viernes, 16 de octubre de 2015

S XVIII Austria y Prusia


Felipe V, nieto del Rey Sol, será el primer rey Borbón de España. Austria le cedió una parte de Bélgica a cambio de tres ducados italianos, entre ellos Parma.
Las Provincias Unidas pudieron construir fortificaciones para protegerse.
Inglaterra adquirió beneficios comerciales. Aceptó que el  rey de España  conservara sus colonias, pero debió ceder al emperador de Austria Milán, Nápoles y Cerdeña.
A cambio, Inglaterra se quedó con el peñón de Gibraltar,  las islas de Menorca más el monopolio del comercio de los esclavos por treinta  años.
Polonia y Austria: lucha de dinastías
 El electo de Sajonia, bajo la presión de las tropas rusas, ocupó el trono de Polonia como Augusto II.
Su ideal era ser un caballero;  fascinaba a las mujeres de París y más aún las de Venecia.  Antes de ser  príncipe elector se casó con una princesa de Brandeburgo.  Pero mantenía una relación con Aurora, ocho años mayor, mujer culta que tenía un gran tacto con la reina. Mientras ésta tuvo un infante débil, - el futuro Augusto III-, ella le dio  un hijo robusto. Después del parto siguieron como amigos. Augusto enviudó.  Se hizo católico por interés. Los luteranos temían caer una vez más bajo el yugo del Papa. Sin embargo  favoreció a Sajonia. La feria de Leipzig, célebre desde el S XVI, donde muchos comerciantes acudían a vender pieles, cueros del Norte y del Este, sedas del sur y artículos de moda para Occidente.
Augusto II entró en guerra contra el Norte: juró a su pueblo devolverle Livonia. El pueblo anhelaba la paz, pero Augusto se enemistó con  Suecia y llevó a Polonia a una guerra contra Rusia, Prusia y Austria. Salió derrotado y el general sueco  destruyó sus tropas.  Los suecos entraron en Sajonia y Augusto debió ceder la corona de Polonia, reconociendo a Estanislao I -que tuvo un efímero reinado-.
Augusto II  intentó recuperar  a Polonia con la ayuda de Rusia; Pedro el grande era el zar y su embajador era el arbitrio entre Polonia y Rusia.  Hubo un tiempo la paz.
Pedro se ocupó a su modo brutal de los asuntos polacos, con la excusa de atender el derecho de sus leyes. Trató duramente a la minoría protestante y ortodoxa, que Prusia y Rusia protegían.
-Pedro y Federico Guillermo I daban garantías a los disidentes polacos, lo cual garantizaba el caos.
-El emperador Leopoldo I hizo retroceder  a los turcos que habían extendido sus dominios.
-Francia conservó Alsacia y Estrasburgo.
Hubo diversos tratados firmados entre los países; Francia con Inglaterra y Holanda. Portugal y Prusia por el otro lado. Estos Tratados pusieron fin al reino de Luis XIV, que intentó sin éxito expandir sus territorios. El deseo mayor de Guillermo III y de Marlborough se cumplió.
-Muere la Reina Ana en Inglaterra y el Rey Sol en Francia. 
Felipe V, luego de doce años de luchas  reconstruye el país decadente; intentó en vano  recuperar el poder de  España.  Se casó con María Luisa de Saboya pero murió dejando dos hijos; se casó nuevamente con Isabel Farnese,  a quien  sólo le interesaba dejar en una posición brillante a sus hijos, Luis y Fernando, que fueron ambos  reyes. 
Inglaterra y España luchan por Sicilia y Cerdeña; Los españoles son vencidos  y apenas logran escapar con unos pocos navíos. Su derrota beneficia a Austria, quien las reconquista, luego de dos años de luchas. El rey de España firmó su renuncia a Sicilia y Cerdeña. Su hijo Carlos se quedará con los ducados de Parma y heredará  Toscana, al quedar vacante el poder. Carlos VI  de Austria se negó; Felipe V pactó acuerdos con Inglaterra. Luis I, rey de España, -pues su padre abdicó a favor de este hijo que   murió a los  siete meses. Su hermano Fernando tenía once años, por lo cual Felipe V regresó al trono.
Luis XV se casó con María L  hija de Estanislao, rey de Polonia.
Felipe V deseaba que se casara con su hija y las relaciones se pusieron tirantes entre ambos países e  inclusive se suspendió el comercio. San Sebastián fue fortificada y las tropas se trasladaron a las fronteras de los Pirineos.  El Papa actuó como conciliador  y se logró un acuerdo.
En Inglaterra comienza a reinar la dinastía de los Hannover. La guerra de sucesión española, los triunfos de Marlborough y el Tratado de Utrecht determinan el Sino inglés del S XVIII. Surgen los grandes terratenientes y latifundios, los cotos de zorros y ciervos, los diputados en la cámara de los comunes, los comerciantes, los traficantes, los pícaros aventureros y salteadores de caminos y la miseria del pueblo. 
Los ingleses eran sanos, sencillos, amantes de sus costumbres, arrogantes, obstinados, llenos de orgullo.
Sube Jorge II, casado con Carolina, que  entendía más  de política que su padre y hablaba un inglés apenas comprensible.  Era de una avaricia supina. Sentía profundo desinterés por los libros y las obras de arte. Se pasaba largas temporadas en su país natal, desentendiéndose de su reino pero no fue un mal rey. Consciente de sus obligaciones tenía valores militares y conducía las tropas  en los combates. Mantenía sus ideas con firmeza.  Su padre, Jorge I jamás aprendió inglés; Jorge II lo intentó con pésimo acento. Ambos asistían poco a las reuniones de gabinete, Luego del Tratado de Utrecht, los ingleses quedaron insatisfechos y resentidos. Entre los insatisfechos se encontraba España, quien tuvo que ceder los Países Bajos y sus posesiones en Italia. Tras el triunfo inglés, España tuvo que aceptar el acuerdo de Inglaterra y Francia.
En la década de 1720-30 hubo paz en Europa, siendo Inglaterra  una de las primeras potencias.
 Augusto II firmó un tratado con España. Inglaterra amenazó con una Alianza entre Hannover, Francia, Las Provincias Unidas y Suecia.
Estalló el conflicto entre Francia, España, Rusia, Polonia, Austria, Baviera, Sajonia y Sicilia, por la sucesión de Augusto II al trono de Polonia. Era un ajuste de cuentas entre Borbones y Habsburgos.  Inglaterra se encontraba sin aliados en Europa.
Pedro I el Grande en Rusia fue el primer déspota ilustrado con sus reformas en la iglesia y el estado. Polonia y Austria, lucha de dinastías

 Carlos VI, el emperador de Austria

Se quedó con los Países Bajos españoles en Flandes, Milán, Nápoles y  la isla de Cerdeña. Renunció a su pretensión a la corona española. Fue el fin  de la guerra de sucesión de España (1701-1713)
Leopoldo I se había casado con Margarita Teresa, medio hermana de la reina de Francia, quien    tenía prioridad sobre los derechos de los Países Bajos, pero quiso  el rey  de España Felipe IV  cederle los derechos a esta hija de un segundo matrimonio.
En 1733 murió Augusto II, rey de Sajonia y Polonia. Francia  presentó como futuro rey a Estanislao, suegro de Luis XIV. Carlos VI sostenía a Federico, hijo de Augusto II de Sajonia, fallecido. Rusia lo apoyaba. La Dieta polaca eligió a Estanislao; Rusia invadió a Polonia. Francia ocupó Lorena.
El emperador de Austria, Carlos VI  tenía dos hijas: María Teresa, y María Ana; su hijo murió.
La emperatriz María Teresa de Austria

Nació en 1717; rubia, soberbia, espléndida, delicada, con un rostro fresco y ojos azules  vivaces poseía encanto aunque  gran temperamento. Se casó con Francisco  de Lorena. Fueron muy felices. María Teresa tenía talento e interés por la música y una voz muy cálida. Él era elocuente y espiritual; siempre de buen humor,  ambos muy enamorados. Ella era enérgica pero en el palacio mandaba él.
Hija y heredera de Carlos VI, heredó Silesia y los Países Bajos,  a los cuales defendió durante toda su larga vida. 
A la muerte de su padre,  consideró oportuno extender su poderío.  Austria estaba debilitada por las guerras  y económicamente quebrada. Captaba  lo  que debía realizarse en el  momento y poseía una memoria increíble.
Federico Guillermo II de Prusia

Era hijo de Federico Guillermo I. No se asemejaban en nada. Lo sentía a su hijo un perezoso intelectual. Quería que fuera un buen oficial y que el honor militar estuviera por encima de todo. Desde los cuatro años debía ejercitarse en maniobras prusianas, esgrima y equitación. El padre no fomentaba su amor a la cultura y le prohibía leer “esa lectura inútil”. El hijo se hacía llamar el filósofo. Cesó de creer en un dios personal y pasó a ser un libre pensador. Leía poesía y escribió el Antimaquiavelismo, con el honor de ser corregido por Voltaire, que vivió unos años en Prusia.  Era uno de los mejores flautistas de su país y también componía. A los diez y seis años su padre lo llevó a la Corte de Desde, la más brillante y frívola; le encantó esa vida de placeres. Frente a su progenitor se mostraba taciturno, áspero y desabrido. Cumplía con sus tareas militares muy a pesar suyo.
Se casó con una princesa, Isabel; vivieron en Dresde los primeros años, felices, entre fiestas y mascarada, cacerías y visitas. Les gustaba ver obras de teatro de Racine y de Voltaire e instaló su gabinete en una torre. 
Se levantaba a las seis;  leía y estudiaba  filosofía y otras materias, conociendo las falencias de su educación hasta  las 15, hora del almuerzo. Regresaba a su gabinete hasta las 19 y de allí pasaba a sesiones de música hasta las 21 horas. Atento  y afectuoso con su mujer era un correcto protestante. Criticaba la frivolidad de Versalles. Su padre, gotoso, con achaques e hidropesía, abdicó a favor de su hijo, pudiendo  vejez reconciliarse finalmente.
Federico Guillermo II era un enigma para su pueblo. Lo vieron con aspecto juvenil, a sus veintiocho años, poco gallardo, con amplias caderas y piernas gruesas y arqueadas; tenía un perfil griego, boca sensible y ojos de color azul oscuro.  El rostro severo,  con accesos de cólera, como su padre. Con los extranjeros era modesto y tímido;  tenía una ilimitada fe en sí mismo; nunca miraba a los ojos; sufrió y aprendió a disimular desde niño, pues su padre había sido muy exigente.
La emperatriz obligó a Federico II a dividir el Sacro Imperio germánico  en ciudades alemanes, para unirlas en la confederación del Rin, del cual él era el protector  del gran ducado de Baden, Baviera y Wurtemberg, cuyos principados  se convirtieron en reinos.
Federico Guillermo II tenía el mejor ejército de Europa y deseaba ponerlo en práctica. En una campaña relámpago se apoderó de Silesia, país que le pertenecía por herencia a la emperatriz María Teresa de Austria quien- indignada- no quiso negociar y prefirió la ofensiva. En 1740, Federico II le dijo al embajador enemigo: “traigo en una mano la salvación de la casa de Austria. Mis tesoros están a disposición de la emperatriz, pero a cambio exijo Silesia”.  
María Teresa, furiosa, porque le quitaban una posesión que le pertenecía por herencia, no aceptó.  Francia y Prusia se aliaron;  Austria y Bohemia fueron conquistadas; Federico II invadió Moravia;  España desembarcó en Italia.  Augusto II de Sajonia deseaba los territorios heredados de los Habsburgos. Seguían las negociaciones con él, como príncipe elector. Un milagro solamente podía salvar a Austria, aunque nada quebraba a la emperatriz. Austria invadió Baviera; Munich capituló; Augusto II fue coronado, siendo un emperador sin imperio y desprovisto de poder real.
Federico Guillermo II estaba frente a un dilema: o conservaba sus posesiones o Prusia  entraba en un declive. Formó un nuevo ejército y triunfó en la  batalla siguiente. Dejó libres los desfiladeros para atraer a Austria hacia Silesia y avanzó frente a sus tropas en la noche y en silencio. A medianoche arrojó a los sajones, causando gran estrago.
Gracias a la ejemplar disciplina de sus tropas logró una total victoria. Austria mandó a Sajonia sus soldados, pero Prusia los obligó a retirarse.
En 1745 se firma la paz de Dresde. Federico II conservó Silesia y Berlín y lo llamaron por primera vez Federico el Grande. Se clausuró la campaña pues el tratado  trajo la paz a Alemania.
La Guerra de los Siete Años

María Teresa  quería a toda costa recuperar Silesia, herencia paterna. Necesitaba que Francia rompiera su alianza con Prusia.
Francia inició negociaciones con Austria  de  socorro mutuo, si eran invadidos.
Austria  contaba con el apoyo ruso.
Rusia ayudaría al rey de Inglaterra con 50.000 hombres, si Hannover era atacada.
Prusia se alió con Inglaterra: se prometieron mutua ayuda y la promesa de no invadir el suelo alemán. Prusia se limitaría al territorio que había sido, treinta años antes.
Federico II  cometió un grave error. La emperatriz Isabel, hija de Pedro el Grande,  se enteró del Tratado entre Gran Bretaña y Prusia. Si   acordaban con Austria,  estaba dispuesta a enviar 70.000 hombres. 
Gran Bretaña temía un ataque de Francia a Hannover e intentó impedirlo con una coalición entre Austria, Rusia y Prusia. La emperatriz  exigía condiciones inaceptables.
Sajonia obtuvo nuevos éxitos contras los anglos y los austríacos. Europa estaba agotada de guerras. María Teresa cedió Parma, Lombardía y otras tierras, pero conservó  la herencia paterna, Silesia, aunque fue la causa de una guerra costosa. Debía poner orden a su economía. Los bailes durante años fueron prohibidos. Separó lo frívolo de la corte de Viena y los placeres; vigiló las costumbres. Estaba en contra de las mujeres livianas, el hombre que estaba ligado a  una concubina perdía el empleo o era expulsado de la capital; no podían frecuentar a las prostitutas. Tal vez lo hizo por celos, pues su marido, el príncipe Francisco se conservaba joven y ardiente y con gran debilidad por el sexo opuesto, aunque jamás se le reconoció una relación extra conyugal.
La repentina muerte de su marido fue un golpe mortal. Quiso abdicar a favor de su hijo, el príncipe heredero José II,  pero le rogaron que no lo hiciera y   gobernaron juntos, sin estar de acuerdo en nada y llevándose mal.  El futuro José II fue príncipe electo del Sacro Imperio. Admirador de Federico II el Grande, adaptó con pasión a la causa de los filósofos  del Iluminismo.
Muere María Teresa en 1780. Federico Guillermo II de Prusia dijo -a modo de oración fúnebre- que había sido un  honor para el trono austríaco  y como mujer. “He peleado contra ella pero jamás le tuve el menor odio”.

Fin del S XVIII
El despotismo ilustrado

Hubo cambios y proyectos y una renovación intelectual. Francia perdió la hegemonía política europea, pero siguió siendo la principal ciudad cultural. La ilustración hizo primar la razón sobre  el sentimiento; fue una actitud crítica, que se había instalado  en otros países. Su deseo era una revolución desde los estratos de más arriba mediante la razón, con estructuras políticas, sociales y culturales, llamada el despotismo Ilustrado, Se impuso bajo el  reino de Luis XV.
En Gran Bretaña se lograría con la dinastía de los Hannover: Jorge I, II, III y IV.
En Prusia, con Federico Guillermo I, y su hijo Federico Guillermo II.
En Austria, con  José II, hermano de María Antonieta,
En España, con Felipe V. 
En Rusia, con Pedro I y sus reformas en la iglesia y el estado

Derrota de Prusia
1813 La derrota en Rusia de Nápoles
Prusia se subleva también; Federico Guillermo II se une a Rusia y declara la guerra a Francia. 
Metternich no deseaba la hegemonía de Rusia en Europa central. Se necesitaba mantener la coalición hasta la muerte del emperador francés, quedando aliados con Prusia. Talleyrand deseaba ver a Francia  reconocida como una gran potencia y lo logró.
 Se restableció la paz, sin permitir que Rusia se expandiera, ni el arrogante nacionalismo de los prusianos.
 El río Escalda en Flandes  no debía caer en manos de los franceses.
No al Sacro imperio romano germano, pero tampoco se estableció la unión alemana que ansiaba Prusia. Fue una confederación formada por treinta y ocho estados soberanos, cuyas cuestiones se tratarían en una Dieta en Frankfurt, con Austria presente.
 Luego de la abdicación de Napoleón,  Francia aceptó la unión de Bélgica y Holanda.

En 1930 Bélgica se independiza.




Bibliografía. Historia Universal de Carl Grimberg, Edit.  Norstedts Förlag.

Sociedad Comercial y Editorial Santiago Ltda, para la edición en española.  Mayo 10 de 1995.  

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