S XVIII Austria y Prusia (1714)
Felipe V, nieto del
Rey Sol, será el primer rey Borbón de España. Austria le cedió una parte de
Bélgica a cambio de tres ducados italianos, entre ellos Parma.
Las Provincias Unidas
pudieron construir fortificaciones para protegerse.
Inglaterra adquirió
beneficios comerciales. Aceptó que el rey de España conservara sus colonias, pero debió ceder al
emperador de Austria Milán, Nápoles y Cerdeña.
A cambio, Inglaterra
se quedó con el peñón de Gibraltar, las islas de Menorca más el monopolio
del comercio de los esclavos por treinta
años.
Polonia y Austria:
lucha de dinastías
El electo de Sajonia, bajo la presión de las
tropas rusas, ocupó el trono de Polonia como Augusto II.
Su ideal era ser un caballero;
fascinaba a las mujeres de París y más
aún las de Venecia. Antes de ser príncipe elector se casó con una princesa de
Brandeburgo. Pero mantenía una relación
con Aurora, ocho años mayor, mujer culta que tenía un gran tacto con la reina.
Mientras ésta tuvo un infante débil, - el futuro Augusto III-, ella le dio un hijo robusto. Después del parto siguieron
como amigos. Augusto enviudó. Se hizo
católico por interés. Los luteranos temían caer una vez más bajo el yugo del
Papa. Sin embargo favoreció a Sajonia.
La feria de Leipzig, célebre desde el S XVI, donde muchos comerciantes acudían
a vender pieles, cueros del Norte y del Este, sedas del sur y artículos de moda
para Occidente.
Augusto II entró en
guerra contra el Norte: juró a su pueblo devolverle Livonia. El pueblo anhelaba
la paz, pero Augusto se enemistó con Suecia
y llevó a Polonia a una guerra contra Rusia, Prusia y Austria. Salió derrotado
y el general sueco destruyó sus tropas. Los suecos entraron en Sajonia y Augusto debió
ceder la corona de Polonia, reconociendo a Estanislao I -que tuvo un efímero
reinado-.
Augusto II intentó recuperar a Polonia con la ayuda de Rusia; Pedro el
grande era el zar y su embajador era el arbitrio entre Polonia y Rusia. Hubo un tiempo la paz.
Pedro se ocupó a su
modo brutal de los asuntos polacos, con la excusa de atender el derecho de sus
leyes. Trató duramente a la minoría protestante y ortodoxa, que Prusia y Rusia
protegían.
-Pedro y Federico
Guillermo I daban garantías a los disidentes polacos, lo cual garantizaba el
caos.
-El emperador Leopoldo
I hizo retroceder a los turcos que habían extendido sus dominios.
-Francia conservó
Alsacia y Estrasburgo.
Hubo
diversos tratados firmados entre los países; Francia con Inglaterra y Holanda.
Portugal y Prusia por el otro lado. Estos Tratados pusieron fin al reino
de Luis XIV, que intentó sin éxito expandir sus territorios. El deseo mayor de
Guillermo III y de Marlborough se cumplió.
-Muere la Reina Ana en
Inglaterra y el Rey Sol en Francia.
Felipe
V, luego de doce años de luchas
reconstruye el país decadente; intentó en vano recuperar el poder de España. Se casó con María Luisa de Saboya pero murió
dejando dos hijos; se casó nuevamente con Isabel Farnese, a quien sólo le interesaba dejar en una
posición brillante a sus hijos, Luis y Fernando, que fueron ambos reyes.
Inglaterra
y España luchan por Sicilia y Cerdeña; Los españoles son vencidos y
apenas logran escapar con unos pocos navíos. Su derrota beneficia a Austria,
quien las reconquista, luego de dos años de luchas. El rey de España firmó su
renuncia a Sicilia y Cerdeña. Su hijo Carlos se quedará con los ducados de
Parma y heredará Toscana, al quedar vacante el poder. Carlos VI de Austria se negó; Felipe V pactó acuerdos
con Inglaterra. Luis I, rey de España, -pues su padre abdicó a favor de este
hijo que murió a los siete meses. Su hermano Fernando tenía once
años, por lo cual Felipe V regresó al trono.
Luis
XV se casó con María L hija de Estanislao, rey de Polonia.
Felipe
V deseaba que se casara con su hija y las relaciones se pusieron tirantes entre
ambos países e inclusive se suspendió el
comercio. San Sebastián fue fortificada y las tropas se trasladaron a las
fronteras de los Pirineos. El Papa actuó
como conciliador y se logró un acuerdo.
En
Inglaterra comienza a reinar la dinastía de los Hannover. La guerra de sucesión
española, los triunfos de Marlborough y el Tratado de Utrecht determinan el
Sino inglés del S XVIII. Surgen los grandes terratenientes y latifundios, los
cotos de zorros y ciervos, los diputados en la cámara de los comunes,
los comerciantes, los traficantes, los pícaros aventureros y salteadores de
caminos y la miseria del pueblo.
Los
ingleses eran sanos, sencillos, amantes de sus costumbres, arrogantes,
obstinados, llenos de orgullo.
Sube
Jorge II, casado con Carolina, que entendía más de política que su padre y
hablaba un inglés apenas comprensible. Era de una avaricia supina. Sentía
profundo desinterés por los libros y las obras de arte. Se pasaba largas
temporadas en su país natal, desentendiéndose de su reino pero no fue un mal
rey. Consciente de sus obligaciones tenía valores militares y conducía las
tropas en los combates. Mantenía sus ideas con firmeza. Su padre,
Jorge I jamás aprendió inglés; Jorge II lo intentó con pésimo acento. Ambos
asistían poco a las reuniones de gabinete, Luego del Tratado de Utrecht, los
ingleses quedaron insatisfechos y resentidos. Entre los insatisfechos se
encontraba España, quien tuvo que ceder los Países Bajos y sus posesiones en
Italia. Tras el triunfo inglés, España tuvo que aceptar el acuerdo de
Inglaterra y Francia.
En
la década de 1720-30 hubo paz en Europa, siendo Inglaterra una de las primeras potencias.
Augusto II firmó un tratado con España.
Inglaterra amenazó con una Alianza entre Hannover, Francia, Las Provincias
Unidas y Suecia.
Estalló
el conflicto entre Francia, España, Rusia, Polonia, Austria, Baviera, Sajonia y
Sicilia, por la sucesión de Augusto II al trono de Polonia. Era un ajuste de
cuentas entre Borbones y Habsburgos. Inglaterra se encontraba sin aliados
en Europa.
Pedro
I el Grande en Rusia fue el primer déspota ilustrado con sus reformas en la
iglesia y el estado. Polonia y Austria, lucha de dinastías
Carlos VI, el emperador de Austria
Se quedó con los
Países Bajos españoles en Flandes, Milán, Nápoles y la isla de Cerdeña.
Renunció a su pretensión a la corona española. Fue el fin de la
guerra de sucesión de España (1701-1713)
Leopoldo
I se había casado con Margarita Teresa, medio hermana de la reina de Francia,
quien tenía prioridad sobre los derechos de los
Países Bajos, pero quiso el rey de
España Felipe IV cederle los derechos a esta hija de un segundo
matrimonio.
En 1733 murió Augusto
II, rey de Sajonia y Polonia. Francia presentó como futuro rey a
Estanislao, suegro de Luis XIV. Carlos VI sostenía a Federico, hijo de Augusto
II de Sajonia, fallecido. Rusia lo apoyaba. La Dieta polaca eligió a
Estanislao; Rusia invadió a Polonia. Francia ocupó Lorena.
El emperador
de Austria, Carlos VI tenía dos hijas:
María Teresa, y María Ana; su hijo murió.
La
emperatriz María Teresa de Austria
Nació en
1717; rubia, soberbia, espléndida, delicada, con un rostro fresco y ojos
azules vivaces poseía encanto aunque
gran temperamento. Se casó con Francisco de Lorena. Fueron muy felices. María
Teresa tenía talento e interés por la música y una voz muy cálida. Él era
elocuente y espiritual; siempre de buen humor, ambos muy enamorados. Ella
era enérgica pero en el palacio mandaba él.
Hija y heredera de
Carlos VI, heredó Silesia y los Países Bajos, a los cuales defendió
durante toda su larga vida.
A la muerte
de su padre, consideró oportuno extender su poderío. Austria estaba debilitada por las guerras y económicamente quebrada. Captaba
lo que debía realizarse en el momento y poseía una memoria increíble.
Federico
Guillermo II de Prusia
Era hijo de
Federico Guillermo I. No se asemejaban en nada. Lo sentía a su hijo un perezoso
intelectual. Quería que fuera un buen oficial y que el honor militar estuviera
por encima de todo. Desde los cuatro años debía ejercitarse en maniobras
prusianas, esgrima y equitación. El padre no fomentaba su amor a la cultura y
le prohibía leer “esa lectura inútil”. El hijo se hacía llamar el filósofo.
Cesó de creer en un dios personal y pasó a ser un libre pensador. Leía poesía y
escribió el Antimaquiavelismo, con el honor de ser corregido por Voltaire, que
vivió unos años en Prusia. Era uno de los mejores flautistas de su país y
también componía. A los diez y seis años su padre lo llevó a la Corte de Desde, la más
brillante y frívola; le encantó esa vida de placeres. Frente a su progenitor se
mostraba taciturno, áspero y desabrido. Cumplía con sus tareas militares muy a
pesar suyo.
Se casó con
una princesa, Isabel; vivieron en Dresde los primeros años, felices, entre
fiestas y mascarada, cacerías y visitas. Les gustaba ver obras de teatro de
Racine y de Voltaire e instaló su gabinete en una torre.
Se levantaba
a las seis; leía y estudiaba filosofía y otras materias, conociendo
las falencias de su educación hasta las 15, hora del almuerzo. Regresaba
a su gabinete hasta las 19 y de allí pasaba a sesiones de música hasta las 21
horas. Atento y afectuoso con su mujer era un correcto protestante.
Criticaba la frivolidad de Versalles. Su padre, gotoso, con achaques e
hidropesía, abdicó a favor de su hijo, pudiendo vejez reconciliarse finalmente.
Federico
Guillermo II era un enigma para su pueblo. Lo vieron con aspecto juvenil, a sus
veintiocho años, poco gallardo, con amplias caderas y piernas gruesas y
arqueadas; tenía un perfil griego, boca sensible y ojos de color azul oscuro.
El rostro severo, con accesos de cólera,
como su padre. Con los extranjeros era modesto y tímido; tenía una ilimitada fe en sí mismo; nunca
miraba a los ojos; sufrió y aprendió a disimular desde niño, pues su padre
había sido muy exigente.
La emperatriz
obligó a Federico II a dividir el Sacro Imperio germánico en ciudades
alemanes, para unirlas en la confederación del Rin, del cual él era
el protector del gran ducado de Baden, Baviera y Wurtemberg, cuyos
principados se convirtieron en reinos.
Federico
Guillermo II tenía el mejor ejército de Europa y deseaba ponerlo en práctica.
En una campaña relámpago se apoderó de Silesia, país que le pertenecía por
herencia a la emperatriz María Teresa de Austria quien- indignada- no quiso
negociar y prefirió la ofensiva. En 1740, Federico II le dijo al embajador
enemigo: “traigo en una mano la salvación de la casa de Austria. Mis
tesoros están a disposición de la emperatriz, pero a cambio exijo Silesia”.
María Teresa,
furiosa, porque le quitaban una posesión que le pertenecía por herencia, no
aceptó. Francia y Prusia se aliaron; Austria y Bohemia fueron
conquistadas; Federico II invadió Moravia; España desembarcó en Italia.
Augusto II de Sajonia deseaba los territorios heredados de los
Habsburgos. Seguían las negociaciones con él, como príncipe elector. Un milagro
solamente podía salvar a Austria, aunque nada quebraba a la emperatriz. Austria
invadió Baviera; Munich capituló; Augusto II fue coronado, siendo un emperador
sin imperio y desprovisto de poder real.
Federico
Guillermo II estaba frente a un dilema: o conservaba sus posesiones o Prusia
entraba en un declive. Formó un nuevo ejército y triunfó en la
batalla siguiente. Dejó libres los desfiladeros para atraer a Austria
hacia Silesia y avanzó frente a sus tropas en la noche y en silencio. A
medianoche arrojó a los sajones, causando gran estrago.
Gracias a la
ejemplar disciplina de sus tropas logró una total victoria. Austria mandó a
Sajonia sus soldados, pero Prusia los obligó a retirarse.
En 1745 se
firma la paz de Dresde. Federico II conservó Silesia y Berlín y lo llamaron por
primera vez Federico el Grande. Se clausuró la campaña pues el tratado
trajo la paz a Alemania.
María Teresa
quería a toda costa recuperar Silesia, herencia paterna. Necesitaba que Francia
rompiera su alianza con Prusia.
Francia inició
negociaciones con Austria de
socorro mutuo, si eran invadidos.
Austria contaba con el apoyo ruso.
Rusia ayudaría al rey
de Inglaterra con 50.000 hombres, si Hannover era atacada.
Prusia se alió con
Inglaterra: se prometieron mutua ayuda y la promesa de no invadir el suelo
alemán. Prusia se limitaría al territorio que había sido, treinta años antes.
Federico II
cometió un grave error. La emperatriz Isabel, hija de Pedro el Grande, se
enteró del Tratado entre Gran Bretaña y Prusia. Si acordaban con
Austria, estaba dispuesta a enviar 70.000 hombres.
Gran Bretaña temía un
ataque de Francia a Hannover e intentó impedirlo con una coalición entre
Austria, Rusia y Prusia. La emperatriz
exigía condiciones inaceptables.
Sajonia obtuvo
nuevos éxitos contras los anglos y los austríacos. Europa estaba agotada de
guerras. María Teresa cedió Parma, Lombardía y otras tierras, pero conservó
la herencia paterna, Silesia, aunque fue la causa de una guerra costosa.
Debía poner orden a su economía. Los bailes durante años fueron
prohibidos. Separó lo frívolo de la corte de Viena y los placeres; vigiló las
costumbres. Estaba en contra de las mujeres livianas, el hombre que estaba
ligado a una concubina perdía el empleo o era expulsado de la capital; no
podían frecuentar a las prostitutas. Tal vez lo hizo por celos, pues su marido,
el príncipe Francisco se conservaba joven y ardiente y con gran debilidad por
el sexo opuesto, aunque jamás se le reconoció una relación extra conyugal.
La repentina
muerte de su marido fue un golpe mortal. Quiso abdicar a favor de su hijo, el
príncipe heredero José II, pero le
rogaron que no lo hiciera y gobernaron juntos, sin estar de acuerdo
en nada y llevándose mal. El futuro José II fue príncipe electo del Sacro
Imperio. Admirador de Federico II el Grande, adaptó con pasión a la causa de
los filósofos del Iluminismo.
Muere María
Teresa en 1780. Federico Guillermo II de Prusia dijo -a modo de oración fúnebre-
que había sido un honor para el trono
austríaco y como mujer. “He peleado contra ella pero jamás le tuve el
menor odio”.
Fin del S XVIII
El despotismo
ilustrado
Hubo cambios y
proyectos y una renovación intelectual. Francia perdió la hegemonía política
europea, pero siguió siendo la principal ciudad cultural. La ilustración hizo
primar la razón sobre el sentimiento; fue una actitud crítica, que se
había instalado en otros países. Su
deseo era una revolución desde los estratos de más arriba mediante la razón,
con estructuras políticas, sociales y culturales, llamada el despotismo Ilustrado,
Se impuso bajo el reino de Luis XV.
En Gran Bretaña se lograría
con la dinastía de los Hannover: Jorge I, II, III y IV.
En Prusia, con
Federico Guillermo I, y su hijo Federico Guillermo II.
En Austria, con José II, hermano de María Antonieta,
En España, con Felipe
V.
En Rusia, con Pedro I
y sus reformas en la iglesia y el estado
Derrota de Prusia
1813 La derrota en
Rusia de Nápoles
Prusia se subleva
también; Federico Guillermo II se une a Rusia y declara la guerra a
Francia.
Metternich no deseaba
la hegemonía de Rusia en Europa central. Se necesitaba mantener la coalición hasta
la muerte del emperador francés, quedando aliados con Prusia. Talleyrand
deseaba ver a Francia reconocida como
una gran potencia y lo logró.
Se restableció la paz, sin permitir que Rusia
se expandiera, ni el arrogante nacionalismo de los prusianos.
El río Escalda en Flandes no debía caer en manos de los franceses.
No al Sacro imperio
romano germano, pero tampoco se estableció la unión alemana que ansiaba Prusia.
Fue una confederación formada por treinta y ocho estados soberanos, cuyas
cuestiones se tratarían en una Dieta en Frankfurt, con Austria presente.
Luego de la
abdicación de Napoleón, Francia aceptó
la unión de Bélgica y Holanda.
En 1930 Bélgica se independiza.
Bibliografía. Historia Universal de Carl Grimberg, Edit.
Norstedts Förlag.
Sociedad Comercial y Editorial Santiago Ltda, para
la edición en española. Mayo 10 de
1995.
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