más la ambición y la falta de moral hicieron imposible defender la cristiandad. Hubo algunos logros; como frenar el avance musulmán; gracias a ellas, el asalto de los turcos en Europa se atrasó doscientos años.
Lo que fue Alejandro Magno para Asia, lo fueron las cruzadas para la Edad Media, en Occidente: guerras de liberación. Alejandro quiso liberar a los jonios del yugo persa. Los cristianos trataron de liberar Jerusalén de lo infieles. 
Descubrieron en el S XII, en la época de Saladino que los  sarracenos podían ser civilizados  a la vez que  humanos con los enemigos.
La civilización árabe ayudó a Occidente medieval a lograr una personalidad. El esplendor helénico regresó a Occidente; los cruzados reactivaron el comercio que existía antes, en el Mediterráneo: sólo Venecia quedó inmune; sus hábitos mercaderes lograron conservar amigos entre los pueblos y religiones diversas. (Hasta 1918 quedó la ciudad santa en manos del Islam, siendo en vano el paso de  los cristianos por ella)
Economía y cultura
Las cruzadas dieron vida al Mediterráneo. Millares lo cruzaban hacia Asia y África.
Los italianos tenían especies, frutos tropicales, azúcar, seda, algodón y piedras preciosas.
A fin de la Edad Media el comercio tuvo un gran esplendor con un tráfico intenso entre China y el Mar Negro.
Desde el S XIII circuló monedas de oro, los florines en Florencia, los ducados en Venecia y Génova, mientras en los siglos anteriores predominaban las monedas de plata.
 En Francia, Marsella se estancó. La depresión económica  obligó  a Carlomagno a interrumpir la acumulación en monedas de oro y se volvió al trueque. El oro se guardó para pagar artículos de lujo. Sólo regresaba lentamente por África del Norte y España, mediante el comercio esclavo.
Esta vitalidad, traída del tiempo de los cruzados, trajo un bienestar material, cultural e intelectual, estimulando las ciencias y las letras. Francia emuló a Sicilia entre el S XII y XIII y  se sintieron los herederos de la civilización en la Roma antigua.
Las universidades francesas formaron sus principales maestros del pensamiento y París fue la capital intelectual. En el S XIII fue considerada la “morada de las Musas”.
La antigua civilización romana junto al aporte fecundo de la civilización árabe  en letras y ciencias encontró en Francia su lugar. Debe tenerse en cuenta la elevada cultura islámica en España, en el S XIII. A fines del S XI los cristianos  tomaron Toledo a los musulmanes y se nutrieron de sus bibliotecas. A principio del S XII divulgaron su saber a través de los Pirineos.
Civilización germana 

En el norte se imponía el emperador. En el noreste, la colonización eslava, que inició Enrique seguía con éxito. Empujado por los germanos, vivían de la caza, araban la tierra, talaban los bosques, mantenía el comercio con los escandinavos, rusos y griegos. Eran hospitalarios, incluso con sus enemigos, pero en la lucha contra los germanos fueron crueles y vengativos.
La conquista germana entre el Elba y el Oder fue la base del marquesado de Brandeburgo, en Prusia. El duque de Sajonia y Baviera, príncipe alemán, propuso convertir el litoral báltico en tierra alemana y en los Países Bajos. Los campesinos con azadas y arados ocuparon las tierras abandonadas por lo esclavos. Los holandeses y flamencos eran muy eficaces; conocían el método de la lucha contra el mar y las inundaciones y  supieron  sanear las tierras pantanosas de la Baja Sajonia y de otras regiones. Colonos y Balones se asentaron en Hungría, Rumania, Transilvania y Silesia. A la gente eslava le quedó la pesca para subsistir, aunque sucumbieron y fueron absorbidos por la nueva población; ciertas raíces en su vocabulario atestiguan este influjo eslavo.
La Liga Lombarda 

El Papa Alejandro III regresó a Roma. El emperador de Bizancio –Manuel- quería que le quitaran la corona imperial de Occidente al rey de Alemania para otorgársela a él. Ofreció financiar las tropas para que el Pontífice sometiera a toda Italia.
Federico  estaba de nuevo a las puertas de Roma para deponer al Papa. Ante el peligro de ser destruida la Basílica de San Pedro  se entregaron y el pontífice huyó.
Estalló una rebelión en Lombardía. Milán será otra vez la ciudad más pujante italiana en el comercio. El debilitado ejército  se sintió impotente antes esta revuelta que trababan los pasos de los Alpes. Era difícil llegar a Alemania y desde ese instante  la autoridad imperial decae: los reveses en Italia dañaron su imagen imperial y entre ellos el primer rebelde fue su sobrino Enrique. Federico necesito cuatro años para restablecer su poder y dos más para una nueva campaña contra los lombardos.
 Milán venció al emperador. Tuvo éste que postrarse y besar los pies del Papa que
le dio el beso de paz. El emperador firmó una tregua de seis años con los lombardos y sus aliados y otra de quince años con el rey de Sicilia.  Con el permiso de Alejandro III, regresó a Alemania, donde tuvo que enfrentarse una vez más con su sobrino  Enrique.
Federico II  y su sobrino  

Se impuso el emperador y su sobrino se entregó; el emperador  fue bondadoso; le dejó conservar sus posesiones de herencia. Los otros feudos fueron otorgados a los diferentes príncipes alemanes. Ningún vasallo podía enfrentarse con el monarca, autoridad de los Hohenstaufen e invencible. En ausencia de su tío, su sobrino Enrique intentó obtener   sus antiguas tierras dadas a los nobles por su tío, pero el joven heredero, hijo del emperador, Enrique VI, hizo que fracasara en su intento. El emperador se impuso a los nobles aunque el Sacro Imperio Romano se debilitó desde ese momento  y sucumbió.

Enrique deseaba  que las tierras eslavas al Este del Elba  pertenecieran a los germanos. (Luego de la I Guerra Mundial, los polacos movieron sus fronteras hasta el Oder, recuperando parte de esas tierras eslavas).
Federico II  y su política en Italia

En 1183 expiró la tregua del emperador y la Liga Lombarda y  le siguió un tratado de paz. Federico mantuvo su autoridad como soberano, quedándose con las principales fuente de ingreso. Su hijo se casó con  Constanza, heredera de Sicilia. Era fea, once años mayor pero un día sería la heredera de la corona de Sicilia, Lombardía y Nápoles más  Cerdeña. La Sante Sede temía tanto poder en una sola familia.
Tercera Cruzada. Caída de Jerusalén.
Evoca al gran sultán de Egipto y de Mesopotamia; caballero admirado por amigos y enemigos, Saladino, hijo de un jefe kurdo, no era semita sino indoeuropeo. En el S XII proclamó la guerra santa e invadió  Palestina, en una sangrienta batalla contre el rey de Jerusalén. El ejército cristiano fue destrozado y su rey hecho prisionero. Los turcos quemaron la hierba dura de la estepa para que los francos no pudieran pasar y tendrían que lidiar contra el fuego, la sed y las flechas.  El sultán tomó posesión de todas las fortalezas  que rodeaba y sitiaba la ciudad. Los asediados se declararon vencidos pero Saladino deseaba conquistarlos -como lo hicieron los católicos casi un siglo atrás-. Le respondieron que matarían a los cinco mil musulmanes, a sus hijos, sus templos y sus bienes. El sultán reflexionó; aceptó la capitulación y pidió rescate por cada habitante, aunque liberó a los que no pudieran pagarlo.
De nuevo los infieles se apoderaron de la Ciudad Santa, entre le alegría de los musulmanes y los lamentos de los cristianos. Las cruces fueron derribadas  y con ellas fundieron  campanas.
Luego de la conquista de Jerusalén, cayó el poder el sultán de Palestina. Tierra Santa fue purificada y con ayuda de Alá fue liberada de los cristianos. Su caída fue un impacto y un profundo dolor. El cristianismo y su existencia estaban en peligro.
En Occidente los más poderosos reyes eran el de Francia, Felipe Augusto II, el emperador Federico II y Ricardo Corazón de León y los tres estaban listos para la lucha. Le rogaron a Saladino que dejara Jerusalén a los cristianos con indemnizaciones y les permitiera visitar el Santo Sepulcro a los peregrinos.  Detrás  de las intenciones religiosas había intenciones políticas. Los cruzados llegaron de toda Europa para luchar contra los sarracenos. Era un honor pelear por Tierra Santa.
Fin del S XII

Federico II  al frente del ejército partió a través de Asia Menor. Les prometió el Paraíso a cambio de pelear. El emperador se ahogó en un río,  luego de un calor sofocante y de una marcha agotadora. Fue quien mantuvo la ley y el orden y restableció el esplendor al imperio-
S XIII
en  Italia, el norte le era fiel a Inocencio III, pero tuvo que pelear contra los fieles a Enrique VI, padre de Federico II. El Papa deseaba un imperio universal y mientras el poder de los Hohenstaufen declinaba él  alcanzó el apogeo; siendo árbitro de Europa, desde Islandia hasta el Éufrates, intentó que todas las iglesias nacionales se hicieran adictas a su pontificio.
Expulsados los alemanes del norte de Italia, hizo estados independientes de sus dominaciones, Lombardía y Sicilia y  los enemistó  contra el soberano.
En Alemania triunfó OTAN IV por gracia papal y consagró rey de Alemania a Federico II  (hijo de Constanza y Enrique VI)
Federico II, rey de Alemania

En lo moral no perdonaba a nadie, fuera arzobispo, obispo o clero. Tenía talento político. Se disputaba con los otros para sacar ventajas de sus debilidades; sabía esperar el momento para atacar al enemigo. A su juicio no lo confundía ni el odio ni la ambición.
El Imperio latino en Bizancio

En una nueva cruzada que fue más una lucha política y comercial, planeada por Venecia, -que se  liberó del dominio romano oriental, confiando el imperio a un Duce, elegido por el Consejo de los Diez-.
Liberados de los bizantinos, querían expulsarlos del Adriático; se construyó una gran flota que resultó ser la de mayor potencia marina en el Mediterráneo. Venecia deseaba por el Adriático dominar el Mediterráneo y de ese modo el comercio entre Occidente y Oriente.
Desde la Segunda Cruzada, sus naves  llevaban a los peregrinos por mar, acumulando una ganancia suculenta. En el S XII se puso  freno a esta ambición.
 La gran decepción del Papa, fue bendecir una guerra santa para participar de una guerra entre cristianos (Bizancio era ortodoxa).Constantinopla fue arrasada por Occidente y toda obra maestra fue mutilada; la furia aniquiló  a las estatuas de bronce,   hacía añicos a las esculturas c de Fidias y otros dos escultores famosos. Para convertirlas en monedas. Un incendio dejó media ciudad en ruinas; Oriente colapsó; se repartieron el botín; Venecia quedó aislada con las islas del mar Egeo y el Peloponeso más un pequeño núcleo de islas; se formó un Estado feudal, llamado imperio latino de Constantinopla con capital en Bizancio, que fue disuelto cuando se restauró el imperio romano de Oriente.
Inocencio III  fulminó con una bula a los rebeldes; sin embargo, en el Concilio de Letrán, se encontraron los patriarcas de Constantinopla y Jerusalén, junto a quinientos obispos y arzobispos  y más ochocientos abades.
Ricardo Corazón de León y el sultán Saladino

El mando de las tropas pasó al hijo del emperador, el duque Federico. Las cruzadas siguieron penosamente el camino a Siria. Los alemanes e ingleses  llegaron por mar a Jerusalén. Ricardo dictó un código militar muy severo. Si algún hombre mataba a un hombre en la travesía, sería atado junto a la víctima y arrojada por la borda. 
Los alemanes, franceses e ingleses llegaron a Siria  y sitiaron la ciudad.  El duque Federico murió de una peste. Ricardo era de difícil trato y no simpatizaba con Felipe Augusto ni con Leopoldo  de Austria.
Felipe Augusto ideó un pretexto  y regresó a Francia con la mayor parte de su ejército, dejando a Ricardo  con escasas fuerzas. Ricardo era más poderoso que el rey de Francia, lo cual provocaba roces. El rey de Inglaterra degolló a tres mil musulmanes prisioneros, porque Saladino se demoró en pagar el rescate. El sultán lo engañó haciéndole perseguir, mientras aprovechaba la defensa a La ciudad Santa. Ricardo aterrorizaba a los sarracenos aunque intentó ganarse el respeto del sultán; se enviaban regalos. Fue una Cruzada verdaderamente inútil, como la anterior. Ricardo recibió noticias adversas de Inglaterra y regresó. Su hermano Juan se había aliado con Federico Augusto II, el rey de Francia que había regresado antes; El barco de Ricardo naufragó  y fue hecho prisionero durante dos años, hasta que Inglaterra reunió lo fondos para pagar el rescate de su rey. Liberado, acusó a su hermano Juan de alta traición pero lo perdonó. La recompensa para los ingleses que pagaron el rescate fue desangrarlos  con impuestos una vez más. Ricardo tuvo que  luchar contra Francia para defender las tierras heredadas  de su madre en Aquitania. Era  dueño de la región más rica francesa e Inglaterra, a causa de la cruzada y del pago de su rescate, estaba sin dinero, lo cual disminuyó  su poder.  A los cuarenta y dos años muere. Reinó  diez años.
Última cruzada: Juan Sin Tierra versus Felipe Augusto II.

Los primeros Capetos reinaban en  la Isla de Francia con capital en París. El duque de Normandía era su vasallo principal, pese a ser mucho más poderoso que el Rey de Francia. El rey francés reinaban  en un conjunto de pequeños estados independientes, donde  protegía a los vasallos contra la felonía de la nobleza y atizaba las peleas intestinas entre los hijos del duque  de Normandía para alejar el peligro que corría.
Felipe Augusto II era hijo de Luis VII. La Isla de Francia era el núcleo de su reino, que ampliaría. Vivía en el Louvre que servía de fortaleza, más pequeño que el actual. De aquélla sólo quedó un trozo de muro empotrado y los restos de la capilla.
Tenía quince años cuando subió al trono. Los esfuerzos humillantes que soportó su padre contra el duque  de Normandía, divorciándose de la reina para entregársela   al duque de Normandía,- ella tenía 27 y él 19-  llevándose su  inmensa  dote en  la región  de Aquitania, Poitou, Guyenne, Toulouse y Gascogne,  despertó gran rencor en el delfín contra  el duque. Se convirtió con el tiempo en su digno rival, pese a la diferencia de edad. Soñaba con hacer de Francia un reino magnífico. Favoreció a los burgueses y campesinos contra los nobles, que eran vasallos de la corona a disgusto. Atendía sus quejas; era inteligente, enérgico, de naturaleza exaltada.
Se casó por cuestiones dinásticas con Isabel de Hainaut quien le dio un heredero, Luis VII; la reina murió pocos años después. Se volvió a casar, también por cuestiones políticas con Ingeborg, hermana del rey danés; era bella,  bondadosa,  aunque le tuvo aversión desde la primera noche. La envió a un convento, aludiendo que había un parentesco de cuarto grado entre ellos, lo cual dio motivo al divorcio y se casó con Inés de Merau.
Cuando sube el Papa Inocencio III, prohíbe efectuar oficios religiosos en Francia a causa del adulterio real. Se cerraron las iglesias; no había misas de réquiem y se negaba la sepultura cristiana a los muertos, quedando en suspenso los sacramentos.
Felipe Augusto II se vio obligado a sacar a Ingeborg del convento y repudiar a Inés, que espera un hijo suyo. Era una promesa del rey de Francia que valía por siete años; Ingeborg  tuvo una hija e   Inés  un hijo, ambos del rey. Inés murió seis meses después de dar a luz un hijo robusto. El Pontífice los declaró legítimos para compensar el acatamiento del rey. El rey tenía un solo hijo legítimo de su primera mujer,  el delfín Luis VII.
 Cumplidos los siete años, Ingeborg fue encerrada  de nuevo, esta vez en una fortaleza. La reina le escribió al Papa cartas desgarradoras; los trámites de divorcio se alargaron  pero en el casamiento de su hija sorprendió a todos  con el regreso al trono de la prisionera, Por principios católicos jamás  aceptaría el divorcio, pero existía ahora  otra cuestión más importante: obtener -gracias a ella- el socorro extranjero para su lucha contra Inglaterra, donde reinaba Juan sin Tierra, hermano de Ricardo Corazón de León, muerto en un combate.
Felipe deseaba el trono inglés, aludiendo que la reina era hija de Canuto el Grande, que había reinado en las Islas Británicas.
Al cabo de veinte años fue liberada; murió a los sesenta y fue enterrada en el Panteón,  por su paciencia y fidelidad.
Juan Sin Tierra

Al no dejar Ricardo heredero legítimo,  muertos sus tres  hermanos mayores, Juan hereda el trono de Inglaterra, tal como lo deseó su padre toda la vida, quien  le había  podido dejar en herencia solamente 5000 ducados de oro.
Ricardo y Juan oprimieron al  pueblo inglés y fueron odiados; le quitaban el dinero  a través de impuestos para defender sus patrimonios en Francia o para pelear contra el  Felipe II Augusto quien se quedó finalmente con las tierras del rey inglés. Salvó Aquitania, Normandía, Rouen, Turena y Anjou pasaron a ser dominio francés, no así Poitou, Guyenne, Toulouse y Gascogne, pues eran herencia maternal de la madre.
El Papa despreciaba sin disimularlo a Juan;  intentó nombrar como arzobispo a uno de sus cardenales, pero el rey de Inglaterra  desterró a quien sugirió esta elección. El Pontífice lo amenazó con ayudar al rey de Francia a destronarlo. Juan quedó anonadado; tuvo que nombrarlo arzobispo y además arrodillarse ante el legado papal. Inglaterra pasaba a ser un feudo de Roma, pagando un tributo y humillando al pueblo inglés, pero debieron someterse pues el Papa intervino para que Francia no invadiera las islas.
El Conde de Flandes rompió su juramento de fidelidad a Francia y la flota francesa fue aniquilada por los ingleses y flamencos.
 Felipe Augusto II perdió la conquista de Flandes. 

Juan atacó al rey francés, mientras el ejército alemán acudía en ayuda de los flamencos. El pueblo francés apoyaba a su rey, quien obtuvo una victoria que consiguió estructurar una Francia unida y homogénea.
Los ingleses  se desligaron  a principio del S XIII del juramento de fidelidad a su rey, Juan, que tuvo que aceptar  La Carta Magna, donde sancionaban los privilegios de la nobleza y príncipes de la Iglesia y donde  se defendía la libertad del ciudadano contra el abuso del poder. “Ningún hombre libre podrá ser detenido o declarado fuera de la ley o desterrado o castigado sin un juicio por sus iguales, según la ley del reino.
El rey sólo estaba autorizado a percibir  los impuestos legales  con autorización del Parlamento. Los burgueses participaron de los derechos de la Carta que confirmaba los privilegios de las ciudades. El rey debió doblegarse ante la ley.
Durante medio siglo, luego de la muerte de Juan Sin Tierra, la Carta Magna fue un socorro social así como el Parlamento adquirió cada vez más importancia; los comunes  pasaron a ser representantes nacionales con la subida al trono de Eduardo I,  hijo de Juan, quien fue el primer  Plantagenet.
 El rey estaba dispuesto a conquistar Gales y Escocia, que no estaban sometidas a Inglaterra. Eduardo I conquistó Gales pero no pudo incorporar Escocia. Robert Bruce fue el héroe escocés nacional que salvó la independencia. En la batalla de Bannockburn, la caballería por primera vez fue derrotada por la infantería en las regiones montañosas de Escocia. Los ingleses aceptaron con pesar su independencia.
Vencedor de los celtas de Gales, fracasó en Escocia, donde  tenían una monarquía feudal; los barones escoceses  pelearon por su corona. Uno de ellos fue  coronado, aunque el monarca inglés exigió el reconocimiento de su soberanía. Los escoceses creyeron que era una soberanía nominal. El barón se alió al rey de Francia, enemigo del rey británico,  negándose a obedecer. Eduardo I entró en Escocia, hizo prisionero al barón coronado,  quitó la piedra sagrada de Stone y la insertó en el trono de los ingleses con gran espanto de los escoceses.
Eduardo I comenzó siendo misericordioso; como en Gales, impuso las leyes inglesas que él admiraba, pero obtuvo una resistencia imprevista del pueblo. El monarca se creyó dueño de la región, pero otro barón se sublevó y se hizo coronar. Viejo ya y débil   no resistió esta última campaña.  Muy enfermo,  pidió que su corazón fuera enviado a Jerusalén con cien caballeros y que su cuerpo fuera sepultado en Escocia.
 Subió su hijo, Eduardo II,  un  inútil, casado con Isabel, hija del rey de Francia, Felipe IV el Bello. Luego de darle un hijo, vivió rodeado de sus favoritos y humillando a la reina, a quien la obligaba a cederle sus joyas.
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En el arte y literatura

El ideal del caballero humanizó al género humano. El héroe actuaba como un protector de los débiles y oprimidos.

Siglo XII

Origen de la Epopeya

No había países; no estaban delimitadas sus fronteras. Luchaban por los feudos.
Eran todavía hazañas aisladas, partiendo siempre de un hecho real; las   Gestas del rey Arturo,  Christian de Troya,  Percival, Tristán e Iseo, el Mío Cid, Carlomagno, Guillermo de Orange, el Santo Grial  narradas por los aedos, gracias a  los trovadores se transformaron en Epopeyas y así llegaron hasta nuestros días. Fueron  narradas oralmente en un lenguaje precario y titubeante entre el latín y el inicio de las lenguas vulgares.
LA CANCIÓN DE ROLDÁN  en Francia, narra las hazañas de Carlomagno contra los moros. (Francia y España no eran países; eran feudos.
Carlomagno  triunfa y deja en la retaguardia a su sobrino dilecto con  doce Pares; los moros aparecen sorpresivamente por la retaguardia y   en la batalla de Roncesvalles Roldán, su sobrino, es  herido y muere junto a los doce:  Las exageraciones;  “una parte del cerebro cae a tierra con el casco; él lo levanta y sigue peleando.”  Estos ejemplos didácticos de los Cantos épicos  muestran a los personajes como héroes que uno debía intentar imitar por su coraje, valor, su indiferencia hacia la   muerte, su bravura y  honor.
Las epopeyas Germanas son sangrientas, llenas de odio y venganza. En la épica inglesa y los países escandinavos eran monstruos a los cuales el héroe debía aniquilar.
EL MIO CID, en España, es la más realista. Sólo hay un episodio inventado, un león que aparece fugazmente, que el Cid logra domesticar en minutos y abrazado lo lleva a su jaula.
 Los hechos reales: el exilio de Don Rodrigo Díaz de Vivar (por envidas que lo enemistan del Rey Alfonso)
La Toma de Valencia por el Cid. ( le envía regalos al rey) y La reconciliación del rey con su vasallo.
BEOWULF, en Inglaterra  mucho menos real, les agregaban  detalles mágicos o poco creíbles con un monstruo gigante que el héroe debía matar, Pero luego de hacerlo aparecía la madre del monstruo, más grande todavía, a quien también  le da muerte.
Los Nibelungos en Alemania
Luchas sangrientas de odio y poder y venganza.

LAS CATEDRALES   entre el Siglo XI al XIII.
(Tardaron más de un siglo para terminarlas)
La cristiandad fue considerada en  Europa occidental como un imperio espiritual, sometida al Papa en esos siglos.  
Las Catedrales, obras magníficas  necesitaron más de un siglo para terminarlas tienden  hacia el cielo, en su arte vertical. Ese era el objetivo de los monjes: de lo terreno al cielo. Son joyas espectaculares del arte Medioevo.  El cristianismo predominaba y el saber lo poseía los monasterios, encerrado bajo llave.
Las obras son anónimas; estaba prohibido  individualizar los trabajos. Algunos  artesanos y artistas  dejaron su nombre entre los pliegues de un manto, por ejemplo.
Les  Vitrales: Se enseñaba episodios de  la Biblia del Nuevo Testamento o la vida de la Virgen o Cristo o un santo en particular, a quien se la  dedicaban. Como  objetivo, además de darle luz  enseñaba mediante  los dibujos en el cristal a la gente  analfabeta. El  culto   femenino,  predominó durante  estos dos  siglos del fin del Medioevo.
Chartres  y  Colonia tienen las dos torres terminadas. La primera en  un pueblito perdido al sur de Francia, que se eleva entre colinas  e hileras de álamos,  mucho antes de percibir el pueblo que se anuncia percibiendo  las dos torres-
El retablo 
-o puerta principal- contiene relieves  muy elaborados, en acero revestido de madera.  Es el único adorno importante, además de la belleza de los vitrales: los más sublimes son los de Colonia (predomina el rojo, el verde, el amarillo y el azul); en  la de Chartres y Notre Dame (predomina un azul profundo, intenso,  jamás visto en otros países). Algunas perdieron los vitraux en las guerras mundiales y los reemplazaron por blanco opacos.
La escultura no era un arte independiente; estaba  subordinado a la arquitectura.
Las logias estaban regentadas por los sacerdotes  más las corporaciones donde los  arquitectos, artistas, artesanos y obreros estaban protegidas y conseguían trabajo.
En Francia: la de París, la de Reims, la de Chartres, Lyon, Reims y Rouen
 En Austria: la de Viena
 En Bélgica –La de Bruselas,  Gand y  en Brujas.
En España, en Santiago de Compostela donde creen que se encuentran los huesos del santo apóstol y  se los venera.
En el sur de España con  características típicas  del arte islámico. Catedrales en León, Oviedo, Burgos, Sevilla.
En Inglaterra el gótico perpendicular de prolongadas proporciones en sus ventanales, con bóvedas reticuladas al estilo Tudor de fines del Medioevo.
En el Rin algunas de ellas disputan con el arte romano; en Fráncfort, Estrasburgo, y otras.
En el norte de Italia la de Milán. (La Edad Media no prendió en este país, más afín con el Renacimiento posterior)
En la pintura los rostros son similares, sin ninguna individualidad.  Predominan las:
Figuras no naturales. Predominio de las líneas quebradas- en ángulo recto; estatuas con niños en posiciones inverosímiles. La falta de realidad es un común denominador en estos siglos. No les interesa la realidad.
Superposición de planos: En cada esquina  del  cuadro o en la parte superior se cuenta una historia diferente, yuxtapuesta.
Jerarquización por tamaño. Si la Virgen se levantara sería un gigante. La fealdad de los niños asombra y su desproporción también.
S XIV en el Norte de Europa; el gótico florido del principio del Renacimiento está adornado con arcos con follajes de piedras, la tracería de las ventanas se complica en los albores renacentistas con una decoración fastuosa. No tendrá el esplendor de Italia; solamente se agregan adornos a los edificios. NO olvidemos que el Norte estuvo plagado de guerras durante siglos.
En  música, el Canto Gregoriano.
Hay distintos tipos de cantos llanos, en especial en Alemania.  Los judíos tienen los salmos y los cristianos los heredaron, aunque con otra musicalidad.
 En el S XIII Carmina Burana (canciones en latín). Existían seiscientas setenta piezas. Se supone que  los trovadores la ampliaron; estas canciones critican las bulas de la Iglesia.