Alemania
se alió a Francia para ponerle fin al duque de Borgoña; los Países Bajos eran
aliados a Inglaterra. El duque sabía que corría peligro. Rompió con los
ingleses su alianza, obteniendo beneficios, pues las tierras del Norte le
fueron cedidas para la ansiada unión de los Países Bajos.
El duque Felipe
de Borgoña era un político experimentado; hijo del rey que fue
vencido y hecho prisionero en Inglaterra. Luchó en la batalla de
Poitiers y recibió el ducado de Borgoña como recompensa por su
valor; se casó con Margarita, heredera de Flandes, Artois, Nevers y
France Conté; con su bondad supo conquistar a los flamencos. A través de
los casamientos de sus hijos esperaba obtener la unión de los Países
Bajos. Fue el hombre más poderoso en el norte de Francia.
Luchan
el duque de Borgoña y el rey de Francia; venció el duque y la región
septentrional se alió con él, quien contaba además como aliados a
Alemania e Inglaterra.
Felipe (el Bueno) se alía a los
ingleses en la Guerra de los Cien
Años, donde Francia capitula de forma vergonzosa. El duque no
quería sentirse más vasallo del rey de Francia. Los tres rivales serán
ahora Francia, Borgoña e Inglaterra.
Felipe tenía veintitrés años;
era poderoso y sus proyectos realistas. Compró Namurois y heredó Brabante,
Anvers, Maline y Hainaut, Hollande, la Zelande y la Frise , más Luxemburgo que
fue herencia de una tía sin hijos.
Lucha
del rey francés Luis XI contra Carlos el Temerario, duque de Borgoña.
Cuando
Felipe murió, podía sentirse satisfecho. Dejaba un poderoso Estado
a su hijo Carlos el Temerario, que subió al trono a mitad del S XV. Francia, debilitada por la guerra de un siglo, era incapaz
de oponerse al duque de Borgoña.
Carlos
el Temerario era un trabajador infatigable; obstinado, frugal, austero;
cabellos negros, ojos azules, labios firmes; sentía pasión por la música,
sabía expresarse y le gustaba dar discursos: era un espíritu
renacentista. Oscilaba entre lo antiguo, lo moderno y lo feudal; estaba
de acuerdo con los impuestos altos, pero se preocupaba por la prosperidad de su
reino, protegiendo los derechos de aduana, haciendo crecer las industrias
locales y otorgando su apoyo a quienes poseían talleres donde se
fabricaban el encaje y las telas. Apoyaba las ferias, el mercado y
democratizó la justicia.
Luis
XI, rey
de Francia, deseaba reducir a los Países Bajos por el hambre, sin venderles ni
trigo ni vino, lo cual trajo serios inconveniente a Flandes, Brabante,
Holanda y Zelandia. Si sumamos las invasiones y las incursiones entre los
pescadores de arenque y los impuestos altos a los mercaderes de Borgoña más la
quita de privilegios en las ferias de Caen, Rouen y Lyon, se comprende que los
Países Bajos estuvieran asfixiados por la política económica francesa.
El
duque condujo su ejército hacia Suiza, intentando romper el bloque
y encontrar nuevas vías económicas a través del Rin y el Rhône. Fue atacado por
el cantón suizo; los flamencos le rogaban que abandonara la lucha. Luis XI
esperaba que el duque corriera su última aventura para anexarse el ducado a
Francia. Hubo otra batalla en un invierno helado y dos días después se encontró
su cuerpo devorado por los lobos.
Luis XI
continuó la obra de su padre y finalizó teniendo todo el poder en
sus manos. Era rey de Francia desde Bretaña a Borgoña, desde Picardía a
Gascogne. Despertó una vez más el sentimiento nacional, que reinó a
finales de la guerra de los Cien años. Puso fin al feudalismo, siendo su
propósito una monarquía absoluta aunque escuchaba al pueblo. Apoyaba la
agricultura, el comercio y la industria minera y se ocupaba personalmente de la
higiene urbana. Fue llamado el primer rey ciudadano.
Al
final de su vida el miedo a un posible atentado se transformó en una obsesión.
Había una razón: los nobles lo detestaban pues los había arruinado: la
monarquía les quitó el poder y los burgueses y agricultores, asfixiados por los
impuestos, estaban cada vez más descontentos.
Sufrió
un ataque fulminante del cual no se recuperó. No lo lloraron, aunque la
posteridad le rindió justicia. De los feudos de la nobleza hizo un estado
centralizado, según el canon del Renacimiento.
Maximiliano
de Austria
Casado con la única descendiente de Carlos el Temerario, María de
Borgoña, padre de Felipe el Hermoso, casado a su vez con Juana la Loca fueron
los abuelos y los padres del Emperador Carlos V. Maximiliano y su
nieto Carlos V fueron emperadores del Sacro Imperio Romano, nombrado por el
Vaticano.
Primera
mitad del S XVI
Maximiliano
de Austria muere. Los príncipes electores debían reunirse en Frankfurt para
elegir un reemplazante. Toda su vida fue la ambición para aumentar el
poder de los Habsburgos y no escatimó esfuerzo para que la corona imperial quedara
en su familia.
Su hijo
Felipe el Hermoso muere, a Juana la declararon loca y su nieto Carlos V lo
heredó. Nació en Gand, tuvo una educación borgoña, fue criado por su tía
carnal, hermana de su padre.
Margarita
de Austria tuvo una triste historia sentimental; fue otorgada por su padre
Maximiliano al delfín de Francia, hijo de Luis XI, pero diez años más tarde
regresó virgen repudiada y humillada. Su potencial marido la rechazó por otra
duquesa de mayor dote. La casa de Austria negoció su nueva boda con Juan de
Castilla, hijo de los Reyes Católicos. Fue un matrimonio feliz pero a los
veinte quedó viuda y muy rica. Por tercera vez la cede su padre al duque
de Savoya y éste también muere.
A esta
mujer bella y joven su padre le confió el gobierno de los Países Bajos; fue
enérgica como gobernante y a la vez que se consagró a la educación de su
sobrino.
Carlos
hablaba francés con su tía; no fue un alumno brillante pero tenía ideas
firmes y no cambiaba de opinión, si creía tener razón.
A los
seis años muere su padre. Cuando muere su abuelo materno, Fernando de Aragón,
Juana debía heredar el trono, pero -al declararla mentalmente enferma -la corona
pasa a su hijo, quien hereda un inmenso imperio: de su abuelo paterno los
Países Bajos y Austria y de su madre y abuelo español Castilla, Aragón, Nápoles
y Sicilia, más las Colonias en América
Francisco
I en Francia reinaba; había subido al trono por una rama colateral de la
familia Orleans.
La Contrarreforma
Carlos V en la primera Dieta sugirió un concilio;
LAS
GUERRAS DE FLANDES
En la
primera mitad del S XVI (en 1555 abdicará el emperador, gotoso y cansado, luego
de 40 años de reinado); se reúnen las diez y siete provincias bajo un rey, pese
a la resistencia de Frisia, como estado independiente, reconocido en la Dieta de Augsburgo en
1547.
En el
Concilio de Trento hubo tres intentos:
a) En
la primera Dieta prohíbe el culto a los herejes
El
Concilio de Trento fue en el sur del Tirol; se juntó la Iglesia católica para
corregir la corrupción y establecer la unidad.
Carlos
V abrió la ruta entre el catolicismo y los protestantes en 1545, mitad
del S XVI. Roma lo rechazó: temía perder el poder; la doctrina de Lutero
y Calvino abrían la mirada a la curia. Roma imponía la iglesia católica
romana. Pablo III cedió al deseo del Emperador que fuera en una ciudad
alemana. Trento pertenecía al Sacro Imperio Germano. El concilio tenía el
derecho de representar a toda la iglesia católica; era un título que el
Papa se reservaba.
Toda la
primera parte se basó en Sto. Tomás de Aquino, bajo la estricta
ortodoxia. Los protestantes pretendían que la Biblia fuera la única
guía. El concilio adujo que La Biblia y los padres de la iglesia eran las
normas de la fe cristiana: Sólo se salvaban bajo la iglesia romana. El espíritu
conservador de Pablo III aniquiló toda reconciliación entre católicos y
protestantes. No lo aceptaron.
Carlos
V se impuso con su tropa para finalizar con el protestantismo. Pasa a ser el
dictador de Alemania. Dos años más tarde murieron varios miembros de ese
concilio: se habló de una epidemia. Los prelados del pontífice se fueron a
Bolonia. Fue el fin de la primera etapa.
b) La misma idea seguía firme, pero hubo
concesiones del emperador. Se le deja libertad de cultos, según la fe de cada
soberano en cada reino. Un sismo amenazaba a la iglesia romana.
c) En
la tercera etapa, Julio II no logró cambios y la situación se puso tensa. Sube
Pío IV
que votó contra los herejes. Gracias a la Reforma católica de
la iglesia romana se extirpó el influjo herético en Polonia y en el sur de
Alemania. La unidad Renacentista se convirtió en un
recuerdo.
Libertad
de culto, en 1545. Once años después abdica Carlos V y se retira al monasterio
de Yuste.
Desde
1530, el emperador dejó el gobierno en manos de su hermana María de
Hungría, con un consejo privado que redactaba las leyes y llevaba la
administración de justicia más un Consejo de Estado compuesto por los
gobernadores de las provincias, funcionarios de la iglesia y los caballeros del
Toison d´Or (consultados en asuntos importantes).
Hubo
una base de un gobierno central con la misma moneda y los mismos impuestos
y administración de los terrenos ganados al mar contra la usura y la
mendicidad y con un derecho común complejo, en una región tan variada y con
privilegios de clases.
Llegó
la prosperidad: Amberes atraía a los mercaderes y banqueros del mundo. Su
comercio se evaluó en tres mil millones de francos anuales.
En
Yuste donde vivió sus once años de vida sin un lujo extravagante pero con
huerta propia y jardín dentro del monasterio, le pidió a su hijo que
reconociera a Juan de Austria, su medio hermano, un hijo ilegítimo nacido
en Alemania, de una aldeana flamenca. De muy niño lo trajeron en sigilo a
España y con los años terminó viviendo con el mayordomo del emperador, Luis de
Quijada, quien los tenía a su cargo y se ocupaba de él. Jugaba en los jardines
de Yuste sin saber que su padre era l emperador Carlos V. Era un precioso
niño rubio de ojos azules y más tarde un gallardo joven distinguido. El niño
tenía doce años cuando murió su padre, sin saber que lo era todavía.
A los
catorce años se enteró por su medio hermano Felipe II y desde ese momento
recibió una esmerada educación junto al infante Carlos II, heredero al trono,
Farnesio, príncipe de Parma y sobrino de don Juan, en Alcalá de Henares.
Mientras Carlos
V usó la diplomacia y su prestigio para convencer, era de carácter
extrovertido y muy activo, su hijo, Felipe II no hizo más que desaciertos.
Quiso ejecutar el objetivo fundamental paterno conservando a Europa unida bajo
el Catolicismo y al mando de los Habsburgos. Luchó tercamente contra los
flamencos, contra los protestantes, los moriscos y todos esos frentes no hicieron
más que debilitar su reino. Hablaba mal el francés e ignoraba el holandés. Los
Países Bajo nunca lo consideraron su soberano.
Felipe, terco, imponía
las leyes del Concilio de Trento y designó como gobernador a su media hermana,
la duquesa Margarita de Parma, aunque era una limitada regencia ya que debía
someter todo a consulta. Hubo tensiones entre ella y el Consejo de Estado,
entre el pueblo y los soldados y un levantamiento era posible. El rey tardó un
año en decidir retirar las tropas y apaciguar los ánimos.
Felipe,
terco, saturnino, imponía las leyes del Concilio de Trento y designó como
gobernador a su media hermana, la duquesa Margarita de Parma, aunque era una
limitada regencia pues debía someter todo a consulta. Hubo tensiones entre ella
y el Consejo de Estado, entre el pueblo y los soldados y un levantamiento era
posible. El rey tardó un año en decidir retirar las tropas y apaciguar los
ánimos.
Doscientos hombres fueron al palacio de la regenta, aclamados por el pueblo con entusiasmo. Margarita debía obedecer a su medio hermano pero el pueblo le daba lástima. Los llamados mendigos se unieron a una multitud enardecida. La audiencia duró unos minutos; una pequeña delegación entregó las peticiones escritas. Mientras esperaron, se fueron a beber. La respuesta no les satisfizo. Margarita prometía enviar a Felipe II una delegación para moderar la persecución a los herejes.
La Insurrección
En
1566, once años luego de subir Carlos V al trono se preparaba para asistir
a la Asamblea del
Poisson d'Or y estalló la revuelta. Los nobles flamencos juraron resistir
a La Inquisición y
a los edictos reales con los heréticos calvinistas, que tomaron las iglesias
para celebrar su culto: la masa desbordó. La Catedral y las Iglesias
fueron saqueadas; el pueblo destruía todo a su paso, pintura y obras de arte
fueron destrozas. La rebelión se levantó también en Ypres y Gante, Frisia,
Holanda y Zelandia. Se construyeron templos protestantes donde se practicaba
los oficios junto al católico.
Felipe
II consultó a los teólogos sobre la conducta a seguir; le aconsejaron dejarlos
en libertad mejor que la calamidad que podía resultar de la rebelión, pero el
monarca hizo lo opuesto y aplicó en 1566 -once años después de la abdicación de
su padre- la regla del rigor. No toleraba la herejía de los Países Bajos y
menos que disminuyera su autoridad real. Mientras en España se finalizaba el
Escorial, el primer palacio para reyes, se dispuso a defender el Catolicismo
como monarca absoluto. Fue un craso error. Carlos V en el tercer Concilio había
defendido la libertad de culto.
Envió
en su nombre al duque de Alba, que seguía sus reglas; lo denominaron el ángel
exterminador; tenía casi 60 años de edad y conducción 17.000 soldados más 4
decretos dando plenos poderes a su media hermana, la duquesa Margarita, pero
ésta, presintiendo el futuro aciago para los flamencos rogó al rey que la
dejara regresar a Italia.
Al
conocer la noticia muchos se exilaron y otros se prepararon para
resistir. El duque estableció un tribunal de sangre que llevó al cadalso a dos
condes, personajes ilustres y fueron ejecutados en la Gran Plaza de
Bruselas; Sus hogares fueron arrasados, le confiscaron sus bienes y
encarcelaron a otros; nadie se sentía seguro: cayeron 800 cabezas. El duque de
Alba seguía las órdenes del monarca español.
Intentó
salvar a los dos condes pero no lo logró. La resistencia aumentó; estalló una
rebelión armada. Guillermo de Orange ayudó con tropas, armas y dinero: los
protestantes fueron socorridos también por los príncipes protestantes de
Alemania.
Los
Mendigos del Mar se aliaron en masa y organizaron la resistencia. Algunos eran
aventureros pícaros, otros mendigos que habitaban los bosques y buscados por la
autoridad por diversos crímenes, otros perseguidos por los españoles y la
minoría idealistas. La mayor parte no había navegado jamás, pero el peligro no
los acobardó. Todos se unieron. El rey español protestaba contra la ayuda que Isabel I los protegía en sus puertos. Anclaron
los Mendigos del Mar en una ciudad sin guarnición y tomaron la Brille. Fue una
cuña favorable para los españoles en los Países Bajos.
Guillermo de Orange les concedió el permiso de cruzar el canal de la Mancha y abordar los
barcos, aunque no aceptaba el salvajismo y la brutalidad que empleaban.
Guillermo de Orange fue proclamado
gobernador neerlandés y trató de juntar políticamente los Países Bajos.
Después
de la toma de la ciudad que no estaba protegida militarmente tomaron otras
ciudades. El nacionalismo se extendió entre los mendigos del mar que fueron
crueles en sus triunfos, anárquicos, pese al príncipe de Orange que intentaba
implantarles su pensamiento político; torturas, ejecuciones no eran mejor que
los cometidos por el duque de Alba y su ejército español. Los calvinistas
piadosos estaban escandalizados.
Guillermo
II, viendo el peligro les quitó las patentes de corso en una conferencia. La
era de los mendigos del mar finalizó, aunque la guerra seguía sin ellos y donde
se decidiría el futuro de los balones, las provincias valonas en el sur y de
los flamencos en el norte.
Felipe,
designó finalmente como sucesor del duque de Alba a Luis de R, comendador de
Castilla y ex gobernador de Milán, un gran dignatario no indicado para este
problema de tan difícil solución. Era un moderado que anhelaba gobernar
con tolerancia a los Países Bajos. Guillermo II de Orange rechazó las
proposiciones del nuevo gobernante castellano.
La
guerra duró 80 años. Si Leyden caía en manos de España, la causa estaba perdida
para el príncipe de Orange. La defendieron con valor pese al hambre y al
asedio. El príncipe holandés ordenó abrir los diques e inundar los campos de
alrededor, así podían socorrer a Leyden con sus barcos livianos de fondo plano
para liberar la ciudad sin necesidad de pasar por donde estaban los españoles.
Integró
unir las Provincias Unidas bajo la tolerancia religiosa, Guillermo de Orange se
declaró calvinista, pero no aceptó el extremismo como única religión. Para
atraerse al sur católico debía encontrar una tolerancia religiosa donde además
declaró que el
Príncipe
era un súbdito para el pueblo.
La
independencia de las siete provincias
En 1576, en la ciudad de Gantes se reunieron sus representantes;
Guillermo
II de Orange se negó a firmar el edicto para las siete provincias; tramó
asesinarlo a don Juan quien huyó a Bruselas y se escapó a Francia; desde allí
llamó a las tropas que estaban en Italia. Al ver su imposibilidad para llegar a
un acuerdo con los rebeldes flamencos se decidió a la acción militar.
Regresaron los soldados a la orden de Alejandro Farnesio, príncipe de Parma y
sobrino de don Juan de Austria, además de condiscípulo.
En la
campaña derrotó al enemigo y reconquistó Lovaina, Brabantes, Luxemburgo belga y
otras; los rebeldes debieron salir de Bruselas y refugiarse en Amberes.
Don
Juan suplicaba a su hermano Felipe II dinero pero el rey ponía al pie de
la carta: sin respuesta. Temía los proyectos para salvar a María Estuardo de su
medio hermano y la posibilidad de convertirse en un temible rival. Don
Juan finalmente muere de un moco sospechoso; su sobrino lo sucedió. Siguió la
guerra pero era difícil dominar a los flamencos que destruían incluso los
sacramentos, las iglesias, los claustros, monasterios, robando los bienes,
encarcelando obispos y ejecutando a los nobles y colgando y decapitando por
doquier.
Los balones
católicos reaccionaron. Farnesio les prometió libertad de culto a condición de
mantener el culto católico y la autoridad de Felipe II. Se firmó la
reconciliación pero Guillermo de Orange se opuso con Holanda, Zelanda, Utrecht,
Frisia y otras ciudades del sur. El príncipe replicó: ”seguiré firme”, la
divisa de la casa Orange Nassau y del reino de Holanda.
Felipe
muere desposeído de los Países Bajos y tres años más tarde Guillermo II de
Orange muere en manos de su asesino; en su vida sufrió una serie de atentados.
Su país lo lloró como a un padre protector. El pueblo se repuso y tomó coraje y
terminó su obra. Decidieron vengarse y defender su libertar costara lo que
costase.
La
tregua y la independencia
Farnesio
explotó la situación, cansado luego de la muerte del rey de España e intentó
someterlos. Antes de morir Farnesio tomó Brujas e Ypres; Gante capituló en 1584
y Brusela un año después, y Amberes unos meses luego: fue la última
ciudad y cumbre militar, el mayor triunfo en los Países Bajos.
Después
de esta toma Europa consideró finalizada la cuestión pero Farnesio
murió seis años después. A Felipe II le siguió su
segundo hijo, un rey abúlico Felipe III.
Francia
e Inglaterra reforzaron la posición de los Países Bajos de la República Neerlandesa y
en 1608 el gobernador llamó a una tregua por doce años y a reconocer la
independencia de las Provincias Unidas que actualmente es Holanda.
El
despotismo religioso fue la causa de que diez y siete provincias del Emperador
Carlos V se separaran del reino: ni Guillermo de Orange ni Felipe II lo
desearon. Cuando firmaron la rendición en Breda, con el compromiso de la
nobleza, ni siquiera los mendigos soñaron con tal ruptura.
La batalla de Lepanto
contra los turcos Este es Juan de Austria, medio hermano de Felipe II, rey de
España
Don
Juan fue a los veinticinco años el héroe de Lepanto. Partió con la
flota cristiana para encontrarse con la flota otomana; ambos comandantes no
sabían cuán cerca se encontraban el uno del otro, desconociendo el número
exacto de naves ni de adversarios, debido a los falsos informes que les
llegaban. Cuando aparecieron los turcos hubo un momento de duda entre la flota
española: “Señores, ya no es hora de razonar sino de combatir” les respondió secamente
el joven comandante. En un momento don Juan de Austria sacó su espada y
se lanzó con la galera Sultana, junto con el marqués de Santa Cruz y sus naves
Alí
Baja murió; un soldado clavó su cabeza en una pica y el estandarte se llevó
hasta un lugar de la Santa Liga. El
combate tenía el viento favorable a los españoles, a las
naves del Pontífice y las de Venecia. Don Juan y el marqués
salvaron el ala derecha de la brutal ofensiva. La batalla finalizó a la
tarde. Una tempestad se avecinaba; nadie se dio cuenta salvo don Juan que
estaba atento; con un cañonazo de alarma la flota se protegió en el puerto. Si
no hubieran llegado a tiempo, la flota hubiera naufragado por la terrible
tormenta.
En esa
precisa flota se encontraba Miguel de Cervantes Saavedra que, enfermo y con
fiebre, quiso estar en los lugares más peligrosos; recibió tres arcabuces y
quedó con una mano imposibilitada; le quedó como sobrenombre el manco de
Lepanto, de lo cual se vanagloriaba.
Las
fuerzas españolas siguieron luchando contra los musulmanes del norte de África;
recibió del rey de España instrucciones de atacar Túnez, sacar a los turcos y
colocar en el trono a un turco amigo de España. Era la misma empresa que
treinta y ocho años antes había llevado a cabo su padre, Carlos V sin poder
triunfar.
La
empresa tuvo éxito pero con el tiempo no sirvió; se perdieron las dos
conquistas, Túnez y el fuerte de la Goleta. Hubiera sido inteligente dejar
a don Juan como soberano en esas tierras. Pero Felipe temía el poder en manos
de su medio hermano, frente a los triunfos logrados.
Después
de su triunfo en Lepanto para beneficio de España, tal vez el monarca le tenía
cierta aprensión. Juan de Austria era príncipe de sangre, hijo del emperador.
Felipe II sostuvo que era indispensable poner fin al problema de
los Países Bajos. Así podía mantenerlo bajo su dominio sin permitirle volar con
sus propias alas. Era un gobernador español en medio de rebeldes flamencos.
Juan
de Austria despidió las tropas con pagos atrasados; pidió un crédito prestado
de más de 150.000 escudos al Papa Gregorio XIII, destinado al proyecto
inglés para restablecer el catolicismo en Gran Bretaña. Hizo lo imposible para
conseguir la paz en Flandes.
El
Pontífice quiso otorgarle un reino pero Felipe II se opuso y lo envió a
un destierro disimulado, lugar que padeció, con un ejército que no recibía
paga y clamando al rey por ser absuelto de ese cargo sin futuro.
Felipe ni siquiera respondía sus cartas. Después de su triunfo en Lepanto para
beneficio de España, tal vez el monarca le tenía cierta aprensión y lo acorraló
en esa comarca.
Don
Juan soñaba con salvar a María Estuardo, casarse con ella y destronar a
la reina de Inglaterra, Isabel I y convertirse en los
nuevos reyes católicos de Inglaterra, algo que Felipe temía.
En
medio de las penurias de las revueltas murió en Brusela muy joven de unas
fiebres.
Se
encuentra enterrado en el Valle de los Caídos.
En
1520, en el primer edicto del Concilio de Trento Carlos V condenó a
muerte a los protestantes. Fueron llevados
a la hoguera en los Países Bajos dos monjes agustinos de Amberes, que
ponían en duda los dogmas de Roma.
El
emperador deseaba dejarle a Felipe II un reino pacífico. No sólo no
fue posible sino que terminó con la decadencia de España.
Pero mientras Carlos
V usaba la diplomacia y su prestigio para convencer, era de carácter
extrovertido y muy activo, su hijo, Felipe II no hizo más que desaciertos.
Quiso realizar el objetivo fundamental de su padre; conservar a Europa
unida bajo el Catolicismo y al mando de los Habsburgo. Luchó tercamente
contra los flamencos, los protestantes y los moriscos y todos esos
frentes no hicieron más que debilitar su reino. Hablaba mal el francés e
ignoraba el holandés. Los Países Bajo nunca lo consideraron su soberano.
Su padre le cedió el mando de Alemania a su hermano Fernando, lo cual hizo que
Felipe no heredara el imperio alemán. La derrota de La Armada Invencible hizo que Inglaterra no solamente
venciera a los españoles sino que además ganase el poder marítimo. Desde ese
día Inglaterra tuvo el poderío de los mares.
Las ideas de este
pueblo del Norte eran diferentes a los pueblos del Mediterráneo. La
intolerancia política y religiosa de España rebeló a los flamencos que deseaban
como regente a Guillermo de Orange, quien se distinguió bajo el reino del
emperador.
Felipe, terco,
reconcentrado, egocéntrico, con enorme capacidad de trabajo,
aunque muchas veces su terquedad y afán de control fuera en detrimento suyo y
de España. Designó como gobernadora a su media hermana, la duquesa Margarita de
Parma, aunque limitada en su regencia pues debía someter todo a consulta. Hubo
tensiones entre ella y el Consejo de Estado y entre los soldados y el pueblo
con un posible levantamiento. El rey desde España tardo un año en decidir
retirar las tropas y apaciguar los ánimos de los flamencos.
Muere
Felipe II y sube al trono su hijo Felipe III, abúlico e incompetentes que dejó
el gobierno a manos de su favorito. Su hijo Felipe IV no será mucho mejor y puso fin su incompetencia al imperio español.
EL
DECLIVE DEL SOBERANO FRANCÉS
Sufrió
una gran desilusión con la nueva guerra civil en Inglaterra, que
destronó a James II, en quien había puesto sus esperanzas. El rey
inglés se convirtió al catolicismo -a cambio de una inmensa fortuna
cedida por el rey francés- que llevó al pueblo otra vez a una
masacre entre protestantes y católicos nuevamente. Cometió un gran error;
le vendió el puerto de Dunkerque a Francia, acto que los ingleses no le
perdonaron jamás pues era capital para ellos un lugar seguro en el continente.
Los
ingleses pidieron socorro a Guillermo III de Orange, rey de Holanda,
casado con María, hija del rey depuesto, María, que fue creada en la
religión protestante.
Cuando
James II le propuso a Luis XIV que lo ayudara para regresar por Irlanda y
luchar contra su yerno holandés, éste le cedió algunos oficiales pero no
tropas francesas.
En poco
tiempo Guillermo III tuvo a la isla bajo su control y sin derramar una gota de
sangre. Francia se asustó y le envió tropas a James II. Guillermo pasó a
Irlanda para combatir personalmente contra su suegro y le infligió tal derrota
que el monarca inglés perdió su coraje y huyó a Francia en su segundo exilio
con su familia (estaba casado en
segundas nupcias y tuvo un heredero que murió, dejando un hijo)
En 1688 Luis XIV invadió el Palatinado; entró
a la cabeza de sus tropas sin ninguna explicación. La
destrucción y violencia dejó asombrada al resto de Europa. Los dragones
que formaban la delantera cometieron todo tipo de actos violentos a
sangre fría y sin necesidad; incendiaron ciudades históricas. Existe aún un
castillo en Heidelberg que guarda las señales del vandalismo de esa época.
Detrás
venían los carros llenos con el botín y los prisioneros alemanes atados
de a dos. El rey quería asegurarse la dominación del Rin y necesitaba quebrar
de una vez toda la resistencia alemana. La desgracia del Palatinado contribuyó
al odio de Alemania contra Francia.
De esta
guerra nació la guerra europea para vencer al invencible Luis XIV. Desde
1688 los estados alemanes, Brandeburgo, Saxo y Hannover entre otros,
se comprometieron a defender las fronteras del Rin.
En
noviembre Francia se vio forzada a declarar la guerra a los Provincias
Unidas y, en abril, a Felipe IV
Los
aliados creían poder someter a Francia. Decidieron paralizar todo el tráfico
naval destinado a Francia, y a los países neutrales. La Liga de
1692 logró una importante victoria que compensó la derrota de dos años atrás.
Ese año
a Luis XIV se le ocurrió invadir Inglaterra pero los ingleses se enteraron del
plan real y rechazaron a los invasores con toda ferocidad. Fue una derrota
donde todo el pueblo se unió y olvidaron sus diferencias en Pro de defender su
país.
La
flota inglesa junto a la holandesa navegó aliadas y en junio se encontraron
con la flota francesa cerca de Normandía. El almirante francés
juzgó mejor retirarse antes de continuar una victoria imposible,
que finalizó con el proyecto del soberano de invadir
Inglaterra. El dominio del mar quedó para Inglaterra. Fue un gran triunfo para
Guillermo, rey de Holanda y de Inglaterra. Los Países
Bajos conocían la superioridad militar de su enemigo, quien tomó y quemó
Holanda, bombardeó Lieja y en 1692 venció al rey holandés. Guillermo
sufría las derrotas sin perder de vista su objetivo.
Desde
el principio de la guerra el rey Sol intentó desunir a los miembros aliados. El
duque de Savoya fue el primero en abandonar la alianza. La traición de Savoya
fue un triunfo diplomático francés; en 1695. Francia intentó una paz
parcialmente aceptada,
Guillermo
tomó Namur. Francia bombardeó durante 36 horas a Bruselas, capital de Los
Países Bajos, que defendida por Maximiliano
de Baviera
La
capital resistió y los soldados franceses huyeron apresuradamente de la Grand Place;
3.850 casas fueron destruidas; la gente dormía en carpas en el parque.
Como
perdió sus recursos económicos, Francia aspiraba a la paz. La
emigración de los hugonotes, gran error del rey que los obligó al exilio- se
empezaba a hacer sentir sus consecuencias. La mala cosecha sembró la
miseria entre los campesinos; Luis comprendió que su reino se encontraba al
límite de sus fuerzas.
Comenzaron
las negociaciones de paz, pero no se firmó hasta 1697, en un palacio de
Flandes; El Tratado de Utrecht estuvo listos: Francia por un lado
e Inglaterra, Holanda y España del lado opuesto.
Las
condiciones de paz eran asombrosas. Luis XIV debía devolver todas sus
conquistas al este del Rin y todos los territorios reunidos, excepto
Alsacia, Luxemburgo y Estrasburgo. Tuvo que comprometerse a no efectuar
la mínima tentativa para destronar a Guillermo III de Inglaterra, aunque
residiera en Holanda.
Francia
no salió realmente derrotada de una batalla, pero sí
le impusieron un límite para siempre a su expansión territorial.
El objetivo perseguido por Guillermo de Orange se cumplió. James II murió
cuatro años después, sin intentar una nueva conquista al trono.
(Guillermo
III murió y su mujer María reinó. Al morir sin hijos, su hermana Ana reinó en
Inglaterra. Luego del Tratado de Utrecht, los ingleses quedaron insatisfechos y
otros resentidos. Entre los resentidos se encontraba España, que tuvo que ceder
los Países Bajos y sus posesiones en Italia. (No olvidar que Felipe IV era
suegro del rey Sol).
Ana, tuvo
19 hijos, múltiples hijos recién nacidos muertos, algunos abortos naturales y
-al no vivir ninguno- cedió el trono a la dinastía de Hamburgo, al rey Jorge I.
Reinarán cuatro reyes incompetentes, no interesados en
Inglaterra, regresando durante meses a su país natal hasta que muere Jorge IV y
sube al trono su sobrina, la reina Victoria).
EXPANSIÓN HOLANDESA: COMERCIO Y COLONIZACIÓN
Juntos
con Portugal fueron los primeros colonizadores. Necesitaba expandirse y
eran excelentes marinos. Al independizarse Holanda, pasó a ser una de las
mayores potencias económicas y coloniales del mundo. Ambos países fueron
colonos antes que Inglaterra y Francia; se extendieron en América, India y sus
barcos llegaron hasta el Báltico, el Mediterráneo, el Adriático y el Pacífico.
Ámsterdam era luego de su independencia el centro económico neerlandés;
su edad de oro y su poderío fue a fin de del S XVI.
Cuatro
barcos llegaron a ese continente al Cabo de Buena Esperanza y a Java; fundaron
factorías en la colonia del Cabo e informaron a su país de las
posibilidades que ofrecía la
India.
Los
holandeses pretendían y lo lograron expulsar a los portugueses de sus colonias;
poseían 800 naves entre Guinea, la costa occidental de África; de allí se
dirigieron al sur del continente y de allí a la India , importando marfil,
perlas, café, té, especias, arroz, sedas, etc. Fue un gran éxito.
Fundaron la Cía. de
las Indias Orientales con el predominio de su monopolio al comercio índico; era
un estado dentro de otro Estado de las Provincias Unidas. De este modo
eliminaron a Portugal de sus posesiones. El centro holandés estaba en la isla
de Java, fundada por un holandés.
Siguieron
rumbo a Siam, Japón y Australia; descubren Nueva Zelanda diez más después.
Las
colonias fueron también por el Atlántico. Crearon una Segunda Compañía de las
Indias Occidentales. Desembarcaron en la primera mitad del S XVII en Brasil,
tomando Bahía y el litoral de Cuba. Además sus piratas capturaban la plata que
traían los españoles en su flota. Durante 40 años se mantuvieron en Brasil,
expulsaron a los portugueses.
Su
colonización en América fue breve. Los balones fundaron en Hudson Nueva
Ámsterdam, hoy Nueva York pero los ingleses pronto se apoderaron de ella.
Holanda y España eran las mejores flotas marina del momento. Recién con Isabel
I el poderío marítimo será británico.