Existen diferentes conflictos en Europa. Lutero impulsa desde el norte, La
Reforma en el Sacro Imperio Romano Germano; traerá como
consecuencia la Guerra
de los Treinta años, que finaliza con la paz de Westfalia, en 1648.
Fernando II ofendió la
libertad de culto. La guerra se tornó
compleja.
a) La paz de Augsburgo
-en 1555- definió el plazo hacia nuevas fricciones. Sólo los luteranos y
católicos lograron acuerdos: los calvinistas fueron los grandes ausentes.
b) La aparición del
Estado moderno cuestiona una geopolítica que privilegió a los imperios desde la
dinastía de los Habsburgos. Las potencias de Escandinavia eran Dinamarca y
Suecia; junto con las Provincias Unidas
fueron los países protestantes que pretendieron impugnar la hegemonía de los Habsburgos, mientras Inglaterra se quedó -fuera del conflicto.
En Francia; reinaba Enrique IV, que se volvió
católico por conveniencia, siendo antaño el jefe de los hugonote. Los intereses
políticos y geopolíticos consolidaron las alianzas de esta larga guerra que marcó a fuego las luchas políticas internas de
mayor envergadura.
Ciertas regiones estuvieron más afectadas que otras, creando una
profunda asimetría. Fue una revolución que respondía al espíritu religioso. Los
protestantes poseían un rigor de organización y ética, así como una fuerza
psicológica que modificó los ejércitos.
Gustavo Adolfo de
Suecia fue un protagonista de esta
batalla ética, un nuevo punto de vista
considerado las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal, que demonizó al
enemigo llegando a una violencia
extrema.
El nuevo ejército de
Suecia luchó contra un ejército arcaico. Antes de estas batallas, Dinamarca se involucró del lado de
los protestantes, pero derrotada, se retiró.
Cristián IV, enfermo,
muere súbitamente; reinó sesenta años y tenía virtudes políticas, pese a ser un
gran bebedor.
Surgen dos
protagonistas; el rey sueco y Wallenstein: será un período sangriento.
Wallenstein se casó
con una mujer muy rica que -al morir- le deja inmensas riquezas. Venía de una
nobleza pequeña de Bohemia, protestante. Se convirtió al catolicismo. Gustavo
Adolfo tenía treinta y ocho años y era la figura más positiva, mientras Wallenstein
era la negativa. Con su muerte, el rey sueco dejó su impronta; Lützen fue la
segunda y última batalla en este período.
El ejército de Suecia
anticipó la Grande Armée
napoleónica por su poderío, homogeneidad y movilidad, en su mayoría conformada por campesinos rudos suecos y finlandeses guerreros. Reciben el sueldo
regularmente y fueron los primeros en llevar uniformes con un equipo de armas
más liviano: el peso de las armaduras del
Medioevo pasó a la historia; se aceptaron las modernas armas de fuego. La infantería se
desplazaba con más facilidad. El regimiento
tenía su cañón que el rey acorta, lo cual alivia el peso y usa balas de
madera. El ejército estaba mejor coordinado; solamente aceptaba mujeres y niños
–no prostitutas- mientras el crimen, el robo, la violación eran severamente
castigados.
Un año antes, la
batalla de Breintenfeld -1630- se modificó la transformación geopolítica y
cultural europea. Se confirmó la
hegemonía de los Habsburgos, quienes expulsan a los protestantes
Flandes, Holanda y Francia -pese a ser católica- se aliaron con Suecia.
Fue una Europa de naciones, no de tendencias religiosas.
Gustavo Adolfo
desembarcó en Alemania con una tropa humilde y, un año más tarde tendrá lugar
la batalla de Breintenfeld.
Wallenstein
y el conde de Tilly –católicos- provocaron el saqueo que conmocionó a Europa.
Príncipes protestantes se aliaron a Gustavo. Suecia recibió un importante
subsidio a cambio de respetar el culto católico donde se practicara. Gustavo
Adolfo emprendió la campaña. Entró en Brandenburgo,
antes de ser atacado por el conde Tilly, quien le impidió seguir hacia el sur.
En Sajonia. Brandenburgo está a las
puertas de Leipzig. Gustavo Adolfo no puede contar más con el ejército sajón.
Da el golpe de gracia y se convirtió en el héroe de la exitosa
campaña. El ejército creció, gracias a los príncipes protestantes que le
tuvieron confianza. Gustavo entró en el
sur, región católica, triunfó hasta Munich, donde se enfrentó de nuevo con el
conde, quien sufrió una herida mortal.
Fernando II convocó a Wallenstein, quien recuperó Praga en manos
de los protestantes. En septiembre se enfrentó al rey sueco; Wallenstein resistió e
infligió graves pérdidas al enemigo. El Rey de Suecia no aceptó su
error, pero percibe que su ejército se desmorona velozmente. Comenzó su
retirada hacia el sur. Wallenstein avanzó hacia el norte. En el intervalo de
varias semanas, éste hace lo imposible por doblegar Sajonia, la principal aliada de Suecia, que
intentó recuperar el prestigio perdido en Nuremberg, para sumar a los
protestantes con una serie de éxitos menores. El rey sueco se apoderó del
arsenal de München, respetando la ciudad. Las tropas del imperio ingresan
ron en Alsacia y
evitaron la guerra (1631). Los ejércitos
se encontraron en noviembre de 1655. Wallenstein no sospechó de los oficiales británicos.
Decidió dispersar sus tropas. Se separó de su cuerpo militar. Gustavo Adolfo se
aproximó, cercando al enemigo. Wallenstein está convencido que no tendrá que
pelear ese año. Por lo general, se pelea
desde mayo hasta el otoño, retirándose en invierno a los cuarteles. Pero al Rey
de Suecia no le interesan esos ritos, solamente la victoria final; era un deber
religioso, no un acto político. Invitó a los militares a pelear por Dios y por
su rey.
Se enfrentaron en
noviembre, una noche fría y húmeda. Fue similar a la
Campaña de Rusia napoleónica en 1812 o a las
dos Guerras Mundiales: la violencia de la guerra absoluta.
La carga de la caballería de Finlandia y Suecia y el
caos en las filas de los croatas húngaros y polacos era espantosa. Los croatas no vacilaron en
pisotear hombres para salvarse y escapar. En medio de la lucha salió un enemigo que disparó por la espalda al rey. Alguien pregunta quién es ese jinete
a lo cual él responde. Fue el rey de Suecia.
Se sabrá la noticia finalizada la batalla. El enfrentamiento se limitará
a uno o dos días, como era la costumbre; la batalla fue breve y con energía de
seguir la lucha. Los suecos pelean
contra la élite del ejército imperial. Los soldados suecos no vieron a los
valones y, pese a su triunfo, no supieron tomar ventaja. La muerte de
Pappenheim en las tropas contrarias trajo confusión y desasosiego en las tropas
imperiales, Wallenstein pide que protejan las conquistas pero las tropas dudan
no se deciden si perseguir al enemigo. Los jefes son asesinados de ambos bandos
y quedan sin jefes; una gran niebla cubre el campo y el cansancio físico y
mental de los soldados más el desasosiego, al ver caer a sus compañeros por
decenas, sin saber lo qué sucede más allá de su vista. Los pierde la
incertidumbre y se vuelven incapaces de continuar. Los soldados suecos están mentalmente mejor
preparados que los mercenarios del imperio, Estos son cercados por ambos lados.
Entonces surge un acontecimiento inesperado; el capellán de Gustavo Adolfo
entona un cántico luterano al cual se suman un puñado de soldados y se propaga.
Al invocar a Dios, regresa al campo de batalla con energía y vence el
pánico anterior. La noticia de la muerte
de su rey se sabe y se concentran en rescatar sus restos mortales , pero a su
vez siembra el terror y creen perdida la batalla. Ambos bandos no están en su mejores
condiciones, Reorganizan las tropas. Wallenstein intenta cerrar las brechas de
la defensa y otros organizan la contraofensiva con la reserva de
caballería. A la tarde, 4 PM los suecos
lanzan el ataque. El enemigo resiste pero los comandantes imperiales caen uno
tras otro bajo el fuego y los soldados quedan a la buena de dios. Sin embargo, los suecos no logran el triunfo
y ambos bandos están exhaustos. Llegan tarde
los valones . Los checos, que
perdieron la mitad de su ejército, desean no luchar al día siguiente para
reorganizarse, sin duda una pésima decisión, que lleva a la derrota final de
los imperiales. El ejército desmembrado, separado de su artillería, se dirigió
a Leipzig y llegó a Leipzig a
medianoche.
Wallenstein ordenó retirarse a Bohemia: su
fatiga era la única explicación pues nunca se recuperará de la derrota.
Suecia ni siquiera se
da cuenta que acaba de vencer; recién a la noche lo comprenden; fue una batalla
a lo Pirro; la muerte del rey y las pérdidas serán inolvidables. Fue la batalla
más importante ganada por el Gustavo Adolfo, pero también donde encuentra la
muerte.
Wallenstein pierde su
autoridad y al poco tiempo es asesinado en su casa; no tendrá una muerte llena
de gloria, muere en febrero de 1634.
La lucha de
preferencia clásica reemplazaría las
guerras de religión de los primeros años de La guerra de los 30 años. Francia
entra en escena. Será una nueva generación que marcará los últimos quince años
de luchas, Entrarán en escena el español Olivares y sobre todo Richelieu y
Mazarin, diplomáticos, y Metternich, y Cristina de Suecia que lucharon por la
paz con la misma energía que su padre demostró en la guerra.
Alemania quedó derruida por esta Guerra; le
costará un siglo recuperarse y quedará en un rol secundario, pese a
transformarse en una de las grandes potencias europeas.
Desde 1648 las luchas
serán en el continente y se enfrentarán con la potencia naval inglesa de Gran
Bretaña, que conducirá a las dos guerras
Mundiales.
La batalla de Lützen
donde uno perdió la guerra y Suecia a su rey proclamó la guerra con una violencia que llevará al extremismo
total. La lucha de opiniones llevó a la
I Guerra Mundial y, como consecuencia a la
continuación de la II Guerra
Mundial, donde se llegó al paroxismo absoluto.
La paz de Westfalia
aflojará las tensiones de las luchas
religiosas, aunque nada hacía suponer que un día la lucha por las
grandes ideas ocuparía el lugar de las
guerras de religión.