lunes, 1 de mayo de 2017

Independencia de Alemania


Eran veintiséis principados, todos parientes entre sí.

 La parte importante de Alemania era el Norte con el principado  de Sajonia,  Hesse, Hannover  y Prusia; eran considerados Estados  independientes. 

Bismarck logró que los demás  principados a través de años de acuerdos y desacuerdos aceptaran a Prusia como el Estado principal, aunque conservando su autocracia en sus principados, sin  subordinarse del todo  al imperio. El príncipe Guillermo  I,  se convirtió entonces en Emperador de Alemania. Bismarck  logró independizar a Prusia y los Estados confederados alemanes  del Imperio Austro-Húngaro, donde era Emperador Francisco José, el último de los Habsburgo poderosos.

Llegaron  a pelear  pero venció Prusia, aunque por la lengua,  orígenes,  tradiciones y religión se sentían ligados y  formaron  una alianza de ayuda mutua. Y en este  devenir de alianzas y reuniones en el Parlamento, Alemania logró ser un Imperio, gracias a Bismarck que fue subiendo durante treinta años de diputado a  Canciller y de noble a Duque y a Príncipe.

Guillermo I  no deseaba ser  Emperador; no  estimaba  a Bismarck porque lo dominaba pero aceptaba sus  sugerencias.

El Emperador vivió hasta los noventa años. Al morir, su hijo agonizaba (estaba casado con la hija mayor de la Reina Victoria de Inglaterra.

Federico murió joven de cáncer en la laringe, con gran desasosiego de su mujer, reina por muy breve tiempo. Victoria  deseaba hacía décadas  ser Emperatriz. Odiaban a su hijo mayor Guillermo  y el padre lo humillaba en ocasiones frente al ejército y así desarrolló esa personalidad fatal para El Imperio germano

Guillermo I,  subió al trono a los veinte años. Nació con  el brazo izquierdo  más corto y Al tercer día de su nacimiento notaron que el brazo izquierdo paralizado tenía la articulación rota y los tejidos musculares lastimados. En ese estado no podía recuperar con ninguna cirugía el movimiento de su brazo.

Era histérico, muy  nervioso, con períodos de gran euforia seguido de depresiones.  Su peor defecto era la vanidad  que ocultaba la inferioridad de su defecto. Esa pedantería  aplaudida por toda la Corte hizo de él ese desastre de ser humano  que llevó a  Europa a consecuencias nefastas.

Cazaba,  almorzaba, dormía la siesta y trabajaba para su país a lo sumo dos horas diarias, leyendo los telegramas y la correspondencia y escribiendo al margen sus notas. No dejaba que  lo interrumpiesen ni le hablaran de lo que no deseaba escuchar; viajaba  nueve meses al año huyendo de sí mismo.

La  madre no lo quería ver,  negándole incluso  la entrada para visitar a su padre moribundo; siempre   fue  conflictiva la relación. Guillermo II con el tiempo  se vengó y no la dejaban a su madre entrar al castillo a visitar a su mujer, cuando acababa de parir. La acompañaba hasta la puerta del carruaje.

Guillermo II sentía celos de Inglaterra, a la vez tenía una profunda admiración oculta por su flota naval y por ser una gran potencia. La odiaba por ser la patria de su madre y la admiraba sin confesarlo.

Desde que  Alemania  se convirtió en un Imperio, el problema de la competencia entre Francia, Inglaterra y Rusia  estaba a flor de piel. Francia se  aliaba  a Rusia, en tratados secretos que el Zar  ocultaba a Alemania,

Al principio, Bismarck siguió siendo  Canciller; era  el único capaz para enfrentar los problemas  con el fin de no entrar en una guerra.  Pero Guillermo II le concedió el retiro, cuando éste se negó a seguir sus mandatos  y fueron nombrados otros ni tan capaces, ni tan inteligentes  ni tan  aptos para la diplomacia. El Kaiser   se escribió con  el Zar durante veinte años, pero ambos desconfiaban y no se querían. 

Con su tío (el futuro rey Eduardo VII, hijo de la Reina Victoria de Inglaterra tenía una relación harto difícil. El emperador   lo llamó una vez “un pavo real” y Eduardo,  afirmó que  "era el peor desastre en la historia".

 Al  formarse el Imperio, Bismarck siempre supo que habría enemigos con Francia, con quien compartían fronteras, y con Rusia, un país peligroso por su poder; se firmaron  duplicidades  y triplicidades para no dejar crecer el  poderío de esta potencia teutónica tan novata.

El dilema en los Balcanes existió mucho antes del asesinato del hermano del Emperador de Austria, que fue la falsa excusa para apoderarse de esa región. Austria  necesitaba  una salida al mar y deseaba desde 1890 el dominio de esa región.

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