jueves, 19 de septiembre de 2024

CARLOS Y SUS ORÍGENES

 

La Alemania medieval tenía un sentimiento nacional,  basado en su gran pasado. Maximiliano I era el último príncipe de la dinastía de los Habsburgo y también el último caballero dotado de una personalidad atrayente. Reunía en su corte a escritores, sabios, artistas y músicos. Como buen caballero, voló en ayuda de su novia, María de Borgoña, hija del duque Carlos el Temerario; el duque de Borgoña le pidió que lo socorriera  contra el rey  Luis XI de Francia. Vestido de oro y plata, con una diadema de perlas, hizo su entrada en Gate, ciudad flamenca. Nunca se vio un príncipe tan agraciado. El casamiento fue celebrado. Su larga vida estuvo plagada de aventuras, aunque nada comparado al encuentro con la corte de Borgoña; allí encontró la elegancia y el espíritu caballeresco. Era  feliz, adoraba a su mujer y no la dejaba nunca. Iban juntos a cazar, organizaban torneos, daban fiestas magníficas. Él le enseñaba alemán y ella, el francés.

El idilio duró pocos años; en una cacería, María se cayó del caballo y murió unos días más tarde. A Maximiliano le costó muchísimo recuperarse; fue una pérdida tremenda. Nunca olvidó esos años de juventud.  

Su gran  deseo era ser proclamado emperador del Sacro Imperio Romano y lo logró. Fue un hombre moderno, un político preocupado por agrandar su país, aunque sin el dinero necesario. Contribuyó al despertar renacentista, ensamblado con el fin de La Edad Media.

Maximiliano y María de Borgoña  fueron los  padres de Felipe el Hermoso, quien se casó con Juana la Loca, padre a su vez de Carlos V.  El hijo mayor y el nieto de los Reyes Católicos habían muerto; la hija mayor también, por lo cual el trono de España lo heredaba Juana; Felipe murió  y Juana lo lloró desconsoladamente, viajando junto al féretro de su amadísimo marido. Por su problema psíquico, fue encerrada y  Carlos V pasó a ser rey de España y emperador de Alemania a los diez y seis años.

 

Primera mitad del  S XVI

 

Maximiliano de Austria muere. Los príncipes electores debían reunirse en Frankfurt para elegir un reemplazante como nuevo emperador. Maximiliano aumentó el poder de los Habsburgo y no escatimó esfuerzo para que la corona imperial quedara en su familia.

 Al morir su hijo, Felipe el Hermoso, su nieto Carlos V lo heredó.

Nació en Gante y fue criado por su tía, Margarita de Austria. Maximiliano había cedido a esta hija  al delfín de Francia, pero diez años más tarde regresa virgen, repudiada y humillada. El heredero francés la abandonó por otra duquesa de mayor dote. La casa de Austria negoció una nueva boda de Margarita con Juan de Castilla, heredero  de los Reyes Católicos. Fue un matrimonio feliz, pero a los veinte años quedó viuda con una gran fortuna.  Por tercera vez la cede su padre al duque de Saboya y éste también muere  de una pulmonía.

 A esta mujer - joven y bella- su padre le confió el gobierno de los Países Bajos; fue enérgica como gobernante y al mismo tiempo se consagró a la educación de su sobrino, el futuro emperador de España. Carlos hablaba en francés con su tía;  fue un  pupilo no sobresaliente, aunque  con ideas firmes; no cambiaba de opinión, si creía tener razón.

Cuando tenía  seis años, muere su padre y a la muerte de su abuelo materno,  Fernando de Aragón, su madre Juana debía heredar el trono;  al quedar desequilibrada con la muerte de su marido, la corona pasa a su hijo, en el año 1515. Hereda un inmenso imperio: Los Países Bajos y Austria de su abuelo paterno;  Castilla, Aragón, Nápoles y  Sicilia, más las  colonias en América de su abuelo materno.

Los nobles lo recibieron con desconfianza: no hablaba español, lo cual los hería. Se opusieron a los tributos exigentes del monarca y el mayor descontento fue cuando fue nombrado emperador en Fráncfort,  porque temían que no se ocupara de los intereses de España. Con gran  amargura lo vieron partir en 1520 hacia Alemania y recibir la corona imperial, tan deseada por Francisco  I  y Enrique VIII.

En el viaje se encontró con el rey de Inglaterra  para examinar la situación europea. Carlos y Enrique firmaron un pacto de  ayuda, si Francia los atacaba.  Partió hacia los Países Bajos, mientras Enrique VIII se disponía a encontrarse en Francia con el rey.

De Flandes partió a Alemania para ser coronado como príncipe electo a sus escasos  diez y nueve años.

 

LA CONTRARREFORMA

 

Se encontraron para la primera Dieta. Carlos V conoció a Lutero, un fraile, que osaba afirmar que los católicos estaban errados. Lutero se mostró obstinado y el emperador juró nunca más escucharlo, adoptando la decisión irrevocable de no aceptar sus puntos de vista. Al día siguiente, leyó su declaración a los príncipes alemanes y se mostró  consciente de sus deberes, como jefe de los cristianos. Lutero fue tratado como un hereje; al emperador jamás le interesó su doctrina. Católico acérrimo, arriesgó su vida y los bienes del tesoro  en defensa de la religión  de sus antepasados. El pontífice y los príncipes católicos aprobaron  la Dieta junto al emperador, con los cambios de la reforma y la reorganización de la Inquisición -el régimen de terror, impuesto en España por los Reyes Católicos-.

 

Mitad del S XVI   El Concilio de Trento 

 

Carlos V deseaba la paz entre católicos y protestantes.  En 1545 Carlos V abrió la ruta entre el catolicismo y los protestantes;  Roma rechazó la propuesta. Imponía el Catolicismo como única religión. El Concilio dejaba al Pontífice el derecho de representar a toda la Iglesia.

Pero aceptó que fuera en el  Tirol, región que pertenecía al  Sacro Imperio Romano. El deseo era mejorar la corrupción y establecer la unidad. Toda la primera parte se basó en Santo Tomás de Aquino, bajo la estricta ortodoxia.  Los protestantes pretendían que la Biblia fuera la única guía. El concilio adujo  que la Biblia y los padres de iglesia, eran las normas de la fe cristiana: sólo podían salvarse bajo la iglesia romana. El espíritu conservador de Pablo III aniquiló todo intento de reconciliación entre católicos y protestantes.

 Entonces Carlos V enfiló con su tropa para finalizar con el protestantismo en Alemania, como lo dictaba  el Papa. Dos años más tarde murieron varios miembros de ese concilio: se habló de una epidemia. Los prelados del pontífice se fueron a Bolonia. Fue el fin de la primera etapa.

En la  segunda, un sismo amenazaba a la iglesia romana. La misma idea seguía firme.

El Catolicismo como única fe.

En la tercera etapa Julio III no logró cambios y la situación se puso tensa.

 

Pío IV votó contra los herejes.  Gracias a la Reforma católica de la iglesia romana, se extirpó el influjo herético en Polonia y en el Sur de Alemania. Pero la unidad Renacentista se convirtió en un recuerdo.

 

El Milanesado


Estalló una guerra entre Francia y España. Francisco I fue derrotado y enviado prisionero a España. Se inició la paz. Carlos pidió el ducado de Borgoña, que estaba en manos de los franceses desde  que Luis XI lo había  conquistado.  Se le concedió la libertad, si dejaba a sus dos hijos varones como rehenes, hasta pagar el exuberante rescate.

 El Papa aceptó que el rey de Francia rompiera la promesa  al haber sido obligado.

El Pontífice junto a Francia, Venecia y Florencia firmaron una Liga contra el emperador. Entonces estalló IL Saco di Roma; durante nueve días y noches los españoles saquearon y destruyeron todo lo que encontraban a su paso. El Papa se refugió en su palacio de verano y tuvo que pagar un rescate fabuloso, incluso donar  su tiara de oro. La paz se logró entre Francia y España, gracias a la madre de Francisco y Margarita, la tía de Carlos V   que seguía gobernando los Países Bajos,

Al emprender el viaje, dejó como regente de Castilla a Adriano, que luego sería  pontífice. La situación política era difícil. Se levantaron Toledo y Segovia.

En 1525 hubo un dictamen, donde los moriscos fueron declarados cristianos por obligación. Un núcleo  lo desafió, pero se sofocó el intento y los cabecillas fueron condenados a muerte. Los moriscos que se salvaron se fueron al norte de África y los que se quedaron debieron convertirse a viva fuerza.

Diez años más tarde, Carlos V  emprendió  una campaña contra los piratas berberiscos que estaban bajo las órdenes  de Barbarroja.  Tomó posesión de Argelia y Túnez y destronó al rey. Temiendo el peligro de una invasión  fue a Túnez por mar, se apoderó del puerto, convertido en una fortaleza, y venció a los sarracenos. Repuso en el trono al rey, -a condición de reconocer su hegemonía- y liberó a   mil cautivos.

El imperio mostraba una prosperidad económica no real. Subían los precios pero, aunque los tesoros de los aztecas, el oro y la plata de Méjico,  Nueva Granada y Perú aumentaban  se gastaba en las  guerras contra los protestantes en Flandes, las luchas para poder frenar a los somalíes y los berberiscos, en las costas del Mediterráneo, lo cual implicaba muchísimo gastos.  

La década de 1550- 60 (el emperador abdicó en 1555) fue  la mayor en entrada de oro  de Las Indias, superando los dos millones y medio a fin de ese siglo.

Carlos V llevaba en las venas  el sentido heroico de Borgoña y el liberalismo de Erasmo, incomprensible en España. Le interesaba la sumisión de toda la cristiandad a la corona imperial. Tenía conciencia de su misión.

Carlos V abdicó en 1555 a favor de Felipe  y se refugia  en un convento en Yuste, aunque  conservando su independencia, incluso una huerta y jardín propio.

Francisco I y Carlos V tuvieron cuatro enfrentamientos por conquistar Génova y Milán y  sus hijos, Enrique II y Felipe II  heredaron esta guerra comenzada por sus padres.

- Felipe II

-La guerra de Flandes y los Países Bajos continúa.

-Don Juan de Austria

-Independencia de Holanda.

 

Ignacio de Loyola, Jesuita

 

Fue  un militar que peleó en Navarra defendiendo las tropas francesas. Era vasco y obstinado.  Quedó malherido de una pierna y mientras se recuperaba, en el castillo de su padre comenzó a leer la Vida de Cristo y se apasionó. Con su carrera frustrada, ya que tuvo que usar un bastón,  soñaba con ser con fundar una Orden como caballero de Cristo. Siguió una etapa de acceso rígido, impuesto por él para ejercer la voluntad y con el fin de dominar sus emociones.

A Lutero le costó siete años alcanzar la paz del alma y  cuatro más  darle forma definitiva a las nuevas concepciones religiosas. Unos meses fueron suficientes en la lucha espiritual de San Ignacio para alcanzar el mismo punto. Tomó la resolución  de someterse sin condiciones al Papa; desde que fue general hasta su muerte no abandonó  Roma aconsejándolo.

 Le dio mayor importancia a la cultura.  Estudió latín, partió de España a la universidad de París. Calvino estudiaba en es ciudad al mismo tiempo que Loyola; le interesaba la teología y el humanismo. La Orden- formado por unos pocos- abandonó París por una localidad en los alrededores. Pronunciaron los tres votos  de pobreza, castidad y obediencia y juraron ir a Jerusalén para cuidar a los musulmanes convertidos, pero la guerra en Varsovia contra los turcos se lo impidió. 

 La iglesia desconfió de ellos y la Inquisición lo tuvo preso algunos meses hasta que  Pablo III le dio permiso para continuar con la nueva Orden de Jesús, con la misión que se habían impuesto  de profundizar la vida espiritual, extender la fe católica romana y extirpar a los herejes; era una  saga militante que combatían al servicio de Cristo; la tarea era luchar por la gloria divina.  Debían convertir  a los paganos y mostrarles el camino a los heréticos, viajando por diferentes países para servir a Dios.

La Orden podía revocarlos y el mismo miedo a ser un miembro destituido minaba los problemas de revueltas internas. Eran  elegidos cuidadosamente y  no podían  entrar 

sólo por vocación.

Pusieron toda su energía en las misiones en Las Indias, durante cinco años. Son conocidas  las ruinas de las misiones jesuíticas y sus huellas  en Paraguay y Bolivia, Perú y Brasil. Ganaron la confianza de los indios que  les gustaba el culto y los himnos; formaron coros y una orquesta dirigida por ellos; sus hijos era educados en escuelas; la tierra era fértil y el clima subtropical;  el maíz  daba cuatro cosechas por año y las naranjas crecían en grandes cantidades. Gracias a los jesuitas Paraguay ascendió económicamente. Representaban obras de teatro religiosas; el teatro tenía un fin; era de utilidad para la propaganda de la Orden;  introdujeron el baile indígena  y aceptaron su orquesta local, aprendiendo  oficios los hombres y las mujeres.

Un amigo de Ignacio  partió hacia el Este  y luego a Japón con tres jóvenes nipones. El budismo era la principal religión allí; se convirtieron, pero los Jesuitas se volvieron exigentes y violentos y los echaron, considerando a los cristianos desde ese momento con desconfianza. Millares de nipones murieron por no abdicar a su fe. Sólo en el último tercio del S.XIX pudieron los cristianos regresar  a Japón.

A  fin del S XVI, partió una misión francesa hacia Canadá y se fueron expandiendo por el mundo  entre España, Portugal Francia, Polonia, Alemania, Austria y Los Países Bajos.                                                                       

Mitad del S XVI

-La época de la Reforma en ciencias y artes.

-Copérnico.

-Kepler.

-Galileo Galilei

-Siglo de Oro . Lope de Vega, Calderón, Cervantes.    

 -Ariosto y Orlando el furioso en  Italia

-Evolución paralela de la arquitectura y la escultura.

.

En los Países Bajos el óleo y los colores primarios predominaban además de  las veladuras, los pisos como mosaicos para mostrar la perspectiva y los cristales transparentes más las joyas representadas realísticamente  y los magníficos jarros de peltre.

Zurbarán y los monjes con mantos blancos; el realismo, el tenebrismo en el Greco, el realismo en Ribera. A Velázquez  no le interesa el arte clásico. Es el pintor de la Corte. Baltazar hijo, bellísimo retrato del niño con su petiso blanco, (hermano de María Teresa de Austria, casada con el rey Sol). Retrato de Felipe IV, la infanta Margarita, media hermana de María Teresa; tiene 5 años y está vestida de rosa. El pintor muere cinco años después de pintar Las meninas. En el espejo del cuadro se ven reflejados   el rey Felipe IV y la reina María Ana. La infanta Margarita tiene tres años, está vestida de rosa con un moño grande en el pelo rubio. Una dama de la corte se inclina para tenderle  agua  y otra le hace una reverencia a la niña. Vemos un gran cuadro donde el pintor tiene el pincel en la mano. Un joven idiota, un enano detrás y un perro gigante conforman el cuadro. Es la teología de la pintura. Velázquez  no traiciona sus emociones.

En otro cuadro pinta a la infanta Margarita, de blanco plateado, adornada como una Castellana de Toledo. Pinta españoles de rango. Un cuadró célebre por su historia, La rendición de Breda en 1625, cuando el hijo de Guillermo de Orange, rendidos los Países Bajos, le entrega las llaves al vencedor  español.

Murillo con las vírgenes de cara bonitas.  Tuvo acceso a la colección real y pasó años estudiando pintura en Madrid, aunque regresó a su Sevilla natal hasta el día de su muerte.

Rubens llega a España, con una misión diplomática de  Isabel de Austria, que seguía gobernando  los Países Bajos. El pintor se quedó nueve meses y compartieron un taller junto a Velázquez. Los últimos diez años Velázquez pintó de una manera sintética.

 Rubens descubre una técnica nueva en un viaje a Italia.

Cristina Bosch blogspot.com.ar

L
a rivalidad contra los Habsburgo

 

España -a mitad del S XVI- aceptó la derrota del Tratado de los Pirineos. Europa en ese entonces estaba formada por cinco o seis Estados grandes y varios pequeños.

La lucha que perturbó a Europa durante un siglo fueron las fricciones entre los estados italianos, la rivalidad entre la corona inglesa y la francesa y las guerras de los caballeros teutones contra lituanos  y polacos. Estas luchas  regionales dieron lugar a otras más duraderas.

Una fue La Reforma: a principio del siglo, Martín Lutero critica y con razón las indulgencias papales otorgadas por el Vaticano para obtener dinero.

A la Reforma le siguió la Contrarreforma católica con Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano,  que dividió el norte del sur. El cristianismo se fracturó y las guerras fueron cruentas.

En la primera Dieta Carlos V se dignó dejar hablar a Lutero.

En la segunda, los Habsburgo eran dueños de  territorios desde Gibraltar hasta Hungría y de Sicilia a Ámsterdam – nunca visto desde el imperio carolingio, siete siglos antes-.

Los Habsburgo de Austria pudieron mantener el título de emperador del Sacro Imperio Romano; su poder disminuyó desde los tiempos de La Edad Medieval pero los reyes y príncipes deseaban profundamente ese declive por inmiscuirse en los asuntos alemanes y europeos.      

La dinastía aumentó su herencia por los matrimonios concertados. Maximiliano I de Austria se casó con María de Borgoña y obtuvo con este enlace los títulos de Borgoña y de los Países Bajos. Otra boda le cedió  territorios en Hungría y Bohemia. Hungría no pertenecía al Imperio pero le dio a la familia poder sobre las tierras de Europa Central.  

Sin duda el casamiento del hijo de Maximiliano, Felipe el Hermoso, con Juana, tercera hija de los Reyes Católicos dejarían -al morir sus dos hermanos mayores y el hijo del heredero de pocos meses,  como legítima heredera de Castilla, Aragón, Nápoles y Sicilia. Felipe el Hermoso murió  muy joven. Juana enfermó mentalmente y quedará el hijo mayor del matrimonio, Carlos V de Alemania y I de España, como legítimo heredero de España y sus conquistas, al morir Fernando de Aragón (Isabel de Castilla había muerto antes)

Nacido en Gante- Flandes; fue duque de Borgoña a los cinco años y a los 16, rey de España, sucediendo a sus abuelos los Reyes Católicos; fue coronado emperador diez  años más tarde,  al morir  el emperador Maximiliano de Austria, su abuelo paterno,  heredando así otro Habsburgo el título tan codiciado.

En 1526 muere Luis de Hungría sin dejar descendencia y Carlos reclama la corona de Hungría y de Bohemia a la cual tenía derechos. La  heterogeneidad del imperio español nunca será uniforme por tener diferentes idiomas, diferentes religiones y costumbres, además de la distancia que separaban sus tierras.

Carlos V le cede a su hermano Fernando I Austria, Hungría y Bohemia. A  Felipe II, le quedaría España, Nápoles y Sicilia, Cerdeña  el norte Flandes y las conquistas de América.

Todo este poder causaba enorme envidia al rey de Francia, Francisco I, que por línea indirecta llegó al trono.  El valón deseaba expandirse por Italia y quería Borgoña que le pertenecía al emperador por herencia,  situada en el norte de Francia.  Francisco I se sentía   resentido  por no haber sido nombrado emperador, título que también anhelaba Enrique VIII de Inglaterra y varios príncipes electores de Sajonia, Hesse, Baviera, Bohemia y Prusia.

El Papa temía el poder  del español, aunque lo necesitaba para combatir contra los turcos y los luteranos protestantes en Alemania.

Carlos y  su hijo  Felipe II defendieron el catolicismo a ultranza, a veces hasta el  absurdo. Las fricciones religiosas estaban muy lejos del tema principal religioso que  asolaba a los Países Bajos, Italia y lo estados teutones en Alemania. Carlos aplastó literalmente a los protestantes alemanas, seguidores de Lutero.

El emperador no tenía  un plan consciente -al estilo de Napoleón o de führer- de expansión territorial. Hubo una invasión francesa en   Milán, donde  fue provocado, por Francisco I, que terminó siendo prisionero del emperador, durante ocho meses y, hasta que pagara el total rescate y cediera  Borgoña, debió dejar sus dos hijos varones como rehenes durante dos años en España.

El Papa  le perdonó la promesa de entregarla Borgoña al emperador, por haber sido una promesa exigida bajo sometimiento.

Hubo cuatro luchas entre Francia y España por el “Milanesado”, conformado por Milán y Génova, ricas tierras fértiles, con una salida estratégica  al Mediterráneo, mientras en el norte luchaba por  recuperar Borgoña. Además hubo tres enfrentamientos contra los turcos, uno en Argelia, donde Carlos salió derrotado, y dos casi a las puertas de Viena, donde pudo rechazarlos gracias a unirse católicos y protestantes en la lucha contra los musulmanes otomanos. Deseaba a toda costa sacarlos del Mediterráneo.

La guerra De Flandes en el norte duró ochenta años, con intervalos: al imperio le llegaban riquezas enormes de América, pero se gastaban en mantener las tropas en los diferentes puntos; guerras que finalizaron con la Paz de Westfalia, en 1648, poniendo fin a la guerra de Treinta años. Carlos luchaba contra las ambiciones expansionistas del rey de Francia.

Pero de  todos sus enemigos, el más poderoso y temible eran  los turcos.  Desde la llanura húngara, en 1529 asediaron a Viena  y se volvió una amenaza naval contra Italia, mientras los corsarios a su vez, en el norte de África, amenazaban las costas españolas. A veces debía hacer frente a dos guerras diferentes, incluso a tres.

Francisco I se alió con los turcos, en una alianza para derribar al emperador. En 1542, los franceses  y los otomanos atacaron juntos en Niza. Francia  se alió con los piratas para abordar las naves llenas de oro y planta, repartiéndose los tesoros que  pertenecían al imperio español y desembarcaban en el puerto de Sevilla.

Alemania, desgarrada por la Reforma, donde la Liga de los príncipes protestantes apoyaba a Lutero, no pudo ocuparse de enfrentar otros problemas, 

Francisco murió; subió al trono su segundo hijo, Enrique II. (El delfín había muerto a los dos años de reinar; estaba casado con María Estuardo). Enrique II heredó la guerra con Italia y con los turcos. Finalmente la paz de Augsburgo -en 1555- puso fin por un tiempo a las guerras religiosas  en Alemania y cuatro años después terminó la guerra de los Treinta años entre Francia y España.

La abdicación voluntaria en 1555 de Carlos V, envejecido y con gota,  dejó su reino repartido.  Su hermano Fernando  tuvo paz en su reino, salvo un ataque de los turcos, diez años más tarde.

Felipe II no tuvo esa suerte. Los corsarios atacaron las costas de Portugal y Castilla. Los turcos reanudaron su lucha. En los Países Bajos hubo rebeliones por  aumentos de  impuestos y por  la intolerancia religiosa.  Hubo  una revuelta en Malta. En la batalla de Lepanto don Juan de Austria, un joven medio hermano del rey de España obtuvo una victoria total.  

Los Países Bajos  seguían en revueltas cuando llegó don Juan de Austria y luego el duque de Alba con órdenes estrictas del rey de terminar esas rebeliones en Holanda y Zelanda; pasó entonces a una rebelión donde los protestantes fueron perseguidos por el duque de Alba con ahínco, tal era la orden desde España: Felipe manejaba todo desde su escritorio.

El problema de los flamencos pasó a ser una batalla internacional. Inglaterra ayudaba a los Países Bajos, mandando dinero, naves y  los aceptaba en el exilio.

Francia se debilitaba en una guerra religiosa entre católicos y hugonotes, nombre que se les daba a los protestantes en Francia  que eran    apoyados  por Isabel I  y por los Países Bajos.

En el mar, los  holandeses e ingleses bloquearon el suministro  de España  a los Países Bajos.  En Francia, Enrique IV se convirtió al catolicismo (siendo el jefe de los hugonotes) y España aceptó entonces no intervenir.

La derrota de la Armada Invencible, 1588, diez antes de su muerte y otros intentos de luchas  que fracasaron, llevaron a España e Inglaterra a una paz negociada. Cinco años más tarde España, rendida, negociaba con holandeses. El imperio no pudo   dominar a los Países Bajos ni por tierra ni por mar. Guillermo de Nassau comandaba las tropas. Cinco años antes de su muerte, Felipe  firmó la Paz con Los Países Bajos.

Los Habsburgo  españoles y austríacos eran primos y  se apoyaban mutuamente.

 

Siglo XVII

 

En la primera mitad de este siglo, el rey Gustavo Adolfo de Suecia y su ejército entró en Alemania por el norte y avanzó hacia el sur, hacia Baviera.

El cardenal  Richelieu se decidió  intervenir y las tropas suecas y alemanes presionaron a los suecos. Los holandeses y franceses  tomaron en forma circular  a los Países Bajos,  obligando a los suecos a abandonar el norte.

 En 1648  se independiza Holanda. La paz de Westfalia trajo el fin de la guerra de los Treinta Años y un equilibrio religioso. Se limitó también el poder del Imperio Romano. Francia y España estaban otra vez  en guerra.

Con la Paz de los Pirineos llegó  el fin del dominio de los Habsburgo. Se reconoció la independencia de Portugal.

¿Por qué se debilitó esta dinastía? ¿Cuál fue su declive? La herencia recibida por Carlos V formaba las cuatro dinastías más importantes: Castilla, Aragón, Borgoña y Austria. Luego llegó Bohemia y Hungría y por un breve período Portugal. Una cuarta parte de la población europea vivía bajo su dominio.

La herencia de Castilla le dejaba impuestos por las ventas, impuestos por los cruzados, por el comercio en las dos zonas más ricas europeas, -Italia y los Países Bajos- que dejaban fortunas. De América llegaba a España una riqueza enorme en oro y plata; había también impuestos que se les imponía a las colonias, en períodos de urgencia y muchas veces pedían préstamos a los bancos italianos y flamencos que se cobraban cuando llegaban los barcos cargados de tesoros. Era una ventaja contar en Amberes e Italia con bancos prestamistas; eran préstamos para financiar guerras  muy costosas.  Los soldados de Flandes estaban compuesto pos seis naciones leales al catolicismo; exigían su paga regular; si no había descontento y revueltas. La infantería española era imponente. Era una ocupación que dejaba beneficios.

Para la conquista de Milán, el emperador movilizó 60.000 hombres de Lombardía. Asediado en diferentes regiones, reclutó otros

150. 000 en  Flandes, donde contaba con un ejército de 86.000 hombres. Costaba alimentarlos, armarlos, vestirlos, movilizarlos. Los pagos a las tropas  llegaban con atraso.

En el mar también había rivalidades. Al océano Índigo lo amenazaba los corsarios y la flota otomana. Se construían naves de guerra, cañones para alejar los piratas, galeras y galeones. Antes de Felipe II no hubo una armada.  El rey de España heredó la guerra contra Francia en Italia y la corona a fin de su reinado se  declaró en bancarrota. Cayeron también las familias de los banqueros. Francia estaba en la misma posición, por lo cual negociaron.  Pero Felipe  tuvo entonces  que enfrentarse con los turcos.

Los ingresos de Carlos V se triplicaron pero los de Felipe disminuyeron: se duplicaron, aunque los gastos militares eran cada vez mayores. La batalla de Lepanto costó 4 millones, compartida con   Venecia y el Vaticano.

Las minas en América dejaban ganancias de 2 millones al año. La Armada costó 10 millones y fue un desastre naval y financiero. Desde su derrota en el Canal de la Mancha,  Inglaterra pasó a ser dueña de los mares. Al morir Felipe dejaba una deuda de 100 millones de ducados más los % que eran 2/3 del capital prestado.

Se firmó la paz entre Francia e Inglaterra, pero el gasto continuó  enfrentamientos contra los holandeses hasta la tregua de 1609, que  precipitó a España en otra bancarrota.

A los años de paz les siguieron el pago de los intereses enormes a los banqueros. Siguió la depredación de los corsarios con un despliegue de fortificaciones defensivas en Filipinas, en el Caribe y la mantención de la flota en alta mar. España no pudo en tiempos de paz bajar los costos de armamento.

En 1626 Holanda capturó una flota de plata que los costó a España la pérdida de 10 millones de ducados. La guerra se detuvo en esa época. Sus tremendos costos dinamitaban los ingresos del tesoro que provenía de América.

Los Habsburgo tenían, por sus enormes extensiones, múltiples enemigos que deseaban debilitarlos en el norte, el sur y el oeste. Necesitaban una cantidad de recursos para conservar sus múltiples posesiones y  no fue posible seguir adelante. Se luchaba contra Francia, Inglaterra, Suecia y el imperio otomano. Fin de una lucha y comienzo con otro frente.  A la paz con Francia le siguió la guerra contra los turcos. A la tregua en el Mediterráneo, el conflicto en el Atlántico y a éste, la lucha con los flamencos en el noreste. En algunas etapas luchaban en tres frentes al mismo tiempo y sus enemigos ayudaban a los contrarios con armas, soldados y dinero.

¿Cómo hacer frente al problema, escapar de ese círculo vicioso? ¿Debería Carlos V haberle dado prioridad a ciertas guerras?

Fernando apoyó la Contrarreforma en Alemania del Norte. Le trajo más pérdidas que beneficios. Mantener un ejército donde era necesario controlar a los franceses y las ambiciones suecas, mientras los tucos se encontraban en Hungría, a 240 Km. de Viena. Al defender estos frentes, se debilitaba inexorablemente.

Al abdicar el emperador Carlos V, Felipe II en el trono se comprometió con el Imperio. Pero España tenía problemas internos y declinó poco a poco con su hijo Felipe III y su nieto Felipe IV. No lograron derrotar a los protestantes en Alemania, aunque consolidó su poder en Austria y Bohemia y reaparecieron  otra vez, por escaso tiempo, como una gran potencia.

En América, los ataques de los ingleses y holandeses llevaron a gastos  en fortificaciones y en flotas. Las ganancias seguían siendo considerables. No era  recomendable abandonar Italia. Francia hubiera ocupado ese poder y usado sus riquezas en detrimento de los Habsburgo. Era también un punto crucial para mantener a  distancia a los turcos. Los gastos se dividían con la Liga.

 Luchar en las costas de Flandes, durante ochenta  años, excedían  cualquier presupuesto. La guerra contra los Países Bajos fue la ruina de la monarquía. Desde 1566 a 1654  se envió 215 millones  de ducados a Flandes, mayor que el tesoro que llegaba de las Indias. Flandes era muy difícil de defender. La ruta al mar estaba a merced de Francia, Inglaterra y Holanda. ¿Valía la pena controlar esa zona tan cara al Imperio? Por qué soportar esa carga, se rebelaban en  la corte de Castilla. Si España se decidía a abandonarla, Flandes pasaría a Francia o a Holanda, enemigos de los Habsburgo. Perder Flandes era perder Alemania, el Franco Condado e incluso Italia. La derrota sería fatal para la monarquía española, aunque conservar las posiciones erosionaba al imperio. Esos gastos económicos terminaron con su poder.  Era un imperio que tenía sus privilegios  y diferencias. No hubo una administración central ni leyes ni justicia ni religión unificada. En Sicilia y Nápoles aceptaban pagar gastos para defenderse de los turcos pero no para financiar las luchas en los Países Bajos. Los portugueses aceptaban defender el noroeste pero no se entusiasmaban con las guerras alemanas. En Sicilia no deseaban pagar impuestos para el virrey español. Nápoles y Milán  habían ayudado a Carlos V a conquistar Milán en la guerra   contra los otomanos.

En La Guerra de Treinta Años,  los impuestos italianos ayudaron a pagar a Los Países Bajos el drenaje mayor económico. Dejaba un déficit  pagar los 60.000 hombres del ejército de Flandes. Un cuarto de los gastos del imperio eran destinados a la lucha para dominar a Flandes.

Aragón, Cataluña y Valencia tenía su sistema de impuestos.

Portugal estuvo en manos de España, desde 1580 a 1640, casi un siglo por los casamientos entre miembros de ambos países. Felipe reinó porque el rey murió sin herederos durante su última década.

 

La Contrarreforma y las otras guerras citadas debilitaron el comercio, la agricultura y los rebaños de ovejas. El imperio necesitaban imperiosamente granos; ciento cuarenta años de guerras perjudicaron el comercio. El gobierno de Felipe IV, bisnieto del emperador  vendía privilegios, monopolios, honores para recaudar fondos. Pedían grandes sumas de dinero en préstamos a los Bancos. Los bonos del gobierno otorgaban dinero  para pagar los intereses adeudados. Incluso el dinero que provenía de las Indias y de las Compañías particulares se enajenaban dándoles bonos a cambio. A veces se declaraban en bancarrota temporal.

Hubo en el S XVII plagas en los campos,   que perjudicaron los cereales. La plata que llegaba de América a Sevilla se dirigía directamente a los bancos deudores. El punto culminante fue la imposibilidad de mantener la economía: las medidas era equivocadas; dos ejemplos funestos  fueron la expulsión de los judíos y de los moros por los Reyes Católicos.

Los astilleros de Vizcaya construían buques de guerra sin tiempo para navíos pequeños, aptos para el comercio. Las guerras restringía el comercio. Los impuestos a la lana no la hacían competitiva en el exterior. Las aduanas internas de diferentes reinos dañaban el comercio y aumentaba los precios. Todo esto afectó seriamente a España.

La decadencia se hizo evidente en 1640 pero sus causas venían de décadas anteriores.