Hija de un crítico y biógrafo, figura predilecta de fines del siglo XIX,
personaje adorable, terrible y rebelde, creció en el ámbito libre y culto,
formado por artistas educados en Cambridge. Se expresaba de este modo: “Lo más
importante que podemos conocer son ciertos estados de la conciencia, que pueden
describirse aproximadamente como el placer de las relaciones humanas o las
satisfacciones que producen cosas bellas. Sólo a través de estas dos sendas
encontrará cada cual la justificación en la virtud, el último y razonable fin
de las actividades humanas y el único criterio del progreso social”.
Al casarse con Wolf fundan una editorial donde imprimen los libros más
selectos. Escribe dos novelas con la técnica tradicional, adoptando luego la
nueva técnica, que en un principio rechazó: El Monólogo Interior.
En sus últimas novelas, EL CUARTO DE JACOBO, LA SRA. DALLOWAY y AL FARO se
perfila el carácter autobiográfico. Ciertos críticos aseguran que toda su obra
es una gran novela con una sola protagonista, pese a los diferentes nombres que
serían simplemente máscaras de la misma autora. Sus novelas reflejan a ella
misma; decía: “puedo inventar situaciones, no temas”. Su contribución literaria
fue escribir una misma obra, una misma belleza, desmenuzando su personalidad en
dispersos fragmentos cristalinos que nos muestran su compleja personalidad en
dispersos fragmentos cristalinos que nos muestran su compleja personalidad. En
una pluralidad de momentos aislados amalgamados por su imaginación. Es la
técnica del puntillismo –una variedad del Impresionismo- como una ducha de
imágenes y sensaciones.
Sin embargo, terminará por sentir la opresión del enorme peso de lo inexpresado
y llegará a la impotencia de Mallarmé o al torturado ajedrez de Joyce. Su
último libro refleja dispersión y un ansia de unidad.
En 1937 retoma una técnica más realista, narrando la historia de una familia
que abarca tres generaciones. En LAS OLAS, alcanza el límite del lirismo en
prosa; es un poema sinfónico de seis personajes. En ENTRE ACTOS esboza a los
personajes como formas cambiantes de dolor más que caracteres en sí mismo. Es
la sensación de lo fútil, lo irrealizado extendido en estas páginas. Ante las
señales de una guerra inminente, ya próxima –qué podían representar los
delicados momentos de belleza frente a las inmanaciones de la tragedia?-.
Poseída por esa desesperada sensación de angustia, de tremenda y vacua
futilidad, Virginia Wolf no pudo resistir los altibajos de su inestabilidad
mental y artística, finalizando sus días con piedras en sus bolsillos, a fin de
hundirse en el río elegido.
La ruptura entre el pasado y el presente le costó a la literatura el holocausto
de esta eximia escritora.
miércoles, 18 de septiembre de 2024
Monólogo Interior Virginia Woolf
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