Eran veintiséis principados, todos parientes entre sí.
La parte importante de Alemania era el Norte con el
principado de Sajonia, Hesse, Hannover y Prusia; eran
considerados Estados independientes.
Bismarck logró que los demás principados a través de años
de acuerdos y desacuerdos aceptaran a Prusia como el Estado principal, aunque
conservando su autocracia en sus principados, sin subordinarse del todo
al imperio. El príncipe Guillermo I, se convirtió entonces en
Emperador de Alemania. Bismarck logró independizar a Prusia y los Estados
confederados alemanes del Imperio Austro-Húngaro, donde era Emperador
Francisco José, el último de los Habsburgo poderosos.
Llegaron a pelear pero venció Prusia, aunque por la
lengua, orígenes, tradiciones y religión se sentían ligados y
formaron una alianza de ayuda mutua. Y en este devenir de
alianzas y reuniones en el Parlamento, Alemania logró ser un Imperio, gracias a
Bismarck que fue subiendo durante treinta años de diputado a Canciller y
de noble a Duque y a Príncipe.
Guillermo I no deseaba ser Emperador; no
estimaba a Bismarck porque lo dominaba pero aceptaba sus
sugerencias.
El Emperador vivió hasta los noventa años. Al morir, su hijo
agonizaba (estaba casado con la hija mayor de la
Reina Victoria de
Inglaterra.
Federico murió joven de cáncer en la laringe, con gran
desasosiego de su mujer, reina por muy breve tiempo. Victoria deseaba
hacía décadas ser Emperatriz. Odiaban a su hijo mayor Guillermo y el
padre lo humillaba en ocasiones frente al ejército y así desarrolló esa
personalidad fatal para El Imperio germano
Guillermo I, subió al trono a los veinte años. Nació con
el brazo izquierdo más corto y Al tercer día de su nacimiento
notaron que el brazo izquierdo paralizado tenía la articulación rota y los tejidos
musculares lastimados. En ese estado no podía recuperar con ninguna cirugía el
movimiento de su brazo.
Era histérico, muy nervioso, con períodos de gran euforia
seguido de depresiones. Su peor defecto era la vanidad que ocultaba
la inferioridad de su defecto. Esa pedantería aplaudida por toda la
Corte hizo
de él ese desastre de ser humano que llevó a Europa a consecuencias
nefastas.
Cazaba, almorzaba, dormía la siesta y trabajaba para su
país a lo sumo dos horas diarias, leyendo los telegramas y la correspondencia y
escribiendo al margen sus notas. No dejaba que lo interrumpiesen ni le
hablaran de lo que no deseaba escuchar; viajaba nueve meses al año huyendo de sí mismo.
La madre no lo quería ver, negándole incluso
la entrada para visitar a su padre moribundo; siempre
fue conflictiva la relación. Guillermo II con el tiempo
se vengó y no la dejaban a su madre entrar al castillo a visitar a su
mujer, cuando acababa de parir. La acompañaba hasta la puerta del carruaje.
Guillermo II sentía celos de Inglaterra, a la vez tenía una
profunda admiración oculta por su flota naval y por ser una gran potencia. La
odiaba por ser la patria de su madre y la admiraba sin confesarlo.
Desde que Alemania se convirtió en un Imperio, el
problema de la competencia entre Francia, Inglaterra y Rusia estaba a
flor de piel. Francia se aliaba a Rusia, en tratados secretos que
el Zar ocultaba a Alemania,
Al principio, Bismarck siguió siendo Canciller; era
el único capaz para enfrentar los problemas con el fin de no entrar en
una guerra. Pero Guillermo II le concedió el retiro, cuando éste se negó
a seguir sus mandatos y fueron nombrados otros ni tan capaces, ni tan
inteligentes ni tan aptos para la diplomacia. El Kaiser
se escribió con el Zar durante veinte años, pero ambos
desconfiaban y no se querían.
Con su tío (el futuro rey Eduardo VII, hijo de la
Reina Victoria de
Inglaterra tenía una relación harto difícil. El emperador lo llamó
una vez “un pavo real” y Eduardo, afirmó que "era el peor
desastre en la historia".
Al formarse el Imperio, Bismarck siempre supo que
habría enemigos con Francia, con quien compartían fronteras, y con Rusia, un
país peligroso por su poder; se firmaron duplicidades y
triplicidades para no dejar crecer el poderío de esta potencia teutónica
tan novata.
El dilema en los Balcanes existió mucho antes del asesinato del
hermano del Emperador de Austria, que fue la falsa excusa para apoderarse de esa
región. Austria necesitaba una salida al mar y deseaba desde 1890 el dominio
de esa región.