Isabel de Castilla era media hermana del rey Enrique. Su padre Juan se casó, tuvo un hijo y la mujer murió. Se casó con la madre de Isabel y de Alfonso que murió cuando Isabel tenía 3 años. En la adolescencia Enrique exigió que vinieran sus medio hermanos a vivir a la Corte.
El rey estaba casado con la hermana del rey de Portugal en segundas nupcias. Como Enrique no tuvo hijos con la primera mujer, a quien luego de siete años repudió y tampoco tenía hijos con la segunda, pasó a la historia con el apodo del Impotente.
Cuando la reina tuvo una hija la llamaron la Beltraneja, pues decían que era hija del favorito del rey, Beltrán.
Envenenan al joven Alfonso, el hermano de Isabel, para dejarle el trono a su única hija, Juan Juana la Beltraneja. Enrique IV quiso casar a su media hermana Isabel con un noble español, que murió; luego con el hermano del rey de Francia, anciano achacoso y con serios problemas físicos, además de tullido, pero Isabel huyó y se casó en secreto con Fernando, hijo del rey de Aragón. Consumada la unión, Enrique IV llegó a un acuerdo con su media hermana. Él reinaría hasta su muerte e Isabel sería su heredera. No le fue nada fácil a Isabel, hasta que el Pontífice tomó parte y Juana finalmente fue encerrada en un convento de por vida. Isabel y Fernando se convirtieron en los Reyes Católicos, nombrados de este modo por el Papa con el fin de defender la fe católica en el Norte de Europa, donde su mayoría era protestante. Con sus herederos, los reyes no tuvieron tanta suerte. Juan, el hijo varón, era tartamudo y le colgaba el labio: llevaba en sus genes el karma de su abuela materna. El heredero era el último sucesor de la dinastía española, pues Carlos nació y se educó en Flandes.
L Ju
Juan murió a los diez y
nueve años; Margarita de Austria, hija del Emperador Maximiliano y
hermana de Felipe el Hermoso, estuvo casada con el heredero español y tuvo un parto prematuro, luego de quedar viuda.
Partió hacia Flandes; se casó por segunda vez y -después de unos años de felicidad- su marido murió. Su padre, Maximiliano le otorgó el título de gobernadora de los Países Bajos, además de confiarle la educación del futuro emperador, Carlos y de tres de sus hermanas.
(En Francia reinaba Luis XII).
Los dos grandes logros de los reyes de Castilla y Aragón fueron la conquista de Granada y la conquista de América por Colón, en 1492. Europa puso su mirada en España y sus conquistas, convirtiéndose en una gran potencia. Su grave error fue la Inquisición, sugerida por el sacerdote Torquemada, confesor de la reina, que terminó en feroces matanzas de inocentes.
Juana se casó a los diez y siete años con Felipe el Hermoso, duque de Borgoña; tenía diez y ocho años, era bello, excelente bailarín, seductor, deportista, amante de la caza, de las mujeres, de la bebida y de los juegos de cartas. Su padre, Maximiliano de Austria, se había casado con María de Borgoña, -única hija de Carlos el Temerario, que le dejó en herencia los Países Bajos y Borgoña-. María murió en un accidente mientras andaba a caballo; se llevó una rama por delante. Maximiliano quedó viudo, con dos hijos y muy triste. Felipe el Hermoso y Margarita de Austria
Juana y Felipe quedaron tan flechados al conocerse que no pudieron esperar cuarenta y ocho horas y acudieron a un cura para que los casara para poder tener relaciones esa misma tarde. La química fue enorme; todos los libros coinciden en este aspecto.
Felipe y Juana, duques de Borgoña vivían entre Gante, Bruselas, Lovaina, Brabante, Ostende y Borgoña: era una de las cortes más ricas y lujosas. Flandes dominaba el comercio por tierra y por mar. Castilla, en comparación era austera, sencilla y humilde.
Juana adoraba a su marido y lo celaba de continuo; siendo un joven gallardo lograba conquistar a las damas de la corte fácilmente.
Felipe y Juana tuvieron seis hijos -dos varones y cuatro
niñas-.
Unos hablaban francés y flamenco y otros, castellano. Cuatro vivían en
Flandes; los otros dos crecieron en España y hablaban castellano. Sólo se
vieron muchos años después.
La relación con su marido era excelente en el lecho nupcial, pues era el único momento en donde era dócil y sumisa: la química era excepcional; veía al varón, no al hombre.
La condición psíquica de Juana empeoraba por los celos frente a su marido
casquivano. Se pasaba días sin hablar, sin moverse ni comer. En sus ataques de
furia y desesperación todos huían de su cercanía pues podía herir a
quien se aproximaba. Echó a las damas de
su corte, salvo una vieja anciana y fea, por temor a las conquistas de su marido.
La condición psíquica de Juana empeoraba frente a su marido casquivano. Su marido no podía con sus rabietas, gritos, y su constante
negativas de firmar papeles para vengarse, porque le era infiel. Juana
vivía embarazada y en ese tiempo no se tocaba a una mujer por miedo a que
sufriera un aborto. Juana en un acceso de celos le marcó la cara a
una joven mora con un par de tijeras y le cortó el pelo, además de los rasguños
y heridas.
Juana se lavaba el pelo varias veces por día, signo preocupante.
Felipe quería quitarle las cautivas moras que estaban en su corte,
diciendo que le enseñaban malos hábitos.
Juana viajó a España junto a su marido. Acababa de dar a luz una niña y
viajaron porque -al ser la heredera- debía
recibir la obediencia de sus súbditos. Pero su marido se aburría en esa corte
tan austera, se llevaba mal con los españoles, no hablaba su lengua y le
encantaba beber y el lujo; dio como excusa que lo necesitaban en
Flandes; partió con la excusa de asuntos urgentes. Sin embargo, se quedó varios meses
en una ciudad de Austria, donde se divertía en su ambiente natal.
Juana, de nuevo encinta, se quedó en España, pues su madre Isabel de
Castilla estaba segura que el viaje sería muy largo y peligroso para una mujer
embarazada. Aquí nació su segundo hijo varón, Fernando, que vivió con sus
abuelos maternos, los reyes católicos, desde ese momento.
Cuando Felipe le envió una carta, donde la invitaba a
regresar junto a él, Juana de inmediato deseó marcharse. Como su madre se
encontraba afuera y no la dejaron partir, se quedó dos noches en plena tormenta,
lluvia y un frío helado, amarrada a la reja, que le impedía ir en busca de su
marido. Llegó su madre que, con caricias y palabras tiernas, la pudo
convencer de entrar al castillo: dos días habían pasado.
Juana era la tercera en línea de sucesión. Al morir Juan, el único
varón, y su hermana mayor, Isabel, Juana pasaba a ser la heredera de
España, América, Flandes, Austria y parte de Alemania. María, otra hija de los
reyes de España, se casó con Manuel de Portugal, el marido de su hermana
Isabel, muerta muy joven de parto. María tuvo varios hijos,
entre ellos una hija bellísima, Isabel de Portugal, que se casaría con Carlos
V: Carlos e Isabel eran primos hermanos del lado paterno como del lado materno.
Años más tarde es elegido emperador del Sacro Imperio Romano, título que
deseaban también Francisco I, en Francia, y Enrique VIII, en Inglaterra,
mayores que este jovenzuelo sin experiencia, que hablaba francés, y muy
mal castellano.
Carlos V de Alemania y I de España, a sus escasos diez y seis años toma el poder como rey de España y comienza la lucha por ser nombrado emperador, lo cual consigue a sus 25/26 años. Carlos V vivió de guerra en guerra protegiendo sus tierras heredadas. Gastó la mayor par e las riquezas que llegaban de América en este empresa. Cansado y decepcionado, en 1555 abdicó a favor de su hijo, Felipe II, que entre guerras en diferentes lugares y al mismo tiempo hizo que España declinara paulatinamente con el mal manejo de su hijo Felipe III y su nieto, Felipe IV.
La Alemania medieval tenía un sentimiento nacional,
basado en su gran pasado. Maximiliano I era el último príncipe de la
dinastía de los Habsburgo y también el último caballero dotado de una personalidad
atrayente. Reunía en su corte a escritores, sabios, artistas y músicos. Como
buen caballero, voló en ayuda de su novia, María de Borgoña, hija del duque
Carlos el Temerario; el duque de Borgoña le pidió que lo socorriera
contra el rey Luis XI de Francia. Vestido de oro y plata, con una
diadema de perlas, hizo su entrada en la ciudad flamenca de Gante. Nunca se vio
un príncipe tan agraciado. El casamiento fue celebrado. Su larga vida estuvo
plagada de aventuras, aunque nada comparado al encuentro con la corte de
Borgoña; allí encontró la elegancia y el espíritu caballeresco. Era
feliz, adoraba a su mujer y no la dejaba nunca. Iban juntos a cazar,
organizaban torneos, daban fiestas magníficas. Él le enseñaba alemán; como ella hablaba flamenco no tuvo dificultades y ella le enseñaba francés.
El idilio duró pocos años; en una cacería, María se cayó
del caballo y murió unos días más tarde. A Maximiliano le costó muchísimo
recuperarse; fue una pérdida tremenda. Nunca olvidó esos años de juventud.
Su gran deseo era ser proclamado emperador del
Sacro Imperio Romano y lo logró. Fue un hombre moderno, un político preocupado
por agrandar su país, aunque sin el dinero necesario. Contribuyó al despertar
renacentista, ensamblado con el fin de La Edad Media.
Maximiliano y María de Borgoña fueron los
padres de Felipe el Hermoso, quien se casó con Juana la Loca, padres a su
vez de Carlos V. Juan, el hijo mayor y el nieto de pocos meses de los Reyes Católicos habían
muerto; la hija mayor también, por lo cual el trono de España lo heredaba
Juana; Felipe murió y Juana lo lloró desconsoladamente, viajando junto al
féretro de su amadísimo marido. Por su problema psíquico y porque no le daba el poder a su padre de reinar hasta su muerte, fue encerrada en Tordesillas y
Carlos V pasó a ser rey de España, emperador de Alemania a los diez y
seis años y emperador de Austria, al morir Maximiliano, además de sus posesiones en Los Países Bajos y en América, Nápoles, Sicilia más las colonias de América.
Primera mitad del S XVI
Maximiliano de Austria muere. Los príncipes electores debían
reunirse en Frankfurt para elegir al nuevo emperador. Maximiliano aumentó el
poder de los Habsburgo y no escatimó esfuerzo para que la corona imperial
quedara en su familia.
Al morir su hijo, Felipe el Hermoso, su nieto Carlos V lo heredó; nació en Gante y fue criado por su tía, Margarita de Austria. Maximiliano había cedido a esta hija al delfín de Francia, pero diez años más tarde regresa virgen, repudiada y humillada. El heredero francés la abandonó por otra duquesa de mayor dote. La casa de Austria negoció una nueva boda de Margarita con Juan de Castilla, heredero de los Reyes Católicos. Fue un matrimonio feliz, pero a los veinte años quedó viuda con una gran fortuna. Por tercera vez la cede su padre al duque de Saboya y éste también muere de una pulmonía pocos años después.
A esta mujer - joven y bella- su padre le confió el
gobierno de los Países Bajos; fue enérgica como gobernante y al mismo tiempo se
consagró a la educación de su sobrino, el futuro emperador de España y de sus
hermanas. Carlos hablaba en francés con su tía; fue un pupilo
no sobresaliente, aunque con ideas firmes; no cambiaba de opinión, si
creía tener razón.
Cuando tenía seis años, muere su padre y a la
muerte de su abuelo materno, Fernando de Aragón, su madre Juana debía
heredar el trono; al estar mentalmente enferma, la corona pasa a su hijo,
en el año 1516. Heredó un inmenso imperio: Los Países Bajos y Austria, de su
abuelo paterno; Castilla, Aragón, Nápoles y Sicilia, más las
colonias en América.
Los nobles lo recibieron con desconfianza: no hablaba
español, lo cual los humillaba. Se opusieron a los tributos exigentes del
monarca y el mayor descontento fue cuando fue nombrado emperador en Fráncfort,
porque temían que no se ocupaba de los intereses de España. Con
gran amargura los españoles lo vieron partir en 1520 hacia Alemania y recibir la corona
imperial, tan deseada por Francisco I y Enrique VIII.
En el viaje se encontró con el rey de Inglaterra
para examinar la situación europea. Carlos y Enrique firmaron un pacto
de ayuda, si Francia los atacaba. Partió hacia los Países Bajos,
mientras Enrique VIII se encontraría en Francia con el rey.
De Flandes partió a Alemania para ser coronado como
príncipe electo,
Carlos V y Felipe II tenían momentos de gran acción y momentos de abulia. Carlos tenía siempre la boca abierta y un mentón hacia afuera; era tesonero y testarudo; habían heredados ciertos rasgos psicológicos de la enfermedad de Juana, que los heredó de su abuela materna. Pero el peor fue don Carlos, hijo mayor de Felipe II, que fue encerrado, pues tramaba asesinar a su padre: murió a los cinco meses de estar en prisión.
El padre de Fernando vivía y reinaba en Aragón. Le cedió a su hijo el titulo de rey de Sicilia y príncipe de Aragón. Había perdido varias posiciones, entre ellas Nápoles y Fernando luchó durante años por conquistarlas contra el rey de Francia.
Isabel y Fernando conquistaron la Alhambra y luego Granada, último bastión de los infieles. El dinero de los judíos los ayudó a armarse pero cometieron la peor de las injusticias. Luego de haberles pedido el dinero, los católicos persiguieron a los herejes, los cuales seguían profesando su religión a escondidas, los echaron de su reino, sin poder llevar ni dinero, ni plata ni oro ni joyas. Fueron quienes socorrieron a los reyes para la conquista de Granada y de la Alhambra. Fue un acto cruel e injusto.
Al poco tiempo de la conquista, comenzó La Inquisición con Torquemada. Una época triste para España, que no debió existir jamás, con torturas para extraer confesiones a los judíos convictos al principio, a los moros después y finalmente exilarlos, pero sin poder llevarse el dinero ni joyas. En el camino los asaltaban y les quitaba sus pertenencias y violaban a las mujeres.
Colón se asomaba con su descubrimiento a América, sus frutas exóticas e indígenas atados con grillos.
España aumentó sus riquezas de modo considerable, pero los dramas de la familia se sucedieron en pocos años. Murió Juan, el heredero, dejando a su mujer preñada, Margarita, hermana de Felipe el Hermoso; Margarita tiene un aborto natural, causado por pena de quedarse viuda. Al poco tiempo Juan de Portugal e Isabel, -hija de los reyes Católicos- tienen un hijo, pero ella muere en el parto; el heredero de Castilla y de Portugal muere a los pocos meses e Isabel de derrumbó, sin reponerse de los golpes del destino. Se entera de que su hija Juana de Borgoña, casada con Felipe el Hermoso tiene problemas mentales aumentados por los celos que le provocaba su marido con otras damiselas. Su hija María se casa con el viudo de su hermana Isabel para conservar Portugal. Era el rey Manuel.
Isabel no pudo soportar tanta amargura por la muerte de sus hijos y la heredera Juana, debilitada mentalmente, heredera del reino que con tanto esfuerzo forjado. Murió en Medina del Campo, en la década de sus cincuenta años.
Fernando sigue peleando. Busca guerras lejos de su patria y peleas con Francia, que era un ejército invencible.
Juana es encerrada en un propiedad, abandonada y en mal estado, por orden de su padre, el cual quería gobernar hasta que Carlos tuviera la edad suficiente; ella se negó a firmar el acuerdo. Su padre, furioso, la encierra luego de la muerte de su marido en Tordesillas, húmeda y gélida.
LA CONTRARREFORMA
Se encontraron para la primera Dieta. Carlos V conoció a
Lutero, un fraile, que osaba afirmar que los católicos estaban errados. Lutero
se mostró obstinado y el emperador juró nunca más escucharlo, adoptando la
decisión irrevocable de no aceptar sus puntos de vista. Al día siguiente, leyó
su declaración a los príncipes alemanes y se mostró consciente de sus
deberes, como jefe de los cristianos. Lutero fue tratado como un hereje; al
emperador jamás le interesó su doctrina. Católico acérrimo, arriesgó su vida y
los bienes del tesoro en defensa de la religión de sus antepasados.
El pontífice y los príncipes católicos aprobaron la Dieta, junto al
emperador, con los cambios de la reforma y la reorganización de la
Inquisición -el régimen de terror, impuesto en España por los Reyes
Católicos-.
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