La Guerra Fría
Fue una etapa difícil en Europa; salía de la posguerra con las cicatrices de la dos Guerras Mundiales. Edificios derrumbados, campos sin cultivar, fábricas bombardeadas. Era un continente dividido en dos mitades por el comunismo; el futuro era el temor a una lucha nuclear entre dos superpotencias. Los EE.UU y La Unión Soviética tenían un arsenal bélico que podía destruir el mundo con armas masivas. Era un peligro global entre el enfrentamiento en Corea, la crisis de los misiles en Cuba -en 1962- y el peligro de otra futura Guerra Fría.
Después de la posguerra, hubo cambios políticos, económicos, sociales y culturales, que surgen en un momento de gran austeridad, por causa de la II Guerra. EE.UU tiró la primera bomba atómica en Hiroshima y, al no rendirse los nipones, tiraron la segunda en Nagasaki.Años después Rusia la obtuvo, pero ya EE UU tenía una bomba mucho más potente, la de hidrógeno. Rusia intentó por todos los medios de conseguirla.
Europa Central
Las casas eran imposibles de habitar por el estado que se encontraban; las condiciones sanitarias eran muy precarias, con gran escasez de alimentos y largas e interminables filas para conseguir pan.
Cuarenta años duró esta tensión que tenía dividida a Europa en dos mitades: el oeste y el este, como botín de guerra: el corredor de Estonia, Letonia y Lituania además de Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, y la ex Yugoslavia formaban parte del bloque soviético. Fue un período militarizado, decidido a impedir el dominio de Europa Occidental. Hubo momentos críticos, de gran tensión mundial, superados pacíficamente.
COREA
Un conflicto inexplicable: ¿Por qué los Estados Unidos se involucraron en esta nueva confrontación tan lejana y buscada ex profeso? Japón anexó Corea en 1910 y la gobernó hasta 1939. La península fue dividida en dos, el norte –comunista, un satélite ruso– y el sur –anticomunista, protegida por Estados Unidos. El norte atacó el sur en julio de 1950; la relación entre las dos grandes potencias se tensó. Los norteamericanos temían la expansión comunista en el sur-este asiático y también en Europa. En Estados Unidos se sabía que Corea del norte atacó por orden de Stalin, pese a no enviar soldados. el presidente Truman sostenía que “ si no se detenía a los soviéticos se devoraría una parte de Asia tras otra; luego de Asia sería el Oriente próximo y tal vez más tarde Europa se encontraría en problemas. En 1930 intentaron apaciguar el enfrentamiento, aunque no sirvió para detener a Hitler en su momento. Si no se detenía, el Comunismo sería la causa de un tercer momento bélico. La UN respaldó a América del norte por utilizar su fuerza militar. con el fin de defender la invasión a Corea del Sur; (Stalin aceptó la decisión de la UN -en 1945- junto con los Catorce puntos de Wilson en la Conferencia de Yalta.
Los americanos expulsaron a los coreanos del norte. Stalin, con cierto temor, no intervino. Mao, en China no estuvo de acuerdo que USA tuviera el control total de Corea y en 1950 envió tropas suficientes para que el ejército norteamericano se retirara. China se mostró como una potencia militar. En dos meses controlaron el norte comunista y cayó el sur. Washington consideró tirar una bomba atómica. Se supuso que la superioridad de América del Norte en relación a Rusia era de 74 a 1, pero también se corría el peligro que la guerra se explayara con una invasión soviética en Europa occidental e incluso un lanzamiento de bombas que finalizaría en una posible III Guerra Mundial. Los soldados americanos ya tenía una lista de las ciudades rusas y chinas con objetivo a atacarlas. Finalmente la paz se impuso en 1951 sin derramamiento de sangre. La ONU obligó a China a retirarse. Durante dos años siguieron con la guerra de desgaste. Se firmó el armisticio en 1953 ; terminó como empezó, con la línea de baja en el paralelo 38.
Los tres años de guerra dejó tres millones de heridos y muertos en su mayoría coreanos de ambos lados.
EE.UU perdió 170.000 hombres con 50.000 muertos; 8000 perdió Europa en especial Gran Bretaña. Fue escasa la participación europea; sin embargo cedió gastos de defensa.
Antes del conflicto coreano se ensayó un bomba, en 1949, frente a la necesidad de aumentar la tecnología nuclear para estar en superioridad de condiciones bélicas con la URSS. Truman aceleró la producción de una superbomba; el gasto militar se multiplicó por cuatro llegando a gastar el un quinto de su PIB.
En 1953 tenían la bomba de hidrógeno que destruyó una isla del Pacífico; nueve meses más tarde, Rusia la obtuvo y la probó en un desierto en Asia Central. Churchill habló sobre “el nuevo terror que implicaba la igualdad de aniquilación”. Norteamérica debía revisar sus gastos y compromisos en el exterior; el peligro soviético era cada vez mayor: afectó a Europa a la cual US ayudaba militarmente. El Plan Marshall de 1947 otorgó trece millones de dólares durante cuatro años; finalizaba en 1951: la ayuda ascendía a 5.000 millones pero se aumentó por culpa del enfrentamiento con Corea. El 80% se destinaba a fines bélicos, no a la construcción civil. En 1949 se fundó la OTAN (Tratado del Atlántico Norte) que obligaba a doce países: EE.UU, Canadá. Gran Bretaña, Francia, Italia Dinamarca, Noruega, Los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Portugal e Islandia a defenderse entre sí, si eran atacados. En 1952 se incorporó Grecia y Turquía; se defendían entre ellos y aportaban para su gasto de defensa. Estados Unidos no podía soportar la carga de la defensa europea y el continente debió aumentar su gasto, mientras Alemania occidental aportaba maquinarias, herramientas y autos militares de acero (no podían producir armas); la producción aumentó un 60% entre 1949 y 1953.
En la cumbre de la OTAN, en 1952, en Lisboa, decidieron dotarse de noventa y seis divisiones en dos años. Necesitaban el rearme de Alemania occidental, poco agradable para Europa. EE. UU habló de la cuestión poco después de estallar la guerra de Corea, porque debía seguir pagando para defender el continente europeo y estos aportaban muy poco, teniendo siempre el temor de que América del Norte se retirara, como hizo al final de la I Guerra. Hablaban de una Alemania unida y neutral con fuerzas armadas. Francia estaba de acuerdo, pero no quería que se convirtiera en una potencia militar y que no formara parte de la OTAN,
La base de la Comunidad Europea de Defensa (CED), no incluía a todos los países europeos. Se creó un comercio económico en el continente, llamado Mercado Común (MCE) entre Francia, Alemania occidental, Italia, Los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Gran Bretaña fue la excepción. La CED se basó en un modelo similar; Gran Bretaña y Francia tenían la mayor parte de las fuerzas europeas y los ingleses estuvieron de acuerdo de cooperar con la OTAN, sin formar parte de ella. En 1954 la CED finalizó. Stalin murió un año antes y la guerra de Corea terminó.
En 1954, los miembros de la OTAN estuvieron de acuerdo en terminar con la ocupación alemana; aceptaron que formara parte de un estado e incorporara esa parte occidental a la OTAN. En 1955 logró tener un ejército con no más de medio millar de hombres, una fuerza aérea y una armada, pero se le prohibió tener armas nucleares. La URSS se preocupó por estos nuevos acontecimientos en Occidente.
EE.UU era el único país capaz de usar bombas atómicas en una guerra y el primero en poseer la bomba de hidrógeno; cuando intervino en Corea contaba con el apoyo europeo del oeste; Alemania occidental llegó a un acuerdo. Stalin hizo lo imposible para impedirlo. Quiso formar parte de la OTAN pero se lo negaron. En diez días de formó el Pacto de Varsovia. La URSS se acercó a Yugoslavia y a Austria con el fin de intentar que no fuera parte de la alianza occidental. Tito en Yugoslavia rompió con Stalin en 1949: proponía un respeto mutuo y no meterse en los asuntos privados de su país.
En mayo se puso fin a la ocupación de Austria, que pasó a ser un estado independiente. Austria prometió prohibir bases militares en su país, no ingresar en ninguna alianza y mantenerse neutral con la URSS; cerró una base naval en Finlandia, para que fuera independiente de los soviéticos, sin alinearse a la OTAN.
La guerra Fría no se congeló aunque bajó la tensión entre las dos potencias. Los cuatro países se encontraron en Ginebra, después de diez años del pacto desde Potsdam, al final de la II GM. Tocaron diversos temas respecto a la seguridad. La propuesta de Eisenhower de cielos abiertos no fue aceptada por Rusia, pues se encontraba en inferioridad de condiciones.
Aviones espías U-2 sobrevolaron la Unión Soviética, hasta que en 1960 fue derribado un avión y su piloto capturado, siendo un tema internacional que reafirmó la Guerra Fría.
En noviembre, la represión del levantamiento de Hungría contra los rusos fue brutal y coincidió con la crisis en el canal de Suez, donde Nikita Kruschev amenazó con utilizar misiles contra Gran Bretaña y Francia, lo cual terminó aumentando la tensión entre las relaciones internacionales y creciendo en magnitud las armas nucleares de ambos lados.
Gran Bretaña deseaba tener la bomba atómica desde 1945, luego de la explosión en Hiroshima y Nagasaki. Fue la tercera potencia en poseerla en 1952; hizo su ensayo en unas islas cerca de Australia; dos años más tarde consiguió la de hidrógeno. Churchill aseguró “que era el premio por sentarse en la mesa principal de los líderes del mundo”; ambas bombas eran indispensables para la seguridad; Francia la obtuvo en 1960, haciendo una prueba en el desierto de Sahara de Argelia y logrando la termonuclear en 1969: la carrera de los vencedores de la II Guerra continuaba. En 1954, US fabricó una, setecientos cincuent veces más potente que la primera bomba atómica. La radioactividad y la explosión dejó varios muertos y alcanzó hasta 120 Km de distancia. En septiembre, los soviéticos detonaron una más potente en el sur de los Urales y un año más tarde una de hidrógeno cien veces más poderosa. Mientras tanto US fabricaba armas más pequeñas para instalar en las ojivas de un misil y en 1953 ésta era su mayor preocupación.
En 1950, Estados Unidos tenía 298 bombas atómicas; en 1962 poseía 27.000 armas nucleares y 2500 bombarderos de largo alcance.
Rusia no tenía esa cantidad, pero sí algunos de largo alcance que podían llegar hasta América del Norte; en agosto lanzó un misil balístico intercontinental; en octubre lanzó el primer satélite espacial que llamaron Sputnik, “compañero de viaje”. La cantidad de armas de América del Norte era diez y siete veces superior a la de los rusos. Los misiles podían descargarse en contados minutos. Existían flotas de bombarderos y submarinos listos a la primera orden con apretar un botón.
En 1961 los soviéticos detonaron una bomba superpotente en el Océano Polar Ártico. El hongo atómico alcanzó un altura de sesenta y cinco Km y el destello se vio a mil Km. Eran mil cuatrocientos veces más potente que las dos bombas juntas de Hiroshima y Nagasaki y mayor que todos los explosivos utilizados en la II Guerra Mundial.
La causa de esta tensión era la más grave desde 1949, cuando Stalin quiso obligar a los aliados occidentales a dejar la ciudad de Berlín ocupada.
Alemania Oriental
Fue considerada el aliado más importante de Moscú; en 1953 fue el primer país al Este del Telón de Acero, en donde las fuerzas armadas soviéticas debieron sofocar una rebelión. Estallaron los disturbios de modo impresionante, pero la República Demócrata Alemana permaneció paralizada tres años, cuando Polonia y Hungría se levantaron contra el comunismo. En la década del ‘50 Alemania Oriental era el único satélite nuevo, nacido por la ocupación militar y la fragmentación de un antiguo estado nación. Solo una angosta frontera la dividía de la poderosa economía de Alemania Occidental. Incluso en 1952 fue cerrada completamente, bajo control de las cuatro grandes potencias.
Alemania Oriental estuvo sometida a presión, pues no se lograba detener el éxodo: 360.000 personas entre 1952-1953 pasaban al oeste. El éxodo era por las malas condiciones de vida, con una economía estalinista y una industria pesada a expensas de las necesidades de los consumidores. El régimen tuvo otros inconvenientes. Moscú deseaba una Alemania reunificada neutral y desmilitarizada. Este objetivo no se abandonó en 1952; Stalin procuró convencer a Occidente, pero lo rechazaron; muerto Stalin, el gobierno soviético convocó a un encuentro con las cuatro potencias para discutir un tratado de paz con Alemania, con elecciones libres y un país no unificado, lo cual llevó a una fractura con la cúpula de Alemania Oriental. La facción principal al mando se oponía; otra facción proponía emprender reformas económicas para mejorar la vida del pueblo, reduciendo la dependencia comunista. Las disputas entre las divisiones en la cúpula, reflejaban la debilidad de Moscú posterior a la muerte de Stalin, que finalizó en el motín de 1953. En junio, el Politburó, aplico las reformas económicas para mejorar los niveles de vida. Algunos pensaron que era un golpe contra el partido. Mientras los campesinos, los obreros no manuales y los trabajadores autónomos se beneficiaron, los obreros industriales empeoraron sus condiciones de vida. Los obreros debían trabajar más con el mismo sueldo. Hubo una protesta abierta de los obreros de la construcción en Berlín Este. Los trabajadores, exigieron cancelar el aumento de la producción; el pueblo se radicalizo y exigió la renuncia del gobierno. Estallaron protestas no generalizadas, que no se limitó sólo a huelgas; se sumaron otros sectores: un millón de personas en setecientos lugares se amotinaron durante cinco días; doscientas cincuenta sedes del partido y otros edificios públicos sufrieron ataques; la protesta para modificar normas laborales se sublevó masivamente y creció. El gobierno temía que la policía tomara partido por los huelguistas. Al ver el potencial descontrol, los tanques soviéticos retumbaron en las calles del Berlín Oriental. Se impuso el toque de queda hasta julio. Al principio, los tanques soviéticos avanzaron lentamente intentando callar a los manifestantes. Los conductores de los tanques saludaban para evitar provocarlos, reservando su furia para el régimen de Alemania Oriental. Hubo disparos. Algunos manifestantes se dispersaron para salvar sus vidas. Otros lanzaron piedras contra los tanques mientras los insultaban; los tanques lograron su meta. Hubo violentos atentados entre los manifestantes, la policía y las fuerzas soviéticas entre pueblos y ciudades. Los manifestantes se dieron cuenta que era inútil combatir contra los militares soviéticos. Hubo señales de agitación durante semanas. Muchos esperaban lograr una sociedad socialista, aunque la protesta estaba condenada; fue una explosión de ira y descontento, un deseo de cambio de sistema. La rebelión estalló: hubo muertos y cayeron funcionarios del partido; detuvieron más de seis mil personas y siete mil fueron condenadas a prisión: los jefes fueron ejecutados sin proceso judicial; los que causaron problemas fueron pasados a retiro, mientras decenas de miles de funcionarios y militares del partido, denunciados de provocar la revuelta fueron destituidos y, para que el régimen nunca más perdiera el control, se reforzó la policía y la seguridad del Estado, con espías que observaban al ciudadano común.
La euforia de haber desafiado al régimen mermó en unas horas: el recuerdo de los tanques soviéticos en Alemania Oriental disparando contra los manifestantes y la brutalidad con que fueron tratados terminó con sangre y represión. Las esperanzas de una ayuda occidental acabaron en una desilusión. El riesgo de un nuevo conflicto internacional contempló una posible intervención. No era posible derribar al régimen comunista mientras tuvieran el respaldo de la Unión Soviética. No se podía repetir el fallido experimento de 1953.
Alemania Oriental se mantuvo aparte. En 1956 por fin estalló en Polonia y Hungría. La represión fue acompañada de concesiones pues las normas salariales eran la causa del problema. Siguieron otras mejoras en las condiciones de vida. La producción industrial, anunciado en el plan quinquenal 1951 - 1955 se redujo en la industria pesada, a favor de un gasto superior en bienes del consumo; las reformas educativas, desde la escuela primaria hasta la universidad, ampliaron la promoción social para los niños de clase obrera. Una nueva generación socializada por la propaganda antioccidental se formó gradualmente. La mayoría aceptaba las exigencias del régimen, pero sentían un gran resentimiento contra los limites del sistema, logrando un nivel de vida muy inferior a los alemanes occidentales; el espionaje y la denuncia estaban siempre presentes. Quienes no acataban las reglas, se encontraban en desventaja pues la mano dura caía sobre ellos. La falta de libertad, el control y la represión terminaban por subordinarlos. La rebelión favoreció a Utrecht para que Alemania Occidental se remilitarizara y obtuviera la soberanía nacional. La renuncia de los soviéticos más las reparaciones de la RDA causó gran daño a su economía; internacionalmente la República alemana oriental se encontraba más ligada a la Unión Soviética porque dependía del respaldo soviético. En 1955 se convirtió en miembro del pacto de Varsovia y las décadas siguientes fue el defensor incondicional y leal de la URSS en los asuntos internacionales.
La construcción del Muro de Berlín en 1961 siguió a la conmoción causada por la sublevación de 1953; tanto los soviéticos como los alemanes del régimen de Oriental lograron una estabilidad permanente. Para Alemania del Este significó aceptar lo que no podían cambiar.
Tras los dramáticos acontecimientos, la Unión Soviética no volvió a enfrentarse a otras turbulencias con sus satélites de Europa; el
gobierno soviético intentó unir a los países del bloque oriental. La creación del pacto de Varsovia fue una respuesta inmediata a la remilitarización de Alemania Occidental. También lo fue la reconciliación con Tito, pues se restablecieron relaciones entre los dos partidos comunistas, el soviético y el yugoslavo. La URSS había mermado su autoridad en Europa del Este.
Los problemas surgidos en Polonia y Hungría eran distintos, pero estaban interrelacionados. En 1956, la agitación de Polonia pasó a Hungría, donde representaba una amenaza mucho más grave. Había diferencias significativas entre los dos países, pero también algunos rasgos comunes en la agitación.
Los intelectuales y los estudiantes, polacos como húngaros, se sentían asfixiados por las restricciones impuestas a su libertad de expresión. En Polonia y en Hungría, la prioridad era el gasto de la industria pesada y los productos de capital -a costa de los bienes de consumo- lo cual provocó un descontento enorme en la clase obrera. Las presiones en pro de la reforma se intensificaron, después del discurso de Kruschev. A raíz del triunfo del Ejército Rojo sobre Hitler, Polonia pasó a estar bajo el comunismo, creando un control y un sistema de seguridad del Estado. En 1954, el Ministerio de Seguridad Pública tenía un fichero de los sospechosos, que incluía una tercera parte de la población adulta. La información provenía de las denuncias de ochenta y cinco mil informantes. El vice primer ministro de Defensa tenía como función garantizar el control soviético, mientras los polacos rechazaban someterse al control de Moscú: a la muerte de Stalin, se acentuó esa sensación. Los soviéticos, para colectivizar la agricultura, relajaron la censura. En el 55, al Festival de la Juventud de Varsovia asistieron treinta mil jóvenes de 114 países, lo cual permitió descubrir un mundo occidental más abierto y con menos reglas.
En junio los trabajadores de las fábricas de Poznań, se quejaron indignados por la exigencia de incrementar un 25% la productividad, sin una subida proporcional de los salarios, (como en Alemania Oriental, tres años antes); desencadenaron una huelga de decenas de miles de trabajadores y sus alrededores y, como sucedió en Alemania Oriental, las demandas económicas iniciales no tardaron en transformarse en políticas. De los gritos de «Paz y libertad» se pasó a «Rusos marchaos a casa». Los guardias de la cárcel liberaron a los presos, requisaron las armas a los guardias y la sede del partido y la jefatura de policía fue atacada. El régimen envió diez mil soldados y cuatrocientos tanques para sofocar los disturbios, mientras la revuelta amenazaba con extenderse a otras ciudades. Los soldados abrieron fuego contra los huelguistas, dejando setenta y tres muertos y centenares de heridos; sofocaron el levantamiento en dos días, pero no pudieron erradicar la animosidad subyacente. Los servicios de seguridad polaca, estaban ansioso por impedir cualquier debilitamiento de los vínculos con la Unión Soviética y abogaban para que Moscú empleara la mano dura. Los dirigentes soviéticos creían que los polacos opondrían una fuerte resistencia armada a semejante intervención y movilizarían a las milicias obreras para la causa. Hubo acuerdo: la URSS debía «abstenerse de una intervención militar» y «mostrar paciencia». Kruschev buscó una solución política, accediendo de mala gana a la marcha del ministro de Defensa. intentó calmar la situación en Polonia; liberaron al cardenal Stefan W. cabeza de la Iglesia Católica polaca. Las muestras de apoyo popular que recibió Gomułka con enormes concentraciones (más de cien mil personas en varias ciudades y medio millón en Varsovia) llevaron a Kruschev a poner fin a la confrontación. Gomułka aseguró que Polonia seguiría siendo un miembro leal del pacto de Varsovia, pero condenó públicamente a quienes se habían manifestado en contra y exhortó a los ciudadanos a volver al trabajo y terminar con las protestas. Kruschev buscó un acercamiento en lugar de ordenar una intervención militar. En Hungría, en 1956 estalló una crisis mucho más peligrosa que la de Polonia; para afrontarla, los soviéticos querían contar con el apoyo de los dirigentes polacos. El tenso conflicto en Polonia desempeñó un papel que desencadenó una futura revolución a gran escala.
Hungría
Mitad del S XIX. La burguesía cumplió su obligación de mantener la literatura húngara en su lengua oriental( seguía siendo el privilegio de una clase social). La masa popular leía y escribía; no tenía otro conocimiento.
Fuimos asfixiados por los turcos durante 150 años. y 500 años por los Habsburgo y 25 años por los bolcheviques; Cuando se retiraron, Hungría dejó de ser un motor centra del Europa. Fue una fuerza salvaje, despiadada, invasora; varias generaciones vieron como saqueaban al país. Hungría quedó rezagada respecto a Occidente. Faltaba la argamasa nacional, que nutría la sociedad burguesa de la Alta Hungría y de Transilvania, que en gran parte se libraron de la ocupación.
Quedaron en la Baja Hungría descendientes zuavos, eslavos, serbios; el único refugio que quedaba era la lengua húngara, como último bastión pues comenzó la exterminación de la burguesía húngara
El pueblo alemán avanzó; fue un espacio mínimo pero modificó la faz de la tierra con consecuencias catastróficas en el planeta: muchos estaban nerviosos; comerciantes y judíos detectaron el peligro sutilmente. Alemania se apoderó de Austria sin detener su marcha hacia el Este, hacia los trigos de Ucrania y el petróleo. La excusa era el nacionalismo contra el bolchevismo en alguna frontera de Europa, que no se detendrían junto al Rin.
Algunos condenaban la invasión de Hitle; Mussolini estaba a la espera, con las armas listas. Chamberlain y Blume callaban: necesitaban ganar tiempo: no estaban preparados, querían evitar la II Guerra Mundial. Austria y el continente esperaban la declaración de la guerra.
Los checos no estaban listos. Churchill sostenía que la decisión era inevitable, pero no estaba en el poder. Roosevelt se quedó en silencio. Stalin calló y esperó que Hitler se fuera hacia Praga y firmara un pacto sobre el futuro de Polonia. Los eslovenos tenía cierta esperanza de que Hitler terminara con los soviéticos. Por lo mismo Hitler no tuvo problemas de invadir Praga y dejar crecer a Mussolini.
Los cuatro siglos de dominio de los Habsburgo dejaron sus huellas. En 1848, Hungría intentó liberarse pero fracasó: el emperador Francisco José de Austria tenía 36 años.
Austria junta a Rusia dominaron Hungría: hubo muchos muertos, prisioneros y exiliados. Se firmó un tratado que se llamó el imperio Austro-húngaro con algunas libertades concedidas: una cierta seguridad jurídica, mantener su autonomía nacional, mejorar su nivel de vida, cierto equilibrio social y económico, conservar la lengua y construir escuelas.
Hungría anhelaba la paz, luego de siglos de dominio turco y Habsburgo. Hubo medio siglo pacífico entre ambas dominaciones. Debemos recordar el Tratado de Versalles. La Paz del Trianon arrancó dos terceras partes de su tierra, arrasó con la burguesía y la cultura de la Alta Hungría y Transilvania, donde regía una Gran Señor a los cuales los campesino se sometían.
El día que Hitler entró en Viena, el peligro amenazó a Hungría: fue una amenaza moral. Se debía tomar una decisión: integrarse o no a los pueblos soviéticos, donde sólo se podría conservar la lengua materna durante un tiempo. La forma de vida se fundió en el crisol del bolchevismo eslavo.
La burguesía húngara simpatizaba con los ideales del nacionalismo. Los aristócratas latifundistas, dueños de campos y gran apellido eran contrarios al nazismo. Muchos murieron en los campos de concentración.
Los nazi firmaron acuerdos con los judíos terratenientes a beneficio del partido; la clase media simpatizaba por miedo. Había racistas de extrema derecha con el mismo objetivo en común. La mayor parte de los intelectuales aceptaban ser de derecha. Después de la I Guerra impusieron a Hungría el ideal del comunismo.
EL EJÉRCITO ROJO
En 1919, Rusia se hizo comunista, luego de destronar y asesinar al zar y a su familia, tomando el poder y pasando a la acción; saqueo de judíos, exilio, aniquilaron los principios morales de la cultura húngara. Se vio al judío similar al bolchevique: era falso e injusto. Habían sido ciudadanos fieles a Hungría y al estado contra los descendientes alemanes, eslovacos y serbios. Eran opuestos al bolchevismo. Las leyes antijudías humillaban su dignidad, sus derechos y mermaban sus ingresos. Durante seis años, los judíos húngaros siguieron en sus hogares y con su actividad . Parte de los 800. 000 judíos húngaros pudieron vivir de sus comercios, profesiones, y sus hijas iban a las escuelas públicas hasta que la invasión alemana invadió los sudestes; mandó las tropas a Praga. los húngaros recuperaron las zonas del sur de Yugoslavia, cuando el führer la derrotó. Los húngaros combatieron con sus propias fuerzas y hubo derramamiento de sangre. Subió la autoestima nacional; quedaban meses para vivir, viajar, como si todo estuviera en orden: balnearios, centros termales repletos de gente, que se disponía a viajar, divertirse, relajarse. Había vida social, bailes, tiendas, restaurants y abundancia de alimentos. Fue el último verano de paz, antes de la II G Mundial, un mundo que se disponía a desaparecer. Frente al trágico presentimiento se actuaba con los nervios, no con la razón. Unos elegían la actividad frenética, otros la resignación estoica y algunos, la impotencia ciega. De la guerra se percibía el olor a humo, pero aún no había guerra, aunque tampoco paz:
Alemania pisoteó treinta millones de polacos, luego Noruega, Bélgica, Holanda y Francia; semanas después entró en Rusia. Durante cuatro años, mientras la guerra desbastaba a Europa y Oriente Próximo ni una bomba inglesa cayó sobre el país. Los aviones bombardearon Budapest dos veces, sin causar daño. bajo un pantano retumbaba un volcán. En Julio de 1941, Hungría le declaró la guerra a la URSS, a los EE.UU y a Gran Bretaña, incitado por Hitler. El hecho consumado por el primer ministro selló el Sino húngaro. La gente estaba nerviosa.
Decenas de miles de judíos fueron llevados a los campos de concentración; cayeron 200.000 soldados prisioneros y oficiales del ejército húngaro. Los húngaros no eran ignorantes de la tragedia: primero fue el trigo, luego la manteca, luego el hierro; más tarde entregaron a los judíos para pelear en el frente, más tarde los soldados y finalmente se abalanzaron sobre el país. La propaganda afirmaba que el éxito era de Alemania, creando confusión con noticias falsas.
En 1942, los soldados alemanes cruzaron la frontera húngara, sin comunicar sus intenciones al gobierno, violando la soberanía; los tanques marchaban cerca del Danubio con el fin de invadir Yugoslavia.
Hungría estaba a favor de los alemanes, de los nacionalistas porque de lo contrario estaría sola en Europa. Rodeado de Alemania engrandecida, sin respetar fronteras, Hungría era un diminuto país asiático que debía forzosamente obedecer sin condiciones: no tenía otra alternativa. Si ganaba Alemania seríamos un pueblo sumiso; si perdiera, los bolcheviques nos aplastarían, lo que sucedió finalmente: los húngaros estaban con Alemania por el terror que les inspiraba Stalin.
Los zuavos se sentían separados de los húngaros y deseaban recuperar sus apellidos alemanes; se volvieron germanos.
La guerra estalló en contra de la burguesía; atacaron a todos los burgueses que vivían de rentas. Hubo alegatos contra su cultura. Los nazis afirmaban que ningún judío ni de raza extranjera tenía derecho a vivir, trabajar u ocupar cargo público si no descendían de obreros o agrarios o industriales.
Las revistas nazis húngaras atacaban la burguesía judía y a los burgueses, culpables por tener posesiones. A los judíos burgueses se les quitó sus bienes.
La burguesía fue perseguida por la ultra derecha y el comunismo; todo aconteció en una década. Odiaban la mentalidad burguesa más que al capitalismo explotador, más que a la aristocracia latifundista. Los nazis y los bolcheviques negaban la legitimidad de la burguesía. Los comunistas los castigaron por sus males reales e imaginarios. Era legítima la condena de toda Europa del Este. Muchos partieron para América en el Mayflower o hacia Wall Street. Cuando Hitler invadió a Viena, terminó con el poder estatal.
Los soviéticos arrasaron con todo para crear el hombre nuevo, colectivo, subyugado por el estado y advirtieron al embajador húngaro en la URSS de permanecer neutral, porque los soviéticos no tenían nada en contra de HUNGRÍA. El embajador regresó a Hungría: dos días después le declaró la guerra a la URSS. Alemania envió 200.000 soldados sin armas, aunque la ayuda no fue suficiente. En un clima dantesco abandonó a su suerte al ejército húngaro.
El primer ministro huyó a suiza; lo encontraron lo enjuiciaron, lo condenaron y lo ejecutaron.
Sandro Marai nació en Hungría, una ciudad que hoy forma parte de Eslovaquia.
Era una preocupación el bloque soviético. El país, mantenido bajo control mediante una fuerte represión, mostraba el descontento general.
Con este nuevo rumbo soviético, que siguió a la muerte de Stalin, el líder húngaro tenía los días contados. En 1953, con la economía en crisis, los campesinos se resistieron a la colectivización y los trabajadores se declararon en huelga por la baja de los salarios: las cárceles estaban repletas,.
El líder, junto a otros dirigentes del partido, fueron llamados a Moscú y se les pidió que actuaran con orden. En la URSS les dijeron que el estilo despótico y dominante condujo a graves equivocaciones, colocando a Hungría al límite de una catástrofe. Hubo una división crucial en el liderazgo comunista, pues mostraba la desconfianza de Moscú y querían un liderazgo más atractivo. El Partido Comunista desempeñaría un papel destacado en el plan, pero no se limitaría a gobernar. Fue condenado por desviación ideológica y lo expulsaron del partido. La situación en Hungría ya era frágil: en 1956, el discurso de Kruschev agitó más el clima; intelectuales y estudiantes, animados por la perspectiva de una vía más democrática en el comunismo, furiosos por la represión y la censura, iniciaron un debate político sobre el futuro de su país. Los trabajadores, indignados por el trato, se sentían explotados; los obreros se reunían con intelectuales e iban a los debates revolucionarios, luchando por la independencia de Hungría. Seis mil personas en una reunión en Budapest, exigió que renunciara. Por orden de Moscú, dimitió; los problemas continuaron. En octubre del mismo año, decenas de miles de manifestantes gritaban que querían: a Nagy como primer ministro, el retiro de las tropas soviéticas, un castigo para los responsables de la represión y elecciones libres con el fin del régimen comunista.
Un camión arrastró por las calles una enorme estatua de Stalin, derribada de un parque de Budapest, con un cartel que pedía a los soviéticos marcharse. Esa tarde las fuerzas de seguridad dispararon contra los manifestantes desarmados: el gobierno estaba al borde del pánico; los funcionarios soviéticos querían la autorización de Moscú; llegó el permiso y al día siguiente había miles de soldados soviéticos en Budapest que por la tarde yacían muertos: veinticinco manifestantes y más de doscientos heridos. Sin embargo, la fuerza militar no pudo sofocar los disturbios; se tiraron los símbolos soviéticos y una huelga total paralizó a Budapest. Los tanques eran blancos fáciles para las granadasy los dos cañones antitanque lo eran para el ejército. Nagy fue restituido como primer ministro; ofreció a los rebeldes una amnistía, si deponían las armas, pero no aceptaron y tampoco se calmó la situación; el 25 de octubre, la policía disparó y los húngaros mataron a un policía. La fuerza del partido se debilitó. La calma no regresó hasta el 28 de ese mes nefasto, cuando Nagy aceptó las exigencias del movimiento nacional democrático. Habló de retirar las tropas soviéticas, disolver la policía política, una amnistía general y la reforma de la agricultura. El 29, las tropas soviéticas se retiraron de Budapest. La revolución parecía haber triunfado; los dirigentes soviéticos retiraron las tropas de Budapest a fin de evitar una intervención militar a gran escala. Los informes en Budapest, eran pesimistas, pues hablaban de ataques violentos contra funcionarios del partido en la ciudad y temían que el ejército húngaro tomara partido por ellos. Las peticiones de las autoridades de una Hungría neutral , Nagy en el poder, el retiro de todas las tropas soviéticas y la salida del país del pacto de Varsovia confirmaron la gravedad de los hechos. Kruschev sopesó si evitar una intervención militar era positivo. Cualquier signo de debilidad de la URSS sería visto por las potencias imperialistas de Occidente (que se encontraban inmersas en la crisis de Suez), como una debilidad soviética y además alentaría los disturbios en Rumania, Checoslovaquia, y otros países satélites. El peligro de contagio era grave y el gobierno era consciente: Kruschev se decidió; el 31 atacaría la contrarrevolución. Entraron en Hungría nuevas unidades militares. El 1º de noviembre Hungría abandonó el pacto de Varsovia y proclamó la neutralidad del país.
Para las potencias occidentales -pese a las simpatías que les inspiraban los húngaros- no deseaban intervenir en otra guerra mundial: la crisis en Suez fue su mejor excusa.
Las tropas soviéticas asaltaron Budapest en noviembre “Las calles están plagadas de tanques soviéticos y armas. Apostaron guardias en los cruces de las calles. Hay disparos por todas partes”, escribió un periodista francés; las tropas húngaras fueron desarmadas por los soviéticos. Los combates en Budapest y en otras ciudades duraron hasta el 8 de noviembre. En esos pocos días los muertos y heridos llegaron a veintidós mil húngaros y dos mil trescientos soldados soviéticos. Las represalias llegaron luego: se detuvieron a más de cien mil personas; treinta y cinco mil fueron juzgados, veintiséis mil encarcelados y seiscientos ejecutados: doscientos mil húngaros huyeron al extranjero.
El prestigio de la URSS se resintió; muchísimos comunistas europeos de Occidente -escandalizados-se retiraron del partido. Los soviéticos evitaron la desintegración del bloque oriental mediante la fuerza. Sofocar la revolución húngara era vital: mostró que cualquier intento de derribar el poder soviético era catastrófico, pues los húngaros serían aplastados sin piedad.
Moscú cambió su política, luego de la masacre: frenó los niveles de vida en el Este europeo para impedir otras revueltas; modificó el desequilibrio entre gastos de capital y consumo y, en los años siguientes, el nivel de vida aumentó en los países satélites. Polonia y Hungría se convirtieron en una decepción para quienes se ilusionaron con el inicio de un socialismo más liberal. Kruschev permitió cierto alivio para no complicar la situación. Su gobierno se mostró menos rígido y represivo y fue más popular. Se redujo el poder policial de seguridad, Los intelectuales y los estudiantes vivían con más libertad. Se frenó la colectivización de agricultura y se dio libertad a los campesinos para cultivar productos en sus parcelas; hubo una limitada iniciativa privada. Los salarios aumentaron y el nivel de vida también. El régimen polaco se suavizó con ayuda de la Iglesia Católica. Pero al principio de la década del 60 fracasó la campaña a favor de la autosuficiencia agrícola; los sueldos bajaron y observar a los jefes del partido disfrutar de lujos generó una gran desilusión contra el régimen; la policía, la seguridad y el ejército recibían suculentos sobornos.
Se introdujeron mejoras sólidas; la violencia era parte del sistema y la crítica era imperdonable. Treinta y cuatro escritores en 1964 firmaron una carta, pidiendo una política cultural más relajada. Se trataba de tolerar lo que no se podía alterar.
En Hungría, la brutal represión continuó; Moscú mantuvo un estricto control. Sin embargo, mejoró el nivel de vida. Se descentralizaron los controles administrativos en la industria y agricultura; se aumentó la producción. Creció la economía con la exportación de bauxita y uranio y se estabilizó el sistema. Se excarceló a los presos políticos con una amnistía general. Se ablandaron las restricciones impuestas, permitiendo las actividades culturales y la libertad de expresión; se podía oír la radio occidental. Los intelectuales se relacionaron con Occidente, mermó el castigo policial, permitiendo una escasa economía de mercado.
Polonia y Hungría siguieron caminos disímiles; en Polonia se aflojó el Estalinismo para luego apretarlo; en Hungría fue lo opuesto. Ambos países se mantuvieron unidos al resto del bloque del Este.
El comunismo en Europa oriental perdió su sentido como revolución. Estaban convencidos que eran mejores que el capitalismo imperialista occidental. La URSS y sus satélites pasaron a ser simples estados autoritarios, que carecían de la energía revolucionaria y sin ambiciones idealistas. El régimen cambió su autoridad, en relación con las exigencias de cada país satelital, - no en el país checo-. Después del 56, la URSS en Europa oriental fue escasamente discutida durante más de treinta años.
YUGOSLAVIA
Un país comunista, que se abrió de todos los países satélites perteneciente al bloque soviético, tras la hostil ruptura del mariscal Tito con Stalin; recorrió una senda diferente a la de los demás naciones, que terminaban en detenciones, juicios y terribles castigos.Al principio, Stalin intentó acabar con Tito. Los ataques virulentos de la propaganda soviética fueron acompañados de tentativas de asesinato, pero Tito no era un hombre que se dejase intimidar. En 1955 Kruschev trató de limar las asperezas. Yugoslavia continuaba siendo la oveja negra del rebaño comunista y rechazaba el sometimiento a la Unión Soviética. Para Stalin, el delito principal era la negativa a doblegarse ante su supremacía y practicar un socialismo en las antípodas de los principios fundamentales del régimen soviético.
En el comunismo yugoslavo, el poder estaba descentralizado, no gestionado por un partido-estado burocratizado; la producción industrial se regía por la autogestión de más de seis mil consejos obreros electos, no por unas normas administrativas impuestas por la planificación central. Yugoslavia seguía una política de neutralidad en la guerra fría, evitando el compromiso oficial con las superpotencias, en lugar de plegarse a las exigencias soviéticas en su política exterior. El tipo de comunismo democrático limitado suscitaba cuestiones fundamentales sobre el rol del partido. En el sistema soviético, la teoría estaba clara: el partido era la vanguardia de la dictadura del proletariado, controlando y dirigiendo el estado.En Yugoslavia no estaba claro. Tito se oponía a quienes deseaban diluir el papel del partido hasta volverlo insignificante. En 1954, Tito estipuló que las organizaciones del partido no interfirieran en la gestión de las fábricas, bajo el control de los obreros: el sistema funcionó. La producción industrial creció más de un 13% anual entre 1953 -1960, lo cual permitió un aumento de la renta cercano al 6%. A través de los años hubo una tendencia al gasto más pronunciada que en el bloque soviético. El crecimiento económico se vio favorecido por la ayuda financiera del extranjero, entre 1950 y 1953, pues Estados Unidos consideraba que Yugoslavia era una oportunidad para dividir aún más el comunismo. En la década del ‘60, el incipiente turismo extranjero Europeo llenó las arcas del país y el sistema hizo que los occidentales resultara un tipo de comunismo más atractivo. En ese año el crecimiento económico se desaceleró y, a mitad de esa década, aumentó el desempleo, la inflación y el déficit comercial: un presagio de los problemas más graves que llegarían en el 70. En la década 50-60, el apoyo popular al comunismo yugoslavo era superior a la de los satélites soviéticos. Dos factores condicionaron el éxito relativo del comunismo en ese país. Uno fue el impacto unificador frente a la amenaza de Stalin, pues el temor a una invasión favoreció la unión y generó una integración entre los diferentes pueblos yugoslavos; más positiva fue la creación de un sentimiento de identidad en torno a la figura de Tito. Su culto lo describía como la personificación de la nueva Yugoslavia socialista y la encarnación del heroísmo rebelde. La posición y el prestigio popular de Tito lo situaron por encima de cualquier factor interno dentro del partido y el hecho de que su padre fuera croata y su madre eslovena le ayudaron a trascender las divisiones étnicas, que habían envenenado al país. El generoso permiso de ascensos profesionales, privilegios, beneficios y las ganancias, derivadas de la corrupción, garantizaron que los activistas del partido y la policía de seguridad se mantuvieran leales. Tito se ocupó de tener el ejército con buenos salarios, oportunidades profesionales y viviendas estatales, siempre que lo apoyaran. El comunismo yugoslavo tuvo la suerte de que Tito, -jefe del partido estatal y de las fuerzas armadas- viviera mucho tiempo -no murió hasta 1980- pues sus cualidades personales, su habilidad política y su estilo carismático fueron indispensables para el éxito y la estabilidad del sistema. Sin él, las divisiones que no tardaron en desgarrar al país.Por muy atractivo que pareciera su régimen, en contraste con el bloque soviético, también tenía su lado oscuro. Después de 1948, los comunistas leales a Moscú fueron objeto de una dura persecución y dieciséis mil personas fueron internadas en campos de reeducación donde unos tres mil murieron torturados. Aunque las purgas dentro del partido nunca alcanzaron ni remotamente las dimensiones stalinistas, los opositores fueron expulsados, en particular su acérrimo crítico, que pasó largas temporadas en prisión, al igual que los intelectuales o cualquiera que traspasara los límites, denigrando al régimen. Al igual que en el bloque soviético, cuando en 1950 el campesinado se opuso rotundamente a la colectivización de la agricultura, que sustentaba la campaña de industrialización, desencadenando en la región una rebelión abierta ( incluyendo a antiguos partisanos y a miembros del partido), el régimen recurrió a la fuerza. Se detuvo a centenares de campesinos y los líderes de la revuelta fueron condenados a muerte. El régimen aprendió la lección: en 1953 se suspendió la campaña de colectivización y las tierras entregadas a cooperativas improductivas fueron devueltas a los campesinos. Debido a su mayor flexibilidad y a sus raíces nacionales, el comunismo de Tito podía enfrentarse mucho mejor que los satélites soviéticos con los ajustes; en los ‘60 estaba en condiciones de liberar la economía, así como las actividades culturales. Los cines exhibía algunas películas occidentales, incluidas producciones de Hollywood (subvencionada por Estados Unidos); los jóvenes disfrutaban de los Beatles, los Rolling Stones y de otros. Llegó más lejos que ningún otro país de Europa oriental, creando un espacio para la libertad personal; sin embargo, los límites de comportamiento eran evidentes; no se podía desafiar al sistema ni siquiera criticarlo por escrito o verbalmente. La imposición, abierta o implícita, se mantenía, como en el sistema soviético.
Rumania
Cuando en 1956 los estudiantes universitarios protestaron, animados por los acontecimientos, fueron masacrados por la policía secreta: fue una de las más brutales represiones en Europa oriental. El castigo de la revolución húngara de octubre les proporcionó una oportunidad para negociar con Kruschev; las cargas económicas de la Unión Soviética disminuyeron y Dej se mantuvo en el poder. A finales de los años cincuenta, Rumania no solo tenía un régimen stalinista sino que estaba desarrollando un partido nacional-comunista, incompatible con los imperativos económicos soviéticos. La prioridad económica de las autoridades rumanas (forzar la industrialización del país) no se correspondía con las expectativas soviéticas, que consistían en mantener a Rumania como a un país agrícola, como mero proveedor de materias primas. El gobierno rumano era cauteloso y la URSS evitaba todo enfrentamiento, luego de la brutal represión. Mantuvieron una relación más distante, pues la independencia, dentro del bloque comunista no se permitía: Dej murió en el ‘65; nada cambió, porque lo reemplazó alguien igual de violento. En Bulgaria se aplicó con energía el régimen de Stalin, diferente al de Rumania, donde los sentimientos contra los rusos quedaron ocultos bajo el yugo comunista (quedando aún cicatrices de las pasadas anexiones en 1940.
Bulgaria
Era pro-rusa y paneslava y -desde la guerra- fue el más leal satélite doblegado en Europa del Este . El gobernante búlgaro era stalinista; en 1950 era primer ministro y secretario general del partido pero, a diferencia de Dej, en Rumania, -que conservó el mismo poder, tras la muerte de Stalin-, Bulgaria lo perdió, arruinando a los campesinos e imponiendo las granjas colectivas que no dieron resultado . Después de Stalin se aflojaron algunos controles, mejorando la vivienda y el consumo, pese a seguir siendo un país pobre y muy atrasado, que llevaba una vida miserable, con gran subordinación económica a la Unión Soviética.
La represión soviética de la revolución húngara fue una oportunidad para imponer de nuevo controles estrictos en el Estado . El stalinismo se reforzó; las luchas internas en el partido siguieron hasta que en 1961 expulsaron el Politburó, después del segundo ataque de Kruschev contra Stalin.
El líder de Bulgaria pasó a ser el primer ministro y secretario del partido y sus afiliados fueron colocados en todos los puestos clave. Bulgaria que económicamente dependía de la Unión Soviética, siguió siendo un satélite servil. Kruschev visitó el país en 1962. Bulgaria marcó la hora de Moscú: fue el país más pobre y más pequeño del bloque soviético.
Albania
Fue sometido entre las dos guerras a una dictadura monárquica, para finalizar ocupado primero por Italia y luego por Alemania. A diferencia de lo sucedido en Rumania y Bulgaria, los responsables de establecer un régimen comunista en el país fueron los guerrilleros yugoslavos, no del Ejército Rojo. Cuando Tito rompió con Stalin, en 1948, los líderes comunistas, opuestos a la explotación económica yugoslava, se aproximaron a la Unión Soviética y obtuvieron ayuda económica; desde 1946, el secretario del partido y del Estado, admirador de Stalin, doblegó la oposición con purgas despiadadas y, sostenido por un gobierno reducido y nepotista, obtuvo el control absoluto de Albania, que mantuvo hasta su muerte, en el ‘85. Se hizo pasar por un líder nacional, que defendía a su país, el cual sometía con mano férrea. La represión, más la muerte de miles de enemigos, dominó durante su régimen. Una cuarta parte de los miembros del partido fueron expulsados o detenidos en la purga, luego de la ruptura con Yugoslavia y la colectivización de la agricultura -desde mitad de la década del ’50- fue muy impopular entre el campesinado, seguida de un aumento de represión: el stalinismo seguía en pie. Tras su muerte, los problemas con la Unión Soviética se acumularon. El gobierno no aceptaba las reformas poststalinistas y se asombraron de la crítica que hizo Kruschev en su discurso sobre Stalin, en 1956. Aceptó plenamente la represión húngara, pero se distanció, debido al acercamiento de Kruschev a su antiguo enemigo Tito. Los soviéticos intuyeron el futuro de Albania como el proveedor de productos agrícolas, ignorando su deseo de aumentar la industria.
Cuando en 1960-1961 China rompió con la Unión Soviética, trasladó su apoyo a Mao, que le ofrecía ayuda económica y un modelo de liderazgo que se adecuaba más a su culto que a la personalidad.
Albania siguió su propio camino, muy aislada del resto de Europa, tanto oriental como occidental, degenerando en una situación económica todavía más atrasada, que solo podía ofrecer a su pueblo unas condiciones de vida miserable. No obstantes no socavó la afianzada posición del líder, respaldada por un aumento de la represión y el control del poder.
A diferencia de otros países comunistas de Europa oriental, Albania siguió siendo firmemente stalinista. Cuando en 1956 protestaron los estudiantes universitarios, animados por los acontecimientos de Polonia y Hungría, fueron reciamente reprimidos por la URSS. El firme respaldo al castigo de la revolución húngara de octubre le proporcionó una oportunidad para negociar con Kruschev, pues las cargas económicas de la Unión Soviética en Rumania disminuyeron. Dej mantuvo intacto el poder. A fines de los ‘50, Rumania no solo tenía un régimen stalinista, sino que estaba desarrollando un nacional-comunismo, incompatible con los imperativos económicos soviéticos, sobre la división socialista laboral en sus estados satélites.
Albania siguió su propio camino pues, aislada del resto de Europa, tanto oriental como occidental, fue degenerando en una situación económica todavía más atrasada, que sólo podía ofrecer a su pueblo una condición de vida miserable. No obstante, no socavó la afianzada posición de su líder, respaldada por un aumento de la represión y el control del poder. A diferencia de otros países comunistas de Europa oriental, Albania siguió siendo firmemente stalinista.
Checoslovaquia
En 1953 se produjo una oleada de huelgas por el anuncio de una fuerte devaluación; durante meses subieron los precios y cayó el nivel de vida. Los huelguistas de una fábrica arrojaron por la ventana una estatua de Lenin: Stalin y el líder comunista checo habían muerto el mismo año. La policía reprimió las revueltas, sin er un desafío directo al régimen similar; la violencia social se contuvo fácilmente.
El comunismo no era una ideología impuesta; poseía un apoyo popular local. En 1925, obtuvo más votos que otros partidos y, después de la II Guerra, su respaldo aumentó y alcanzó dos quintas partes de los votos en las elecciones libres del año 1946. Las primeras medidas adoptadas fueron la nacionalización de las empresas y la supresión de la propiedad de los grandes latifundios, que fueron muy populares. El partido ofrecía una vía para el progreso y podía manipular la opinión. No sólo eliminó los rivales políticos sino también amplió su control, subordinando las organizaciones juveniles y deportivas a través de la propaganda y la comunicación social.
Los cinco años del comunismo se caracterizaron por una represión brutal bajo un líder que mostró varias veces una crueldad supina, cuando purgó a los enemigos reales o imaginarios para fortalecer un firme control que, tras la muerte del secretario, pasó a ser su sucesor como primer secretario del partido.
En 1949, los juicios falsos a enemigos políticos, acusados de falsas acciones estatales, acabaron prisioneros o asesinados. Stalin sospechaba que sus dirigentes tenían contactos con servicios secretos del exterior y una relación con Tito en Yugoslavia; esta obsesión estaba detrás de sus actos, que terminaron en detenciones o confesiones mediante tortura. Las purgas checas estuvieron acompañadas de un intenso antisemitismo, provocado por las calumnias racistas del partido. Miles de personas fueron encarceladas por denuncia o falsos delitos al estado.
Sin embargo, en ciertos países de Europa del Este, la ejecución de un político en diciembre de 1953 demostró que algo cambió en la URSS y que debían adaptarse a ese momento. En los años entre la muerte de Stalin y la crítica de Kruschev dejaron libres a muchos presos. Hubo una relajación de la censura que criticaba aspectos del régimen comunista.
La crítica de Kruschev a Stalin planteó problemas a los políticos checos, que tuvo sus propias purgas y sus juicios, de acuerdo con el mandato soviético. Los dirigentes de dicho país debieron alabar el nuevo rumbo tomado por Kruschev, mientras evitaban reformas.
En el partido nacieron críticas a Stalin y los estudiantes de Praga y de Bratislava más las universidades y facultades del país exigieron mayores reformas. Querían investigar los juicios, así como castigar a quienes aplicaron procedimientos ilegales. La protesta estudiantil llegó a su punto álgido en 1956 y finalmente estalló.
Los hechos en Polonia, y más tarde en Hungría no actuaron en contra del régimen. La diferencia cultural atacó con pasión la intelectualidad: no hubo nacionalización; introdujeron un nuevo plan quinquenal para aumentar la producción de la industria pesada y privatizar la agricultura. El cambio les dio la oportunidad de silenciar las informaciones perjudiciales, referidas a las purgas, a fin de imponer un control severo. La posición se reforzó un año después cuando, al morir el responsable de seguridad, se convirtió en jefe de Estado y primer secretario del partido.
En 1960, una nueva Constitución redujo la independencia eslovaca y se impuso el control del partido. La amenaza al poder, que se materializó entre el 53 y el 56 se disipó, pero el temor quedó subyacente. EL cambio era remoto; la mayor parte del pueblo tanto checo como eslovaco se conformaron sin entusiasmo y con rencor: el régimen se mantuvo inamovible durante treinta años.
Diferente fue en el sur europeo. Las economías casi cerradas de los regímenes autoritarios de España y Portugal impidieron beneficiarse de los avances materiales y no se notó una mejora en el nivel de vida. Hasta 1960 progresó el turismo internacional en ambos países, gracias a su cálido clima; se multiplicó por ocho y el dinero gastado, por veinte.
Grecia se recuperaba lentamente de la guerra civil; la mitad de la población eran campesinos demorados en el tiempo; en 1973, el crecimiento económico trajo una modernización y mejoras en sus condiciones de vida.
En Turquía su atraso económico dependía de las inversiones extranjeras; los préstamos de los EE.UU no progresaron por la mala planificación y el rápido endeudamiento.
La Unión Soviética y sus satélites dificultaron su desarrollo. Los principios comunistas exigían que aumentara el gasto desmedido hacia la construcción y lo militar.
Europa del Este y la URSS estuvieron privadas de rápidas mejoras materiales. Pese a la escasa libertad y censura, la vida era mejor que en tiempos de guerra. La brecha entre ricos y pobres se redujo y el bienestar social trajo un nivel de seguridad desconocido para la población, pues facilitó ofrecerles viviendas -mediocres a malas- un empleo (sin poder elegir el lugar ni el tipo de trabajo), una educación con un contenido limitado e inclinado siempre hacia una ideológica comunista, con una economía dirigida.
Los más jóvenes no tenían elección; parte de los adultos reconocía que, con sus fallos, estaban mejor que antaño. En comparación con el pasado, el futuro eran «buenos tiempos”. Detrás en la década del 50-60 hubo un crecimiento que los pobres, -habiendo vivido en la miseria-, tomaron como mágicos.
El crecimiento de Japón superó al europeo. Estados Unidos y Canadá registraron mayores niveles de desarrollo y el comercio aumentó. En 1963, Francia, Alemania Occidental, Italia y el Reino Unido eran dos quintas partes de las exportaciones mundiales de productos manufacturados, mientras Estados Unidos era una quinta parte.
Occidente industrializado se benefició de la caída del costo de las importaciones de alimentos y materias primas de los países, en vías de desarrollo, mientras el precio de los productos manufacturados exportados aumentaba: la mano de obra barata y la tecnología fueron las principales razones del crecimiento explosivo.
La reconstrucción de los pueblos y ciudades impulsó el crecimiento; se realizaron grandes inversiones en tecnología, mano de obra y la industria. En Alemania Occidental se registraron tasas de crecimiento mayores.
La manufactura fue escasa en Gran Bretaña Y los índices de crecimiento se mantuvieron bajos. Las inversiones del gasto público en grandes proyectos de infraestructura crecieron e impulsó la confianza y creó un espiral de crecimiento.
El Estado tuvo un papel importante en la etapa inicial de la recuperación económica; Keynes sirvió como estímulo; los sectores público y privado en lugar de enfrentarse interactuaba. Hubo una gran expansión del comercio internacional. Entre 1953-1963 las exportaciones mundiales se duplicaron y en la otra década se triplicaron los productos manufacturados. La eliminación del control de precios y otras restricciones comerciales más el equilibrio de la libra permitió en la década del ’50 que los países exportaran más; la Comunidad Económica Europea, (CEE) duplicaron las tasas de crecimiento, que continuaron altas hasta fines de 1973, cuando las condiciones financieras cambiaron, ante el repentino aumento extraordinario del petróleo, impuesto por los países árabes tras la guerra árabe-israelí.
Los beneficios se dieron a causa del bajo precio de las materias primas en los países desarrollados; los salarios subieron en términos reales. Los gobiernos se beneficiaron del pleno empleo, gracias a las tasas de crecimiento y a los ingresos fiscales, financiando programas de bienestar social.
Europa occidental creció el doble: en el sur, Grecia, España, Portugal y Turquía crecieron a un ritmo mayor; En Alemania occidental fue mayor como en Austria, el norte de Italia y el Reino Unido; Irlanda seguía siendo una economía atrasada, pero triplicó su crecimiento. Turquía estaba detrás de Grecia e Italia, mientras Bulgaria, Rumania y Yugoslavia tuvieron mejores resultados.
En Europa oriental y la Unión Soviética, las tasas fueron inferiores a las de occidente capitalista y no se distribuyó equitativamente. En el bloque soviético, el crecimiento se concentró en la industria pesada: no experimentaron un auge de consumo, pese a las condiciones de vida que mejoraron. Entre el 53 - 60, las viviendas se multiplicaron, paliando la escasez de alojamiento y el hacinamiento en las ciudades; los países satélites estaban muy por debajo de los niveles occidentales. El crecimiento fue mayor en el agro; el gran éxodo se dio en las ciudades para obtener mayores ingresos en la industria mecanizada; también en los cultivos se obtuvo un aumento productivo. Europa producía mayores cantidades de alimentos en una menor superficie cultivada y con una mano de obra reducida. La población crecía en las ciudades y en los pueblos. Los temores por el descenso de la población finalizaron con el «boom de natalidad»; En Francia aumentó el 30%: en otros países del Este y del Oeste europeo se registraron aumentos masivos. Grecia, Portugal e Irlanda sufrieron la pérdida de población rural por el éxodo; el sur siempre fue una zona pobre; hubo menos nacimientos pero la tasa de mortalidad infantil disminuyó. El éxodo, del campo a las ciudades aumentó; una tercera parte trabajaba en actividades relacionadas con el campo en el este y el sur del continente. A medida que aumentaba la llegada a las ciudades se agrandaron las regiones periféricas. Belgrado en la posguerra multiplicó por cuatro su población; en Kiev se triplicó; en Estambul, Sofía, Bucarest y Varsovia se duplicó, mientras en Leningrado y Moscú aumentaron. En 1970, el 58% de la población vivía en ciudades, con mayores aumentos en el sur y el este .
La guerra creó cuarenta millones de refugiados por la inmensa limpieza étnica en Europa oriental. Millones de alemanes, polacos, checos y rumanos se dirigieron al oeste; entre 1945 y 1950 fueron expulsados 12,3 millones de alemanes, una quinta parte de la población. El empleo de las pujantes economías fue fundamental para migrar.
En 1961 el Muro de Berlín partió en dos a Alemania; el oeste se benefició con el gran éxodo de trabajadores y fue necesaria más mano de obra; a principios del 60, en pleno boom económico, más de trescientos mil migrantes se desplazaban cada año hacia Alemania Occidental y una cifra similar marchaba a Francia, Italia, España, Portugal, Grecia e Irlanda; eran emigrantes en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida; Turquía, Yugoslavia y el norte de África, Argelia y Marruecos también se convirtieron en fuentes de mano de obra barata. En 1973, millones de migrantes trabajaban en Alemania Occidental y en Francia, pese a una acogida no amable a su llegada. Muchos se enfrentaron a privaciones y a la discriminación; eran supuestamente trabajadores temporales a los cuales no se les concedían la ciudadanía. Los emigrantes planeaban que regresarían a sus países de origen; enviaban a sus casas buena parte de sus ingresos para mantener a sus familias, aportando indirectamente divisas extranjeras a los países más pobres.
Gran Bretaña tomó un rumbo diferente contratando mano de obra barata no calificada en la Commonwealth; tenían derecho a la residencia permanente y conseguir la ciudadanía británica; Muchos ingleses a su vez se marchaban para instalarse en Australia, Nueva Zelanda y Canadá. En 1962, el gobierno británico, presionado tras los doscientos treinta mil personas de las ex colonias británicas promulgó la Ley de Inmigración de la Commonwealth para limitar el número que podía establecerse, con medidas más restrictivas; la creciente hostilidad contra los no blancos mostró formas del racismo con graves disturbios, donde centenares de jóvenes atacaron las viviendas de inmigrantes antillanos. La clase obrera blanca se encontraba afectada por el cierre de las fábricas y la escasez de vivienda. Los prejuicios étnicos, condenados oficialmente, continuaron existiendo pasando a ser movimientos extremistas y neofascistas. Hubo un descenso de inmigrantes de las antiguas colonias inglesas.
Gran Bretaña fue en la década de los ‘50 la primera economía de Europa, pero sus niveles de crecimiento en la posguerra fueron mediocres. El CEE del cual no formaba parte con seis miembros no tardaría en ampliarse.
En las islas, la guerra causó menos destrucción, al no se invadida – salvo el ataque feroz a Londres- quedando sus estructuras económicas y políticas prácticamente intactas; la gigantesca deuda fue amortizada; la guerra dejó métodos de producción anticuados, una gestión poco dispuesta a innovar, con diferentes sindicatos que resultaron un obstáculo económico. El país invertía menos que sus competidores de la CEE en mercados más competitivos y el resultado fue una caída constante de las exportaciones británicas.
El contraste entre el declive de Gran Bretaña y el ascenso de Alemania Occidental era enorme. Alemania evitó el conflicto entre empleados, sustituyó los sindicatos independientes y mejoró las instalaciones recreativas dentro de la comunidad. La destrucción del sindicalismo durante doce años sentaron las bases para un nuevo comienzo en las relaciones laborales. La necesidad de reconstruir el país en ruinas estimuló una mayor unidad laboral. La mano de obra era barata, los refugiados y expulsados estaban satisfechos con el aumento de salarios, las mejores condiciones de vida y un empleo estable con una economía en expansión. Los sindicatos siguieron criterios más racionales: las grandes empresas incluyeron a los trabajadores en la coparticipación de las decisiones empresariales. El declive de Gran Bretaña fue debido a los juicios políticos moldeados por la tradición imperialista, su antigua primacía económica y su preferencia por el atlantismo y la Commonwealth, en lugar de afianzar los vínculos continentales. Cuando se adoptaron las primeras medidas para fomentar la cooperación económica, Gran Bretaña se mantuvo al margen, manteniendo la distancia; entabló relaciones estrechas con otros países, Japón y los Estados Unidos; incapaz de beneficiarse de la expansión del comercio; lenta en liberalizar su comercio exterior y cada vez menos competitiva, comprendió las desventajas de no pertenecer a la CEE.
En 1959 las naciones europeas exigieron que la oposición entre Francia y Alemania finalizara.
Este crecimiento económico mostró los primeros síntomas de estancamiento en 1965; las economías se comportaron de manera diferente. Italia no sufrió un estancamiento: el auge de las exportaciones y el turismo dieron continuidad al milagro económico.
En otros paises europeos occidentales existían problemas: escasez de mano de obra, la inflación salarial y el alza de los precios ensombrecieron el panorama.
Durante la década del ‘50, los salarios subieron más ligero que los precios, debido al crecimiento de la productividad laboral, pero a principios de los 60, los precios, que se mantenían estables aumentaron un 20%. Dinamarca, Suecia, Bélgica, Francia y Gran Bretaña llegaron a tener problemas serios al no poder contener la inflación.
En Alemania la economía se desaceleró; preocupada por la inflación, restringió el crédito y ajustó el mercado laboral, medidas que provocaron en un año una grave recesión temporal.
Suiza, Suecia y Dinamarca figuraron entre los países europeos que tomaron medidas para frenar la inflación y las economías. Francia tomó medidas restrictivas en 1964, lo cual provocó una recesión temporal.
En Europa occidental la recesión económica del 60 fue un interludio pasajero, pero un presagio hasta el comienzo de la crisis petrolera de 1973, que puso abruptamente fin al gran boom de la posguerra.
El milagro económico generó grandes beneficios para Europa occidental y mejoras en las regiones meridionales y orientales del continente. En 1970, la población se sentía más satisfecha y optimista. Los elevados índices de crecimiento tuvieron un inconveniente duradero que mucha gente no supo verlo; sufrieron daños irreparables, debido al esfuerzo por mejorar la producción industrial.
La edad de oro trajo enormes mejoras en los europeos, pero fue también el responsable del grave deterioro ambiental. El crecimiento de pesticidas y otros productos químicos en la agricultura mejoró el rendimiento de los cultivos, causando daños irreparables en el medio ambiente a futuro. El aumento del consumo de energía, la compra de automóviles y las oportunidades de viajar dio lugar a las nocivas emisiones de carbono duplicado, causando daños cuya magnitud sería evidente para las generaciones posteriores. En los años 70, el tema se convirtió en un asunto político aunque tuvo grandes dificultades para despertar el interés mundial.
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